Javier Macaya: “La derecha chilena tiene un compromiso con la continuidad del proceso constituyente”
Uno de los líderes de la oposición al Gobierno de Boric llama a votar por el rechazo en el referéndum del domingo
El presidente de la UDI, el senador chileno Javier Macaya (San Fernando, 1978), forma parte de la nueva generación de “la derecha que, aunque debilitada, tiende a recomponerse de una manera más diversificada con dirigentes más jóvenes, menos conservadores, más abiertos a un Chile más moderno y menos desigual”, según describía hace unos días el intelectual de centroizquierda ...
El presidente de la UDI, el senador chileno Javier Macaya (San Fernando, 1978), forma parte de la nueva generación de “la derecha que, aunque debilitada, tiende a recomponerse de una manera más diversificada con dirigentes más jóvenes, menos conservadores, más abiertos a un Chile más moderno y menos desigual”, según describía hace unos días el intelectual de centroizquierda Ernesto Ottone. Algunos le conceden un papel central en la última etapa de la campaña por una nueva Constitución. El analista y exdiputado de izquierda moderada Pepe Auth, en una entrevista de julio decía que en la opción de aprobar el texto de la convención solo había integrantes de la izquierda y, en cambio, el rechazo estaba compuesto por mundos transversales, como los que fueron parte de los gobiernos de la Concertación (1990-2010). En eso le otorgaba mucha importancia a la actuación política de Macaya: “Ha logrado que el rechazo no sea asociado exclusivamente a la prolongación de la vigencia de la Constitución actual, sino a otro intento de conseguir una mejor Constitución”, decía Auth.
Figura clave de la oposición al actual Ejecutivo de Gabriel Boric, Macaya ha dicho este miércoles que, en el caso de ganar el rechazo, “el Gobierno no puede divorciarse de la derrota del apruebo”, por lo que le hizo un llamamiento a “comenzar a gobernar”.
Pregunta. ¿Cuál es la posición de la derecha chilena frente al plebiscito de este domingo?
Respuesta. Tenemos la convicción de que estamos en un proceso constituyente que no tiene marcha atrás. La convención constitucional –que trabajó entre julio de 2021 y julio de 2022– desaprovechó una oportunidad muy importante de construir un texto que pudiera unir a Chile. Entendimos que, si bien estamos inmersos en un cambio de ciclo y que tenemos que tener una nueva Constitución, el texto que se plebiscita no es el adecuado. Es la razón por la que, si bien rechazaremos el proyecto de nueva Constitución, la derecha chilena tiene un compromiso con la continuidad del proceso constituyente. Hay que darle una oportunidad a Chile de tener un texto que genere un consenso social necesario para poder fijar las reglas del juego institucional y político en los próximos 100 años.
P. ¿Cien años?
R. Pienso que las constituciones son de largo alcance. Es lo que hace diferente a este proceso de una elección normal. Cuando se elige a un presidente, a un parlamentario o un alcalde se elige por un período de tiempo acotado. Pero, en esta ocasión, Chile ha entendido que este error puede costar muy caro, porque no sería un error enmendable en cuatro años más, en la siguiente elección. Hoy en día, ya nadie defiende el proyecto por su contenido. La gran mayoría de quienes están por el apruebo están por modificar, pero se olvidan de señalar que sería muy difícil de hacerlo en el futuro.
P. Durante la transición, la derecha defendió a rajatabla la Constitución actual y luego, en el plebiscito de entrada, en octubre de 2020, su partido estuvo por mantenerla. ¿Cómo se entiende que ahora asuma un compromiso con la continuidad del proceso constituyente?
R. La UDI es por esencia un partido demócrata y asume que en el plebiscito de entrada casi el 80% de los electores estuvo por una nueva Constitución. Entendemos que debemos ser capaces de cerrar el tema constituyente, pero cerrarlo bien, con un consenso mayoritario. Y ganando el apruebo por pocos votos o el rechazo, aunque sea por una diferencia significativa, vamos a tener este asunto siempre entre los pendientes de la política y de la sociedad chilena. Es por ello que comprendemos que, habiendo un mandato en el plebiscito de entrada, tenemos que ser capaces de ayudar a la construcción de él. Esto no es algo que lleve agua al molino político de la derecha y es por eso que nosotros nos salimos de la lógica de pensar que se trata de una elección de la derecha contra la izquierda.
P. ¿Entonces, de qué se trata?
R. De que la sociedad civil entendió que el texto es malo. Muchas personas que culturalmente son de izquierda, que votaron por Boric y que seguramente volverán a votar por la izquierda, comprendieron que están en juego las reglas con las que se va a mover la sociedad chilena en las próximas décadas. La derecha tiene una responsabilidad con el momento político y social que estamos viviendo.
