Jonathan Menkos: “El nuevo Congreso en Guatemala deberá adaptarse a los signos de los tiempos”
Para impulsar el mercado laboral y el crecimiento económico, el presidente electo, Bernardo Arévalo, planea elevar el déficit fiscal y cerrar las fugas de recursos por corrupción
Jonathan Menkos (Ciudad de Guatemala, 48 años) ha acompañado al presidente electo de Guatemala, Bernardo Arévalo, durante toda su campaña como principal asesor económico. Menkos fue director del Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (Icefi) durante 10 años, después de haber trabajado en el banco central. Dentro del partido progresista Movimiento Semilla, el economista y su equipo trazaron un ambicioso plan para crear un millón de empleos y para el cual qu...
Jonathan Menkos (Ciudad de Guatemala, 48 años) ha acompañado al presidente electo de Guatemala, Bernardo Arévalo, durante toda su campaña como principal asesor económico. Menkos fue director del Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (Icefi) durante 10 años, después de haber trabajado en el banco central. Dentro del partido progresista Movimiento Semilla, el economista y su equipo trazaron un ambicioso plan para crear un millón de empleos y para el cual quieren elevar el déficit fiscal a 2,9% del Producto Interno Bruto (PIB).
Semilla todavía no toma el poder y ya está librando duras batallas contra ese sistema con el que prometen acabar. Desde que el partido surgido de las protestas anticorrupción pasó sorpresivamente a la segunda vuelta de las elecciones, enfrenta una amenaza de cancelación. Y su firme promesa de combatir la corrupción molesta a los grupos que por años tan tenido el poder. Tanto que el propio Arévalo ha denunciado un intento de “golpe de Estado” para evitar su investidura. “No quiero sonar romántico, pero sí quiero que mantengamos abierta la posibilidad de que lo que sucedió el 20 de agosto [el día de la segunda vuelta] es un llamado que los políticos van a recapacitar sobre cómo va a ser su actuación en el Congreso”, dice Menkos en entrevista con EL PAÍS.
Pregunta: ¿Qué tanto puede hacer Arévalo gobernando en estas circunstancias?
Respuesta: Si se respeta el Estado de Derecho, el 14 de enero van a asumir los congresistas del Movimiento Semilla. Van a asumir los concejales y el alcalde electo del Movimiento Semilla y va a asumir el binomio presidencial electo. Cualquier camino distinto es una ilegalidad. Aunque ese es un escenario posible, puesto que hay actores con mucho poder que han intentando que estos escenarios fuera de la ley se den como es la fiscal General, el fiscal [Rafael] Curruchiche y algunos magistrados en la Corte Suprema de Justicia, en realidad el escenario de la democracia es el que nos permite asumir sin ningún problema y teniendo un partido político.
P. ¿Esto que está ocurriendo es una prueba de qué tan lejos está dispuesta a llegar la oposición política para no permitir que este sea un Gobierno que realmente implemente grandes cambios?
R. Totalmente. No es un tema ideológico, es un tema económico y político. La llegada de un Gobierno con la visión sobre el rol del Estado que tiene el Movimiento Semilla, es de un Gobierno que cierra los amplios caminos de corrupción que hay en el poder público y que no solo significan el acceso a recursos, sino también el acceso a privilegios y a espacios de impunidad. Eso es lo que está generando fricción. Yo diría que no nos podemos referir a una oposición política. Este es un grupo ya muy reducido de actores con mucho poder que están todavía haciendo uso de ese poder público que tienen en las cortes, en el propio Gobierno central, en el Congreso para impedir la voluntad de la sociedad en las urnas.
P. Para no subir o crear nuevos impuestos, Arévalo propone terminar con la corrupción. En México, el Gobierno actual encontró que estos ahorros son reducidos. ¿Tienen un plan a prueba de balas para recabar una cantidad de recursos significativa para tener un impacto?
