Cristina Kirchner, entre salvar el legado y el pragmatismo político
La llegada de Sergio Massa como ministro de Economía en Argentina pone a prueba el poder de veto de la vicepresidenta, que opta por apoyarlo ante la posibilidad de una implosión de la gestión
Argentina ha puesto a Cristina Fernández de Kirchner ante una encrucijada. La vicepresidenta debe decidir entre salvar su legado político, ese que la considera una abanderada de los humildes, o acompañar una política de ajuste que va en contra de sus principios. La crisis económica es tal en Argentina que Kirchner parece hoy dispuesta a sacrificar el bronce y abrazarse al pragmatismo. La llegada al ministerio de Economía de Sergio Massa es un claro ejemplo ...
Argentina ha puesto a Cristina Fernández de Kirchner ante una encrucijada. La vicepresidenta debe decidir entre salvar su legado político, ese que la considera una abanderada de los humildes, o acompañar una política de ajuste que va en contra de sus principios. La crisis económica es tal en Argentina que Kirchner parece hoy dispuesta a sacrificar el bronce y abrazarse al pragmatismo. La llegada al ministerio de Economía de Sergio Massa es un claro ejemplo de ello. Considerado un “traidor” por el kirchnerismo, la expresidenta apoya con gestos a quien fuera su jefe de Ministros. Este miércoles, Kirchner no estará en el juramento de Massa, pero el lunes lo recibió en su despacho del Senado y difundió una fotografía del encuentro.
Massa anunciará un paquete de medidas económicas que, presumiblemente, resumirán todo lo que el kirchnerismo no quiso hacer hasta ahora: reducción del gasto del Estado, beneficios fiscales para los sectores que generan divisas —el campo, sobre todo—, y un control más férreo de la emisión monetaria para bajar la inflación. El Banco Central subió durante la semana las tasas de interés hasta el 61%, en un intento por descomprimir la presión sobre el dólar y generar ahorro en pesos. El objetivo es cumplir con el acuerdo alcanzado con el Fondo Monetario Internacional (FMI) en enero pasado, crucial para que Argentina reciba el dinero que necesita para cumplir con los pagos de los 44.000 millones de dólares que adeuda. El resultado del ajuste será un enfriamiento de la economía, lo que supondrá menos consumo y, por ende, menos actividad y hasta una recesión. Por mucho menos que eso Martín Guzmán, el ministro que firmó el acuerdo, tuvo que irse el 2 de julio pasado. Su sucesora, Silvina Batakis, se enteró de su desplazamiento cuando anunciaba ante el Fondo en Washington que honraría los compromisos. ¿Qué ha pasado para que Kirchner apueste ahora por Massa?
Kirchner ha sido presidenta durante dos periodos consecutivos, entre diciembre de 2007 y diciembre de 2015, tras suceder en la Casa Rosada a su marido, Néstor Kirchner. Al kirchnerismo le gusta recordar aquel periodo, iniciado en 2003, como el de “la década ganada”. Argentina venía de la crisis del corralito, iniciada en 2001, y comenzó a crecer a tasas chinas. Se desplomaron la pobreza y la desocupación y creció la industria. Las cosas comenzaron a andar mal a partir del segundo mandato de Cristina Kirchner, pero en la memoria de sus votantes aquellos fueron tiempos de redistribución de la riqueza, Estado benefactor y prosperidad personal. Cuando la presidenta terminó su segundo mandato se despidió ante una multitud que la aclamaba en la Plaza de Mayo. Todo aquello hoy está en peligro.
Cristina eligió a Alberto Fernández como timonel del regreso del kirchnerismo a la Casa Rosada, pero le soltó la mano en cuanto percibió que el abismo se acercaba. La vicepresidenta optó por alejarse lo más posible de la debacle y poco a poco se convirtió en una dura opositora del presidente. Al reclamo por la gestión económica se sumaba otro más personal: Kirchner no perdona a Fernández que no haya hecho lo suficiente para detener las causas por presunta corrupción que la acosan. Este lunes entró en su etapa final la llamada “causa Vialidad”, la que sin duda más la complica en los tribunales.
En un duro alegato, el fiscal Diego Luciani acusó a Kirchner de encabezar durante su Gobierno una matriz de corrupción “extraordinaria”, destinada a defraudar al Estado a través de obras públicas en Santa Cruz, la provincia donde la expresidenta nació a la vida política. Luciani tendrá que probar que Kirchner estaba al tanto de esa trama, pero la posibilidad de una condena ya es más que una amenaza. En este juego entra Massa. Acosada por estos dos frentes, el judicial y el histórico, terminó por aceptar la llegada de su exministro al Gabinete. “Kirchner tiene dos objetivos: libertad y legado”, dice Andrés Malamud, investigador de la Universidad de Lisboa. “Libertad para la hija [Florencia, que ha quedado involucrada en las causas por presunta corrupción de la madre]; y legado, lo que supone que no va a dejar de ser la abanderada de los humildes. Hoy está cediendo legado a cambio de libertad, entrega las banderas”, dice.
Está claro que el apoyo a Massa es puro pragmatismo, pero lo suyo no será un cheque en blanco. Eduardo Fidanza, director de la consultora Poliarquía, advierte que si Kirchner nunca le cedió del todo el poder a Alberto Fernández no tiene por qué hacerlo ahora a Sergio Massa. “Ella se guarda el poder de veto y va a permanecer en la actitud de pertenecer al Gobierno y ejercer el rol de opositora, para retener, justamente, esa capacidad de veto”, dice.
La foto que difundió junto a Massa, un gesto que no tuvo con Batakis, es exactamente eso: ella, sentada en la cabecera de una larga mesa, está de frente a la cámara junto a una gran pila de papeles de trabajo. El nuevo ministro ocupa la otra cabecera y gira el rostro hacia la lente, en actitud de quien solo está de visita. “Hace solo un mes, Massa no tenía la venia de Kirchner. No creo que ella esté cediendo el poder, se juega una cuota, pero no es una cesión de poder ni de ella ni de todos los diferentes grupos del cristinismo”, dice Sergio Morresi, académico de la Universidad del Litoral.
Todo se resume, entonces, en un delicado equilibrio entre dar lustre al bronce y las urgencias de un Gobierno que necesita recuperar el rumbo. El presidente Fernández dijo este lunes que se iniciaba en la Casa Rosada “una etapa distinta”. “Queremos darle un fuerte impulso a cuestiones que tienen que ver con la gestión y con la Argentina”, dijo.
Kirchner piensa un poco más hacia adelante. “Muchos dicen que le preocupa el plano judicial y eludir las acusaciones que tiene”, dice Fidanza. “Pero yo creo que hay una motivación más de fondo, que es ser reivindicada por la historia como una líder política que ante todo defendió a los sectores más vulnerables. Estos días se conmemoró el 70 aniversario de la muerte de Eva Perón. Kirchner quiere pasar a la historia como la Eva del siglo XXI y esto la pone ante un dilema, porque en lugar de ser la Eva podría ser la integrante de un Gobierno que aplique un ajuste y pierda las elecciones” del año que viene, opina. Kirchner no tiene muchas opciones. Fallida su apuesta por Fernández, ahora probará con Massa, aunque a una prudente distancia.
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