La salida del ‘cepo’ cambiario se aleja cada vez más en Argentina
El presidente Javier Milei asumió asegurando que eliminaría las restricciones a la compra y venta de divisas, pero continúa dilatando la medida. El problema de las reservas y los vencimientos de deuda
En la obra Esperando a Godot, escrita por Samuel Beckett, nos encontramos con Vladimir y Estragon, dos personajes atrapados en la espera interminable de un tal Godot. Desde el inicio de la trama los personajes pasan por la misma rutina día tras día, con la expectativa de que Godot aparezca. Sin embargo, ese momento nunca llega.
Algo similar podríamos decir que está sucediendo en Argentina con la tan ansiada salida del cepo (las distintas regulaciones cambiarias que existen para la adquisición de dólares, tanto para ahorro, remisión de utilidades, exportaciones e importaciones)....
En la obra Esperando a Godot, escrita por Samuel Beckett, nos encontramos con Vladimir y Estragon, dos personajes atrapados en la espera interminable de un tal Godot. Desde el inicio de la trama los personajes pasan por la misma rutina día tras día, con la expectativa de que Godot aparezca. Sin embargo, ese momento nunca llega.
Algo similar podríamos decir que está sucediendo en Argentina con la tan ansiada salida del cepo (las distintas regulaciones cambiarias que existen para la adquisición de dólares, tanto para ahorro, remisión de utilidades, exportaciones e importaciones).
Al poco tiempo de asumir, Milei sostuvo que las removería para mitad de este año, cuando terminara de sanear el balance del Banco Central (eliminar los pasivos remunerados y acumular suficientes reservas). Pasada esa fecha, y sin haberlas removido, a principios de julio cuando le preguntaron por este mismo tema en la red X, contestó que, además de la eliminación de los pasivos remunerados (y los puts), la inflación debía converger con la tasa de variación del tipo de cambio oficial.
Para peor, hace pocos días, el presidente brindó un discurso en el marco de la conferencia anual del Consejo de las Américas, en donde no solo volvió a cambiar las condiciones necesarias para su salida, sino que, además, sostuvo que “es falso que no se puede crecer sin cepo”, dando a entender que podría sostenerse por –bastante– más tiempo.
Respecto de las condiciones, sostuvo que la salida del cepo “va a ocurrir cuando la base monetaria termine de igualarse a la base monetaria amplia; que quiere decir que todo el sobrante de dinero se eliminó. Si no existen sobrantes de pesos claramente puedo abrir, porque es como darle un revólver sin balas; por más que quieran tirar no pueden porque no van a tener balas”.
Fíjense que, fiel a su manual monetarista, Milei está convencido de que alcanza con solo eliminar el excedente de pesos para que la brecha cambiaria entre el dólar financiero y el oficial se reduzca de manera paulatina hasta que finalmente desaparezca. Llegado ese momento, se llevaría a cabo la eliminación de las regulaciones cambiarias, dando lugar a la unificación de los tipos de cambio.
El problema que tiene este razonamiento es que niega la importancia de los dólares, en particular, la necesidad del Banco Central de contar con las reservas suficientes. A pesar de haber acumulado una buena cantidad de divisas en estos meses, el nivel de las reservas del BCRA medido en términos netos (es decir, descontando las obligaciones financieras que enfrenta en el corto plazo) se mantiene en terreno negativo, en torno a los USD -3.800 millones.
Y acá es donde aparece el primer problema. Como se puede apreciar en el gráfico adjunto, la adquisición de divisas por parte de la autoridad monetaria se detuvo abruptamente en junio, luego de promediar una compra mensual de USD 2.700 millones desde el inicio de la nueva gestión. Un freno tan brusco solo puede explicarse por motivos financieros. Como mostramos en una nota anterior, esto se dio en el marco del incremento sostenido de la brecha cambiaria, lo que reflejaba las dudas respecto de la sostenibilidad del programa económico y un incremento de las expectativas de devaluación.
El segundo problema es el panorama para los próximos meses. Primero, porque debido a cuestiones estacionales, durante el segundo semestre el BCRA suele adoptar una posición vendedora en el mercado cambiario (la liquidación de los dólares provenientes de la cosecha de soja se da sobre todo durante el primer semestre), lo cual agravaría aún más la situación de las reservas. Acá hay que ver qué sucede con el blanqueo de capitales que se acaba de lanzar en los últimos días. Si se observa un ingreso importante de divisas por esta vía, podría compensar parcial o totalmente dicha caída de las reservas.
Al margen de eso, en los próximos meses el país enfrenta vencimientos de deuda en moneda extranjera por unos USD 5.500 millones (el momento más crítico va a ser en enero, cuando se concentran los pagos de capital e intereses de la deuda privada, por unos USD 4.100 millones). Con lo cual, casi con total certeza las reservas del BCRA seguirán en caída en lo inmediato, lo que pondrá a Milei en una encrucijada.
Si de todas maneras decide remover las regulaciones, se pondrá a prueba su tesis de que, al sacar todo el excedente de pesos, el mercado no tendrá “balas” para generar una corrida cambiaria. De equivocarse, el escenario sería sumamente preocupante. Recordemos que la eliminación de las regulaciones implica que tanto las personas como las empresas puedan acceder a la compra de dólares. Eso conlleva un incremento de la demanda de divisas que podría ser potencialmente muy elevado. Como referencia, solo en los tres primeros meses de la unificación llevada a cabo por Macri en 2015 la compra neta de divisas para atesoramiento fue de USD 4.700 millones. Sin las reservas suficientes y sin financiamiento externo (en el caso del gobierno de Macri, casi al mismo tiempo que se llevó a cabo la unificación ingresaron más de USD 5.000 de financiamiento), de darse un incremento en la demanda similar eso indudablemente generaría una corrida cambiaria que incluso podría hacer que el BCRA pierda el control del tipo de cambio, desencadenando una espiral inflacionaria.
Si, en cambio, decide seguir postergando la eliminación de las regulaciones cambiarias, eso seguramente mantenga la estabilidad cambiaria por algún tiempo, pero, por otro lado, anulará la posibilidad de que ingresen inversiones extranjeras o el financiamiento necesario, poniendo al Gobierno nuevamente en una situación similar.
Lo que nos trae, de vuelta, a Esperando a Godot. La obra, en su aparente simplicidad, nos enfrenta a una realidad dura pero inevitable: a veces, lo que esperamos nunca llega, y nos queda solo la elección de cómo enfrentamos esa interminable espera.
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