Industrias paradas y estaciones de servicio cerradas por la falta de gas en Argentina
En medio de una ola de frío, el Gobierno de Milei suspende el suministro a cientos de empresas para proveer a hogares y hospitales. Había importado gas desde Brasil, pero no pudo distribuirlo a tiempo por problemas en la forma de pago. Las autoridades aseguran que el servicio se normalizará en las próximas horas
Grandes industrias paralizadas, taxis detenidos en las calles y estaciones de servicio con los accesos bloqueados fueron imágenes repetidas este miércoles en la Argentina. La escenografía estuvo a cargo de la falta de gas natural. En medio de una ola de frío, el Gobierno de Javier Milei dispuso suspender el suministro a cientos de empresas y estaciones para coches que usan gas natural comprimido para garantizar el servicio en hogares, hospitales y escuelas. Con un trasfondo que combinó imprevisión y malas decisiones acumuladas, la crisis energética se desencadenó por una situación insólita: si bien el Estado había adquirido un cargamento de gas licuado a Brasil para completar el abastecimiento nacional y el barco que lo transportaba había llegado al país, la brasileña Petrobras no aceptó descargarlo por problemas con la forma de pago ofrecida por Argentina. Después de una tensa jornada, en la que se multiplicaron las quejas de usuarios y empresarios, finalmente hubo acuerdo y el Gobierno aseguró que el servicio se normalizará en las próximas horas.
La restricción del suministro de gas comenzó el martes en algunas ciudades y regiones del país y se extendió a todo el territorio este miércoles. “En virtud de la declaración de fuerza mayor y con el objetivo de preservar los consumos prioritarios de la zona, deberá suspender totalmente el expendio de gas natural hasta nuevo aviso”, decía el correo electrónico que recibieron las estaciones expendedoras de GNC por parte de las empresas distribuidoras. Una notificación similar recibieron compañías petroquímicas, petroleras, cerealeras y agroindustriales para que interrumpieran el uso de gas. El objetivo era proteger la infraestructura y sostener la provisión para usuarios residenciales, centros de salud y educación. También se buscaba evitar que se vieran afectadas las usinas que utilizan gas para generar electricidad.
Recién la semana pasada, ante la inminente falta de combustible en un país que está atravesando temperaturas invernales aún en otoño, la empresa de mayoría estatal Enarsa había comprado con urgencia doce cargamentos de fueloil y gasoil a Petrobras. El primer barco llegó el lunes al puerto de Escobar, en la provincia de Buenos Aires, pero la petrolera brasileña rechazó la nota de crédito presentada para cancelar los 22 millones de dólares involucrados.
La desesperación invadió a los funcionarios de la Secretaría de Energía y de la Cancillería, también a los diplomáticos argentinos. La nula relación entre los presidentes Milei y Luiz Inácio Lula da Silva —a quien el ultraderechista calificó como “corrupto” y “comunista”— fue mentada detrás del rechazo, aunque la embajada brasileña calificó al conflicto como técnico y colaboró en su solución. “Hubo un problema con la carta de crédito, tema que se terminó solucionando y por eso comenzó la descarga del gas”, dijo este miércoles el vocero presidencial, Manuel Adorni, y aseguró que por la noche el servicio volvería a funcionar con normalidad. En Enarsa no fueron tan optimistas: informaron de que el proceso de compresión y distribución podría demandar entre 48 y 72 horas.
Obras inconclusas
Aunque cuenta con importantes reservas, Argentina no autoabastece su consumo de combustibles fósiles. El proyecto para conseguirlo funda sus esperanzas en el yacimiento de Vaca Muerta, cuya explotación ha sido una de las víctimas de la decisión de Milei de paralizar toda la obra pública, parte de su programa de ajuste fiscal y desguace del Estado.
Desde Vaca Muerta, en la provincia patagónica de Neuquén, el Gasoducto Néstor Kirchner debería estar transportando unos 22 millones de metros cúbicos de gas por día, pero actualmente trabaja a la mitad de su capacidad porque no concluyeron las obras en las plantas compresoras. Enarsa les adeuda a las empresas constructoras unos 40 millones de dólares. El costo de importar el gas equivalente al que podría transportar el gasoducto se calcula en 500 millones de dólares.
Con esos argumentos, la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner cuestionó este miércoles al Gobierno de Milei, mediante una publicación en sus redes sociales que tituló “Con superávit dibujado (en mi barrio le dicen trucho) y sin gas en el caño”. La ex mandataria apuntó contra los “funcionarios que no funcionan” —como ya lo había hecho durante el gobierno anterior, del que era vicepresidenta—, pero también contra las “ideas que no funcionan”. Y se refirió concretamente a la crisis del gas: “La paralización de obras absolutamente complementarias pero imprescindibles (léase compresores) al Gasoducto Néstor Kirchner (auténtica obra pública estructural) bajo el eslogan para redes de ‘no hay plata’, revela la falta de conocimiento o la confusión que hay en torno al concepto de gasto público, sobre todo cuando ese gasto es en realidad una inversión porque permite que el Estado evite gastos mayores posteriores”.
El actual secretario de Energía, Eduardo Rodríguez Chirillo, respondió que “no es responsabilidad de este Gobierno no contar con la capacidad plena” del gasoducto y aseguró que las obras debieron haber concluido el año pasado. Acusó al Gobierno anterior de haber previsto “una reducción del gas importado justo para el invierno de este año” y de haber dejado deudas con Bolivia por importaciones previas. El secretario Chirillo, tal como hizo también el vocero Adorni, sostuvo que Argentina atraviesa el otoño más frío desde 1980 y que eso incrementó sensiblemente la demanda de gas para calefacción. Con esos argumentos intentó defender la actuación del Gobierno de Milei, quien niega el cambio climático.
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