El presidente de Bolivia reabre la puerta a la DEA estadounidense después de casi 20 años
El retorno de la agencia antidrogas de Estados Unidos decidido por Rodrigo Paz eleva la tensión con los sectores cocaleros leales a Evo Morales
La Administración de Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés) volverá a operar en Bolivia tras haber sido expulsada en 2008, junto con la embajada de Estados Unidos, por el gobierno de Evo Morales. Se trata de una de las primeras decisiones del nuevo presidente, Rodrigo Paz, anunciada por el ministro de Gobierno (Interior), Marco Antonio Oviedo. “Vamos a contar con la colaboración de varias agencias internacionales, entre ellas, obviamente, la DEA. Porque el narcotráfico y el terrorismo no son de una sola nación”, aseguró el miércoles en un acto oficial.
Oviedo apuntó principalmente a la región productora de coca conocida como el trópico de Cochabamba o Chapare, bastión político de Morales y con la menor regulación sobre la producción de la hoja. Los cocaleros de la zona advirtieron que no permitirán la instalación de la agencia internacional.
El retorno de la cooperación se enmarca en la escalada de violencia que ha sufrido el país este año a causa del crimen organizado y en la reapertura de las relaciones diplomáticas entre Bolivia y Estados Unidos tras la llegada de Paz al poder. El viceministro de Sustancias Controladas, Ernesto Justiniano, sostuvo que la presencia de la agencia internacional antidroga se concretará “lo antes posible”: “Sin la DEA retrocedimos en la lucha, batallando con los ojos vendados. El problema del narcotráfico en Bolivia es que se producen grandes cantidades de cocaína y no se sabe cuánto, ni qué organizaciones la manejan”. El apoyo, aseguró, será tecnológico, logístico y de capacitación.
Si bien la DEA cooperaba con el país andino desde la década de 1970, su presencia se intensificó durante los años ochenta y noventa, con el auge del narcotráfico y la política de “guerra contra las drogas” impulsada por Washington. En ese entonces, la producción de hoja de coca aumentó drásticamente en el Chapare. El ministro Oviedo sostiene que todo lo cosechado en esa región tiene un destino ilegal y contrapone como “coca legal” la que se cultiva en la provincia prehispánica de Los Yungas (La Paz).
La población chapareña, sobre todo campesinos agricultores, no guarda buenos recuerdos de los tiempos de la DEA: la quema forzada de cocales, resguardada por agentes armados, terminó en duros enfrentamientos que dejaron una veintena de muertos.
Las tensiones y arrestos de aquella época fueron recordados el miércoles en una conferencia de prensa por el dirigente cocalero Aquilardo Caricari. “Somos enfáticos: no vamos a permitir la instalación de ninguna base militar en el trópico de Cochabamba. Si quieren traer a la DEA de vuelta, que la lleven a la frontera, donde supuestamente ocurre el tráfico internacional”, declaró. La postura fue respaldada por Morales en su cuenta de X: “La región del Trópico ya tiene la presencia de 13 unidades militares (…) Tal como manda nuestra Constitución, los militares no deben permitir que extranjeros les den órdenes ni que ellos se desplacen por nuestro territorio”, escribió.
El roce entre Morales y el nuevo gobierno ha sido evidente desde el primer día de gestión. El expresidente denunció que Paz no cumplió su promesa electoral de resolver, desde su primera jornada como mandatario, el problema de desabastecimiento de combustible que atraviesa el país. También arremetió contra las evidentes grietas entre el presidente y el vicepresidente, Edman Lara. Este último, durante la campaña, había asegurado que se “respetaría” la coca del Chapare y que no era necesaria la intervención de la DEA. La respuesta al expresidente vino de Oviedo: “Evo no entiende la vida sin ser presidente (…) Está psicológicamente afectado, por eso intenta desestabilizar desde el primer día”.
Más duro aún fue el padre del jefe de Estado y expresidente, Jaime Paz, quien afirmó que Morales “está buscando que lo carneen (asesinen)”. Morales utilizó este jueves la amenaza para relanzar, bajo una narrativa de resistencia, la participación de su naciente partido, Evo Pueblo, en las elecciones municipales del próximo año. El líder cocalero instó a sus bases a “repetir” el apoyo que asegura haber conseguido en la primera vuelta presidencial del 17 de agosto, cuando promovió el voto nulo, una opción que rondó el 20%, frente al 5 % histórico.
El ministro Oviedo anunció que la plantación de coca en el Chapare será reemplazada por otras actividades económicas. “Tenemos que impulsar programas más atractivos para nuestros compatriotas. ¿Por qué no desarrollar una capacidad en hostelería? Es una zona turísticamente atractiva”, propuso. La iniciativa evoca los tiempos de la erradicación compensada del siglo pasado, antes de la “mano dura” de la DEA, un plan que fracasó porque ninguna otra cosecha o actividad resultó tan rentable como la coca, que puede recolectarse hasta cuatro veces al año.