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Brasil cierra el año con un desempleo del 5,2%, el mínimo histórico

El presidente Lula encara 2026, un año electoral, con buenas noticias en la economía, pero la popularidad de su Gobierno no acaba de despegar

Brasil se despide de 2025 con los mejores datos de empleo de su historia reciente. El desempleo en el trimestre terminado en noviembre fue del 5,2%, el porcentaje más bajo desde 2012, cuando empezó la actual serie histórica, según los datos oficiales divulgados este martes. El motor económico de Sudamérica tiene en estos momentos 5,6 millones de parados, un 7,2% menos que hace tres meses y un 14,9% menos que hace un año. A lo largo de 2025, casi un millón de brasileños dejaron las listas del paro.

La letra pequeña también arroja buenas noticias: el salario medio de los brasileños (3.574 reales, 646 dólares) subió con fuerza y es el más alto jamás registrado, igual que el número de empleos formales, con cotización a la seguridad social: 39,4 millones de brasileños, un millón más que hace un año.

Los datos son música para los oídos del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, que entra con optimismo en 2026, año electoral. En sus últimas apariciones públicas ha repetido constantemente que 2025 ha sido “el año de la cosecha”, en que se han recogido los frutos de todo lo plantado desde 2023, su primer año de mandato. Los datos del paro han sido mejores que los pronosticados por los analistas del mercado financiero, igual que los de la inflación, la otra gran sorpresa positiva del año.

Los precios, sobre todo los de los alimentos, los que más se sienten en el bolsillo y el estómago de los consumidores, fueron desacelerando poco a poco. Los datos preliminares apuntan que Brasil cerrará el año con una inflación del 4,4%, dentro de los objetivos oficiales marcados por el Consejo Monetario Nacional. Es más de un punto por debajo de lo que pronosticaban los analistas consultados por el Banco Central a principios de año.

Brasil termina el año en que contuvo la respiración ante el tarifazo impuesto por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Los aranceles del 50%, finalmente, no fueron una catástrofe. Al contrario, Brasil consiguió redirigir la mayoría de sus exportaciones a otros mercados, sobre todo a China. “El año termina bien, el precio de los alimentos está cayendo, las personas están volviendo a tener acceso a cosas que se habían encarecido; incluso los aranceles que EE UU le pusieron Brasil acabaron siendo irrelevantes”, celebraba Lula hace una semana. Este año las exportaciones a Estados Unidos se resintieron, pero en realidad Brasil exportó más que nunca. Se estima que el país se despida de 2025 habiendo exportado productos por valor de 358.800 millones de dólares, un 6% más que el año pasado. El crecimiento se debe sobre todo al pujante sector agrícola y ganadero, pilar fundamental de la economía brasileña.

El gigante suramericano también se enorgullece estos días de haber batido su récord histórico en la recepción de turistas extranjeros, más de 9,2 millones, superando las previsiones más optimistas del Gobierno. A pesar de la acumulación de buenas noticias, en la administración Lula hay algo de frustración porque los números no se han traducido en un crecimiento robusto de la popularidad del presidente. Según la última encuesta Datafolha, de mediados de diciembre, el 35% de brasileños aprueba su Gobierno, y el 34% lo suspende. “Conseguimos terminar el año en una situación ampliamente favorable, aunque eso no haya aparecido con la fuerza que debería en las encuestas de opinión pública: no aparece porque existe una polarización política en el país”, lamentó Lula durante el último Consejo de Ministros del año.

Para muestra, un botón: el mismo día en que el Gobierno podría estar sacando pecho sobre el empleo récord, sus redes sociales se dedicaban sobre todo a desmentir un bulo difundido por diputados bolsonaristas, que avisaban de que Lula iba a tasar las transacciones financieras. Al presidente le queda un último y poderoso as en la manga: la exención del impuesto de la renta para quienes ganan menos de 5.000 reales al mes (880 dólares). La medida beneficiará a diez millones de brasileños y entrará en vigor en 2026. En el Palacio del Planalto confían en que sea un revulsivo para la popularidad de Lula de cara a las elecciones de octubre.

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