Fernando de Noronha, la primera isla latinoamericana que vivirá de la luz del sol
La filial brasileña de Iberdrola, Neoenergia, inicia la construcción de plantas solares para que a partir de 2027 la energía de esta paradisíaca isla sea renovable
El archipiélago de Fernando de Noronha, a 500 kilómetros de la costa noreste de Brasil, es un paraíso natural aislado, una joya natural a la que no es fácil llegar y un destino exclusivo conocido por sus playas desiertas y sus ricos fondos marinos. También es un desafío a la hora de abastecer de luz eléctrica a los 3.000 habitantes que viven en la isla principal y los miles de turistas. Las luces que alumbran los disputados restaurantes y pensiones tienen un reverso: barcos cargados de diésel que cruzan el Atlántico cada pocos días para quemar el combustible en una central termoeléctrica. Esa realidad, no obstante, tiene los días contados. Un proyecto de Neoenergia, la filial brasileña de Iberdrola, presentado este sábado, pretende descarbonizar la isla en 2027 apostando por la energía solar.
A día de hoy, iluminar la isla supone quemar 27.000 litros de diésel cada día. Ya hay un puñado de plantas solares, pero apenas representan el 5% de la energía que se consume. Neoenergia confía en darle la vuelta a los porcentajes en poco tiempo. La construcción de dos nuevas plantas fotovoltaicas, más grandes y más eficientes que las actuales, permitirá desengancharse casi por completo del combustible fósil. Cuando estén todas en marcha, en el primer semestre de 2027, se evitará la emisión de 22.000 toneladas de CO2 cada año, según el proyecto Noronha verde presentado en la isla, en un viaje organizado por la multinacional energética.
El paradisíaco lugar se convertirá en “la primera isla oceánica habitada de América Latina” en vivir exclusivamente con energía renovable, según la compañía. Desde el fuerte de Nossa Senhora dos Remedios de la isla, el presidente de Iberdrola, Ignacio Galán, celebraba el puntapié inicial del proyecto: “Es un ejemplo de cómo transformar realidades y dejar un legado para las generaciones futuras”, dijo rodeado de autoridades y vecinos, recién llegado de la cumbre del clima de Belém, que ha reunido a más de 50 jefes de Estado y de Gobierno.
Se espera que las nuevas plantas generen energía de sobra para abastecer la isla también por la noche, porque se almacenará en baterías con una autonomía de 14 horas. Tendrán una capacidad de generación de 22 megavatios pico, pero aun así, la renuncia a los combustibles fósiles no será total. La central térmica actual se mantendrá por si acaso, para activarla cuando haya muchos días nublados o en picos de demanda, como en fin de año, cuando la isla se colapsa de turistas.
Las nuevas plantas solares costarán 350 millones de reales (6,5 millones de dólares) y ocuparán un terreno equivalente a 25 campos de fútbol en una isla extremadamente frágil y declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Los responsables aseguran que construirán en zonas no protegidas por el parque nacional y que en todo caso sólo afectarán al 1,5% del total de la isla. Otras opciones, como los molinos de energía eólica, se descartaron por su impacto en las rutas migratorias de las aves. Tampoco se ha apostado con fuerza por las placas solares en los tejados de las casas y hoteles porque no aportan energía de forma constante.
El proyecto Noronha verde de la filial brasileña de Iberdrola forma parte de un programa más amplio que desde hace años impulsa la empresa en la isla y que incluye iniciativas como la instalación de puestos de carga para vehículos eléctricos o un centro para concienciar a los chavales de la isla de las bondades del ahorro de energía. Con las placas solares, la generación de energía será más barata porque se ahorrará sobre todo en logística, pero la empresa todavía no garantiza que los vecinos vean reducida la factura de la luz.
Durante la presentación del proyecto solar, las autoridades locales confiaron en que la autonomía energética ayude a impulsar el crecimiento en los próximos años. Actualmente, por las reglas pactadas entre el Gobierno del estado de Pernambuco y el Gobierno federal, la isla sólo puede recibir 11.000 turistas al mes, pero el acuerdo sobre la cuota se está renovando y en la isla confían en que puedan aumentar la capacidad de carga. De momento, el pequeño aeropuerto de la isla se está ampliando y la terminal de pasajeros triplicará su superficie.
El administrador de la isla, Virgilio Oliveira, confesó que las nuevas placas solares también pueden ser una palanca para multiplicar los visitantes. “Doblar la capacidad energética es algo necesario para aumentar el número de turistas”, decía a este diario, remarcando que no busca un crecimiento exponencial, sino “un turismo sostenible”, compatible con el medio ambiente.
La presión sobre Noronha, que siempre consigue colocar a alguna de sus playas en los rankings de “las más bonitas del mundo” no cesa, a pesar de que es uno de los destinos más caros de Brasil. A los elevados precios de hoteles y restaurantes se suman la entrada del parque nacional (384 reales, algo más de 70 dólares) y una tasa diaria de un mínimo de 18 dólares. El tributo fue creado a finales de los ochenta y busca preservar la biodiversidad del archipiélago.
No obstante, los desafíos permanecen: desde la falta de tratamiento de las aguas residuales hasta las construcciones desordenadas, pasando por los agresivos arbustos exóticos que prácticamente acabaron con la flora nativa. También siguen en pie los postes de la luz con sus respectivas marañas de cables, visibles incluso en rincones idílicos como la playa do Meio. De momento, Neoenergia no tiene planes para enterrarlos.