El Congreso argentino rechaza el veto de Milei a las leyes de financiamiento universitario y emergencia pediátrica
La Cámara baja consigue los dos tercios necesarios para insistir con las normas y deja en manos del Senado la última palabra
Está claro que Javier Milei ha perdido definitivamente el control del Congreso. Una aplastante mayoría de diputados rechazó este miércoles el veto que el presidente argentino había aplicado contra dos leyes que daban más fondos a la atención pediátrica y a las universidades nacionales. Con el apoyo de legisladores que alguna vez fueron aliados del Gobierno, la oposición peronista superó con comodidad los 171 votos afirmativos —dos tercios de la Cámara de Diputados— necesarios para insistir con una normativa.
El Gobierno intentó hasta último momento evitar una derrota: prometió aflojar el torniquete fiscal y hasta adelantar a octubre el presupuesto prometido a las universidades para el año próximo. Pero ya era demasiado tarde. Queda ahora en manos del Senado, donde la ultraderecha es aun más minoritaria, la anulación definitiva de los dos vetos presidenciales.
Milei es un presidente débil tras la derrota, por casi 14 puntos, en las legislativas de la provincia de Buenos Aires celebradas el 7 de septiembre pasado. Es también un presidente cada vez más solo, producto del maltrato permanente al que sometió a los aliados que durante el primer año de gestión lo defendieron en el Parlamento.
Le fue muy fácil a la oposición aprobar el mes pasado leyes para atender la demanda de fondos de dos sectores que padecieron la motosierra de Milei: la universidad pública y la atención médica gratuita a los niños. Al frente del primer reclamo se puso la Universidad de Buenos Aires (UBA), la más grande y con mejor imagen del país. El segundo tuvo como cara de las protestas al Hospital Garrahan, un gigante que es referente regional. Es posible que Milei haya elegido mal a sus enemigos.
Mientras los diputados votaban, la plaza frente al Congreso estaba repleta de manifestantes. Apenas pasadas las cinco de la tarde, un grito atravesó la multitud. Instantes después, otro alarido de alegría y la algarabía fue total. El rechazo a los vetos de Milei se celebró como un gol de la selección argentina de fútbol. “Universidad de los trabajadores y al que no le guste, se jode, se jode”, fue uno los clásicos cantos que se coreaban. La masividad de la marcha cubrió la plaza frente al Congreso, las avenidas Rivadavia y de Mayo. Las calles aledañas estaban atestadas y apenas se podía caminar. Jóvenes y adultos, muchos organizados en grupos y muchos por su cuenta, se manifestaban sin incidentes. Escenas similares se repitieron en diversas ciudades del país, como Córdoba, Rosario, Santa Fe o Tucumán, donde los universitarios también se movilizaron.
“Che Milei, hiciste enojar a la clase media argenta”, decía el cartel que llevaba un manifestante. “Todos somos jubilados, es cuestión de tiempo”, recordaba un pañuelo envuelto en la cabeza de una mujer. “Milei coiffeur. Recortes en educación, planchado de cerebros", publicitaba una profesora. Las banderas de centros de estudiantes y federaciones universitarias se mezclaban con las que identificaban a sindicatos de profesores, maestros, trabajadores bancarios o estatales, y las que llevaban organizaciones políticas: peronistas, de izquierda y radicales, en su mayoría.
Entre los dirigentes que participaron de la protesta se pudo ver al gobernador de Buenos Aires, el peronista Axel Kicillof, con trayectoria académica en la UBA. Tras la votación en Diputados, Cristina Kirchner celebró el resultado: “El pueblo no cambia de ideas… sigue las banderas de Evita y Perón… Defiende la salud de los niños y la universidad pública", señaló en sus redes sociales la expresidenta, quien cumple detención domiciliaria, condenada por corrupción.
La ley de emergencia pediátrica ratificada por el Congreso dispone una subida de salarios de todos los trabajadores de la salud y habilita la compra directa de insumos en los hospitales pediátricos. Para el caso de las universidades, la ley confirmada establece una actualización de ingresos por inflación, en un intento por recuperar parte del poder de compra perdido por los salarios de los profesores durante el último año y medio: según los sindicatos, la pérdida es de entre el 30 y el 40%. Los gastos de funcionamiento se actualizarán automáticamente de acuerdo con el IPC. Hoy, las universidades están incluso racionando el agua, el gas y la electricidad para llegar con vida a diciembre.
Milei vetó ambas leyes con el argumento de que atentaban contra el superávit fiscal, su principal bandera en la lucha que ha emprendido, con éxito, contra la inflación. Acusó a la oposición de intentar un “golpe institucional” y a los legisladores de ser “degenerados fiscales”. Tras la derrota en Buenos Aires, sus ataques perdieron fuelle y debió enfrentar a una oposición que ahora se siente poderosa y lista para dar batalla en las legislativas nacionales del 26 de octubre.
El presidente está en minoría en ambas cámaras del Congreso y hasta ahora ha salido adelante con el apoyo de los votos de Pro, el partido del expresidente Mauricio Macri, y algunos respaldos circunstanciales de los gobernadores. Perdió a los gobernadores a mitad de año, cuando en la ambición por “teñir el país de violeta”, el color de su partido, La Libertad Avanza, se negó a cerrar alianzas electorales y enfrentó en sus territorios a quienes lo habían apoyado.
Ahora ha moderado su discurso, ya no insulta, y hasta pareció guardar la motosierra en el ropero en un intento por reducir el impacto que el ajuste fiscal tiene entre los más pobres. Son ellos quienes le han dado la espalda en Buenos Aires, tras votar por la ultraderecha en las presidenciales de 2023, y es probable que se mantengan así en las próximas legislativas.