La oposición argentina acuerda una tregua a sus peleas internas
Las disputas por la candidatura presidencial de la derecha escala a medida que la crisis reduce las chances electorales del Gobierno
En octubre de 2023 los argentinos elegirán nuevo presidente. El peronismo lleva las de perder. La crisis económica lastra sus posibilidades de triunfo y la concreción de acuerdos. El presidente, Alberto Fernández, no se habla desde hace meses con su vice, Cristina Kirchner, timonel de la agrupación que es mayoritaria dentro del Frente de Todos, la coalición que go...
En octubre de 2023 los argentinos elegirán nuevo presidente. El peronismo lleva las de perder. La crisis económica lastra sus posibilidades de triunfo y la concreción de acuerdos. El presidente, Alberto Fernández, no se habla desde hace meses con su vice, Cristina Kirchner, timonel de la agrupación que es mayoritaria dentro del Frente de Todos, la coalición que gobierna Argentina desde 2019. La casa no está en orden y la elección de un candidato de consenso para las presidenciales es hoy una quimera. La oposición pesca en ese río revuelto, convencida de que está a pasos de la Casa Rosada. Por eso las peleas internas son encarnizadas: quien sea candidato muy probablemente sea presidente.
El espectáculo es especialmente triste en el PRO, el partido del presidente Mauricio Macri. Esta semana, la exministra de Seguridad Patricia Bullrich amenazó con “cagar a trompadas” al jefe de Gabinete del alcalde de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta. La pelea fue pública y quedó grabada, evidencia de que se habían perdido las formas. Bullrich está en el extremo más a la derecha del PRO; Rodríguez Larreta intenta ser una opción de centro. Hay una tercera en discordia: la ex gobernadora de la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, delfín político de Macri. Mientras tanto, el expresidente disfruta del espectáculo, sin aclarar si finalmente será o no candidato a presidente.
El vídeo de una exministra increpando a un alto funcionario de Larreta terminó por asustar los dirigentes del PRO. Se había pasado una raya y era necesario reordenar la tropa. El martes, los principales referentes del partido de Macri se reunieron en Buenos Aires y firmaron una tregua. Fue en realidad una serie de reglas de convivencia: las peleas ya no serían públicas, porque deban mala imagen y espantaban al electorado. “Hemos establecido un mecanismo de coordinación entre los precandidatos del PRO que evite tensiones innecesarias”, comunicó más tarde el partido en un comunicado. El presidente del bloque de los diputados macristas en el Congreso, Cristian Ritondo, ofició de vocero del encuentro. “Nuestros candidatos a presidente son Rodríguez Larreta, Bullrich y Vidal”, dijo a los periodistas. No nombró a Macri.
Que en el listado faltase Macri disparó todo tipo de especulaciones. ¿Había, finalmente, decidido bajarse de la pelea? No se bajó, porque nunca se subió, fue el argumento que difundieron en su entorno. Dejó así la puerta abierta a una candidatura. La indefinición da tiempo al expresidente para analizar el panorama político cuando aún restan 11 meses para las elecciones. No hay, por ahora, operativo clamor: Macri tiene una imagen negativa del 47%, según el último sondeo de la consultora Giacobbe Opinión Pública. Los tres candidatos restantes esperarán su turno para blanquear sus aspiraciones presidenciales, mientras se pelean como si ya lo fuesen oficialmente.
La interna opositora tiene su espejo en el Gobierno. El presidente, Alberto Fernández, dejó trascender que buscará la reelección y agitó su relación con el kirchnerismo. “Piensa más en él mismo que en el pueblo y en el peronismo”, le disparó Andrés Larroque, un alto funcionario de la provincia de Buenos Aires que es la voz de Cristina Kirchner en los medios. La pelea escaló cuando el presidente se opuso a un pedido del kirchnerismo para eliminar las primarias abiertas simultáneas y obligatorias (PASO) con que los partidos elegirán en agosto a sus candidatos para las elecciones de octubre.
Si Fernández finalmente decide dar pelea por la reelección, podrá dirimir sus diferencias con Kirchner en las urnas, en esa cita previa al desafío definitivo. El kirchnerismo intentó derogar las PASO en el Congreso, pero esta semana admitió que ya no daban los tiempos legislativos para hacerlo y retiró el proyecto de la discusión.
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