El Cristo ‘blasfemo’ de León Ferrari censurado por el cardenal Bergoglio vuelve a Buenos Aires

El Museo Nacional de Bellas Artes celebra el centenario del artista más irreverente del canon argentino, cuya censura lo lanzó a la fama mundial

La escultura ‘La civilización occidental y cristiana’ (1965), obra del argentino León Ferrari, esta semana en Buenos Aires.IESARI MATIAS (Cortesía MNBA)

El cardenal de Buenos Aires estaba furioso. A finales de 2004, un Jesucristo de yeso crucificado en un avión de guerra estadounidense había convocado a decenas de miles de personas en un pequeño museo público de la ciudad. “Frente a esta blasfemia que avergüenza a nuestra ciudad, todos unidos hagamos un acto de reparación y petición de perdón”, escribió en una carta pública Jorge Bergoglio. Un grupo de católicos irrumpió en la exhibición y destrozó algunas piezas. La exhibición fue clausurada y reabierta por un fa...

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El cardenal de Buenos Aires estaba furioso. A finales de 2004, un Jesucristo de yeso crucificado en un avión de guerra estadounidense había convocado a decenas de miles de personas en un pequeño museo público de la ciudad. “Frente a esta blasfemia que avergüenza a nuestra ciudad, todos unidos hagamos un acto de reparación y petición de perdón”, escribió en una carta pública Jorge Bergoglio. Un grupo de católicos irrumpió en la exhibición y destrozó algunas piezas. La exhibición fue clausurada y reabierta por un fallo judicial tras varias protestas en la ciudad. León Ferrari (1920-2013), el artista plástico que dedicó su vida a denunciar los crímenes del poder en connivencia con la Iglesia Católica, saltó a la fama mundial. En 2007, cuando ganó el León de Oro para el mejor artista de la Bienal de Venecia, agradeció “el favor” de ese cardenal. Ferrari, a quien el Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires (MNBA) celebra desde esta semana con su primera gran retrospectiva en el país, murió en julio de 2013. Dos meses antes, el Papa Francisco, Jorge Bergoglio, había sido ungido sumo pontífice en Roma.

La civilización occidental y cristiana, una estatua de Cristo que Ferrari compró en una santería de Buenos Aires y crucificó sobre la maqueta de un avión bombardero estadounidense en 1965, fue la primera pieza que el artista plástico autodidacta dedicó a la militancia que marcaría su vida: la denuncia política. Escultor, pintor conceptual e investigador, Ferrari fue uno de los mayores maestros del arte argentino y quizá su gran provocador.

El artista plástico argentino León Ferrari, en un retrato de archivo.IESARI MATIAS

Sus obras, que cuestionaron la moral sexual de la Iglesia y la complicidad del cristianismo con el autoritarismo y el imperialismo del Siglo XX, lo convirtieron en uno de los grandes enemigos de la dictadura militar argentina (1976-1983), que hizo desaparecer a uno de sus tres hijos y lo hizo huir al exilio en Brasil. Muchas de sus esculturas, collages, pinturas y el archivo de noticias de la represión militar en su país que reunió bajo el título de Nosotros no sabíamos, son algunas de las 250 obras que se exhiben desde esta semana en el MNBA en la primera gran retrospectiva dedicada al artista en la ciudad desde que fuese censurado en 2004.

“Para este museo, tan consagratorio en Argentina, era una omisión muy grande no haberle dedicado una muestra. Quisimos subsanar eso”, cuenta el director de Bellas Artes de Buenos Aires, Andrés Duprat. La exhibición, titulada Recurrencias, debía ser inaugurada en 2020 para celebrar el centenario del nacimiento del artista junto a otras exhibiciones en el Reina Sofía de Madrid, el Centro Pompidou de París, y el museo Van Abbe de Eindhoven. Por la pandemia, la muestra en Buenos Aires fue la última en inaugurarse. “No llegamos al centenario, pero abrir esta muestra este año también es significativo a 10 años de su muerte y mientras el país celebra 40 años del regreso de la democracia”, afirma Duprat.

Hijo de un arquitecto que renovaba iglesias y de una profesora de cerámica, León Ferrari nació el 3 de septiembre de 1920 en Buenos Aires. Se graduó de ingeniero industrial, tuvo tres hijos y comenzó su carrera artística como ceramista en Italia. La civilización, esa obra icónica con la que inauguró su militancia desde el arte, fue concebida en 1965 ante el horror de la guerra de Vietnam. Fue rechazada ese año por el premio Di Tella de Buenos Aires, pero la denuncia a la complicidad entre la Iglesia Católica y los autoritarismos marcó su obra desde entonces.

Ferrari se exilió en 1976 y vivió en São Paulo hasta principios de los noventa, donde incursionó en el arte postal y la litografía. Su obra abstracta, las esculturas e instalaciones más políticas y sus intervenciones artísticas sobre portadas del periódico del Vaticano o fotografías icónicas de la dictadura militar argentina, forman los ejes principales de la retrospectiva inaugurada por el MNBA.

Una intervención artística de León Ferrari sobre una fotografía de la Junta Militar argentina.Cortesía MNBA

“León siempre tuvo muy presente la realidad argentina. Intentamos reunir los temas recurrentes de su obra, como la de la violencia del poder, la intolerancia y la religión”, dice Cecilia Rabossi, curadora de la muestra. “Mucha gente se queda con esa faceta del provocador, pero también fue un investigador exhaustivo y una persona muy comprometida. Su obra se basa en la idea de trabajar con la historia del arte y la belleza puestas al servicio de exponer la crueldad”.

El MNBA tendrá abierta la retrospectiva de uno de los artistas más irreverentes del canon nacional hasta agosto. A sus autoridades no les preocupa que se repitan los episodios de 2004, cuando un tribunal tuvo cerrada durante 10 días la exhibición que celebraba 50 años de su obra. “Creo que esa batalla cultural se ganó, que aprendimos mucho como sociedad. La reacción de la sociedad a favor de la libertad de expresión fue muy importante”, afirma Nora Hochbaum, curadora y antigua directora del Centro Cultural Recoleta cuando ese museo vivió la censura. “Hoy, que Argentina tiene un problema con esos sectores recalcitrantes de la ultraderecha, recordamos a León, que fue un militante de todos los derechos. Su obra es un testimonio de sus convicciones fuertes, del compromiso del artista. Está bueno que hoy puedan verla tantos jóvenes”.

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