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Derechos de las mujeres
Columna
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Javier Milei y el riesgo de revertir las reivindicaciones de las mujeres argentinas

En ese país ocurre un feminicidio cada 39 horas y las mujeres son las más afectadas por la pobreza. El candidato ultra promete revertir la agenda de igualdad

Javier Milei durante un acto proselitista en Buenos Aires
Javier Milei durante un acto proselitista en Buenos Aires, el pasado 12 de septiembre.AGUSTIN MARCARIAN (REUTERS)

El resultado de las elecciones primarias del pasado mes de agosto fue sin dudas un gran llamado de atención. Una advertencia para las fuerzas políticas tradicionales justamente el año en que se cumplen 40 años desde la recuperación de las instituciones democráticas en Argentina. Una advertencia para las formas de comunicación que generalmente utiliza la política partidiaria y sobre todo una señal de alerta sobre la insatisfacción que siente una parte importante de la población. En ese sentido, fue un llamado de atención colectivo sobre cuáles eran esas bases fundantes del consenso democrático que creíamos tan sólidas.

Las tres fuerzas políticas más votadas tuvieron menos de 3 puntos porcentuales de diferencia entre cada una, en una elección marcada por la participación más baja en elecciones primarias en la historia reciente. Casi 11 millones de personas eligieron por distintos motivos no ir a votar. Estamos frente a un escenario electoral que muestra un grado de incertidumbre inédito, con final abierto.

Distintos analistas atribuyen la baja participación del electorado al desencanto democrático de la ciudadanía frente a una clase política que aún no resuelve los principales problemas que diagnostican, pero que en sucesivos gobiernos de distintos signo político no se han logrado superar: la pobreza, la inflación, la crisis económica, la inseguridad. Un país que tiene desde hace años más del 40% de la población sumida en la pobreza, donde 6 de cada 10 niños y adolescentes son pobres y donde tener empleo, aún empleo formal, no es suficiente para garantizar un nivel de ingresos básico.

Las mujeres se ven afectadas por esa situación con mayor profundidad, como suele suceder. Están sobrerrepresentadas entre los sectores más postergados de la sociedad, tienen más posibilidades de tener empleo informal o de tiempo parcial, generalmente están a cargo de los hogares monomarentales que, en el 50% de los casos, cuando tienen derecho a una pensión de alimentos por sus hijos e hijas, no logran hacer efectivo su cobro. Mujeres que viven violencia en sus parejas en una proporción que afecta a una de cada dos mujeres, que son víctimas de feminicidio cada 39 horas y para quienes recurrir a la Justicia suele significar someterse a un laberinto de burocracia que no necesariamente logra protegerlas de las violencias más extremas.

Para las mujeres de distintas generaciones, la sobrecarga de cuidados las encuentra en situaciones de profunda desigualdad en el acceso a servicios e infraestructura para aliviar sus responsabilidades de cuidado, y esto aún se ve como una agenda poco urgente frente a la crisis económica y la demanda por revertir el déficit fiscal a pesar de la evidencia que muestra que justamente mejores políticas de cuidados podrían contribuir a revertir la situación actual.

Así y todo, en estas elecciones no se está hablando a las mujeres ni sobre los problemas más concretos y urgentes que atraviesan sus vidas cotidianas. En el monitoreo de campañas electorales que llevamos adelante desde el Equipo ELA encontramos pocas propuestas dirigidas a ellas, con una escasez de palabras que las interpelen, que reconozcan el rol que cumplen en muchas familias.

Javier Milei es el candidato que menos presente tiene a las mujeres en sus propuestas o que directamente enfrenta las reivindicaciones de la agenda por la igualdad y promete revertirlas. Anclado en la descalificación de todo lo que se vincule con el feminismo, sin distinción de agendas (aborto, violencias, empleo), estrategias o prioridades, la diatriba libertaria se limita a gritar consignas con medias luces que muestran poco interés por mejorar las condiciones de vida a partir de propuestas concretas. Si bien los estudios de opinión realizados tanto antes como después de las elecciones primarias señalan que las mujeres son las que menos eligen a esa fuerza política, no deberían ser solo ellas (nosotras) quienes resistan una propuesta que frontalmente ataca los postulados más básicos de la igualdad. Quienes reivindicamos los logros de la democracia en términos de avances en derechos, sobre todo para la igualdad de género, pero también para la justicia social y el acceso a los derechos económicos y sociales, aspiramos a que las luchas y conquistas lideradas por las mujeres no sean sólo una reivindicación de la agenda género.

Las elecciones primarias dejan un mensaje preocupante: los derechos parecen un discurso vacío para muchas personas que ven con temor cómo se desmorona su vida cotidiana en una crisis económica que no parece llegar a su fin. Sin embargo, en momentos en que la realidad golpea con crudeza frente a tantas injusticias todavía irresueltas, es necesario recordar que los derechos no son solo un lenguaje retórico sino que se transforma en una herramienta de lucha, de exigibilidad, que puede contribuir a la organización colectiva frente a una realidad que nos enfrenta a amenazas y retrocesos.

Como parte de un colectivo que ha sido protagonista de los hitos que definimos como piedras angulares de la democracia, es preciso cuestionar las consignas vacías para mirar de frente al futuro. Por eso, proponemos seguir interpelando a las mujeres y varones de la clase política y a la sociedad toda para resistir las amenazas de retroceso, para seguir buscando soluciones realizables y propuestas concretas a los problemas complejos que impactan directamente sobre las vidas de las mujeres en toda su diversidad y que atraviesan a la sociedad en su conjunto.

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