R. A diferencia de muchos planes en América Latina, en Guatemala ya tenemos los costes y las metas. Sabemos cuánto tenemos que invertir para cumplir con cada compromiso y hemos dedicado tiempo a encontrar las fuentes de financiamiento. Le apostamos a una mejora de la calidad de los bienes y servicios, porque en realidad la corrupción se traduce en deficiencias y menos calidad. Vamos a ver una mejora de la comprensión de cuántos empleados tiene el Estado, en dónde están ubicados y en qué están trabajando. La lucha contra la corrupción no es suficiente para tener los recursos que necesitamos para poder implementar el plan. Es solo un elemento que además envía un mensaje muy claro a la sociedad de que se están haciendo las cosas bien, pero no es lo único. Nuestro plan de Gobierno apunta a la mejora en la recaudación. La incrementaríamos hasta llevarla a 13% del PIB, que todavía es muy poco, pero es continuar la tendencia de incremento de la recaudación de impuestos a través de la mejora de productividad. Y el otro elemento, porque estamos claros que ni cerrando los caminos a la corrupción ni incrementando la recaudación es suficiente para lo que nos hemos propuesto, es utilizar estratégicamente la deuda pública y ahí proponemos un manejo del déficit de 2,9% del PIB. Esto es un punto porcentual adicional al actual, el cual nos va a permitir hacer muchas más inversiones en infraestructura económica y social.
P. Un tema importante para los electores fue la mala calidad del empleo. ¿Cómo van a reducir la informalidad?
R. Si se se nos permite ejecutar todo el plan de Gobierno, vamos a tener como resultado la creación de un millón de empleos y queremos mejorar las calidades del mercado laboral. En el índice de mercado laboral en América Latina del Banco Interamericano de Desarrollo, Guatemala siempre sale como el peor mercado laboral, a excepción de un año. Esto es por lo que mencionas: informalidad, salarios tan bajos que no permiten el bienestar y las grandes brechas entre mujeres y hombres. Estamos planificando pagar la cuota que el Estado le tiene que transferir al Instituto Guatemalteco de Seguridad Social, que no se paga desde el año 1956 y que ha hecho que sea muy difícil tener un instituto de Seguridad Social que ayude a ir generando una mayor formalización del mercado laboral. Si se suman un millón de empleos registrados ante la Seguridad Social, eso duplicaría la cobertura nacional actual.
P. ¿Emitirán más deuda en mercados internacionales?
R. Estamos apostando a que las medidas en materia económica y social van a tener como resultado un crecimiento de la economía. Esto va a ayudar mucho a mantener el déficit en 2,9%. Sí hay una total apertura de inversionistas de bonos y también de las multilaterales para poder apoyar a un Gobierno que lo que propone es un respeto y un apego total al Estado de Derecho y una lucha frontal contra la corrupción. Yo veo que no van a faltar fondos para poder financiar este déficit. Dentro de nuestras consideraciones está que en el segundo año de Gobierno vamos a poder lograr en las evaluaciones de las calificadoras de de riesgo el grado de inversión que también nos va a permitir reperfilar la deuda y tener una deuda que sea mucho más barata y con mejores plazos.
P. ¿No es, precisamente, la baja recaudación de impuestos lo que limita a Guatemala en su calificación crediticia?
R. No es el único problema. Otro es la ineficiencia del gasto público y la corrupción. También las bajas inversiones sociales. A esto hay que agregar una mejora en la productividad de impuestos, que también es una señal muy clara para los mercados. Ese 13% al que aspiramos en recaudación nos deja en una mejor posición y, si logramos incrementar el tamaño del presupuesto, también vamos a notar que vamos a poder mejorar, por ejemplo, la composición de inversión.
P. El plan es ambicioso. ¿Qué tanto puede hacer Arévalo sin el apoyo del Congreso?
R. El plan de Gobierno está basado en pocos esfuerzos en materia legislativa. Es obvio que necesitamos la aprobación de los presupuestos y la de dos leyes que creemos importantes para la modernización económica, que son la Ley de Competencia y la Ley General de Inversiones. Aún sin esas leyes podríamos hacer lo que queremos hacer. No podemos seguir pensando que el Congreso de la República del 14 de enero va a seguir operando con la lógica que operaba antes. Los buenos políticos son astutos y se van adaptando a los signos de los tiempos. Aquí hay un signo que ha cambiado. La gente votó en junio por una opción que presentaba un cambio radical en la forma de hacer política y lo refrendó el 20 de agosto. Hay mucha ilusión y mucha necesidad de cambio de la sociedad. El tiempo nos permitirá sentarnos otra vez y ver si esto se ha concretado, pero yo creo que el Congreso, con su forma de actuar actual, muy transaccional con el Ejecutivo, puede cambiar el próximo año con una estrategia política basada en el diálogo. No quiero sonar romántico, pero sí quiero que mantengamos abierta la posibilidad de que esta elección es un llamado que los políticos van a recapacitar sobre cómo va a ser su actuación en el Congreso.
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