P. Esta postura de apertura que plantea, ¿es posible porque se trata de una nueva generación de su sector, como dicen algunos analistas?
R. Hay un recambio generacional que se ha dado naturalmente en nuestro sector. No nos tocó ser parte de la transición. En el plebiscito de 1988 [que votó por terminar con el Gobierno de Pinochet] yo tenía 10 años. Pero incluso las personas de generaciones más antiguas de nuestro bloque han entendido la importancia del momento en que vivimos. La renovación generacional de la izquierda, en cambio…
P. ¿Cómo considera la renovación de la izquierda chilena?
R. A pesar de que la izquierda se ha renovado generacionalmente –tenemos al presidente más joven de la historia y un Gabinete jovencísimo–, defiende ideas que le han hecho muy mal al mundo y, particularmente, a Latinoamérica: luchas de clase, divisiones, discursos de odio, relativización de la violencia como una forma de conseguir objetivos políticos.
P. ¿Confía en el triunfo del rechazo, como indican las encuestas?
R. El partido hay que jugarlo hasta el minuto 90. Con mucha moderación y prudencia debemos enfocar todos nuestros esfuerzos en estos días previos en lograr la mayor movilización. De ganar el rechazo, sería el triunfo del sentido común y del último eslabón de racionalidad en una democracia: la ciudadanía, que está mucho menos polarizada que la clase política y las élites.
P. De ganar el rechazo, ¿cómo debería continuar el proceso constituyente?
R. No me gustaría imponer una solución porque se tenga una mayoría circunstancial, como lo hizo la convención. Lo que hay que construir es un acuerdo tras el 4 de septiembre, pero sin imposiciones ni maximalismos. Se ha hablado de un nuevo plebiscito de entrada y de diversas fórmulas, pero no se podrá habilitar ningún mecanismo si no gana la opción del rechazo. Habrá mucho espacio para la construcción de acuerdos después del domingo. Lo importante es tener muy claro que el domingo hay dos opciones: aprobar o rechazar un mal texto para Chile.
P. Muchos se preguntan por qué creerle ahora a la derecha su intención de –ahora sí– cambiar la Constitución actual. ¿Hasta qué punto están dispuestos a superarla?
R. No le tenemos miedo a ninguna fórmula. Nuestra fuerza, hoy, está puesta en el triunfo del rechazo.
P. ¿Qué tiene que tener, a su juicio, una buena y nueva Constitución?
R. Un compromiso con un Estado social y democrático de derecho, un enfoque de género, un adecuado equilibrio de poderes. Y hemos dicho en reiteradas ocasiones: la Constitución actual está superada. Y por ello dimos nuestros votos en el Parlamento para rebajar los quórum necesarios para realizar reformas constitucionales, de dos tercios a cuatro séptimos. Nuestro compromiso con el proceso constituyente está con el momento político que vivimos y con el desafío de estar a la altura de la crisis. Queremos superarla para que Chile comience a preocuparse de los temas importantes que afectan la calidad de vida de la gente: la delincuencia, el fenómeno de la inmigración descontrolada y, particularmente, la situación económica a la baja marcada por la inflación desatada.
P. ¿Y qué es lo que más le preocupa de la propuesta?
R. El tratamiento de los pueblos originarios ha sido inadecuado. Hicimos un decálogo de compromisos por una nueva Constitución publicado a comienzos de julio en que señalamos que los pueblos originarios deben estar reconocidos constitucionalmente –lo que no está contenido en la Constitución vigente de Chile–, pero eso no significa que ese tratamiento se haya convertido en la plurinacionalidad, con más de once naciones, con distintos sistemas de Justicia, autogobiernos y autonomías. Creo que es uno de los principales errores de la propuesta de la convención.
P. ¿Qué pasaría a su juicio si gana el apruebo el domingo?
R. Entraríamos en un espiral muy complejo para las instituciones que solamente profundizará la crisis de Chile.
P. ¿En qué medida su sector está presionado desde la derecha por el partido Republicano de José Antonio Kast, que no está abierto a seguir con el proceso constituyente de ganar el rechazo?
R. Todos tenemos que estar a la altura del momento que vive Chile y tenemos que tratar de buscar el máximo consenso posible, lo que incluye a todos los sectores políticos. Pero con el proyecto que permite la modificación constitucional por cuatro séptimos ni la extrema derecha ni la extrema izquierda podrá imponer vetos.
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