El béisbol, nuevo botín de Ortega y Murillo: el régimen nicaragüense disuelve la Liga Profesional
La pareja presidencial culmina su golpe contra el histórico dirigente sandinista Bayardo Arce, padrino del béisbol en el país centroamericano y detenido a finales de julio
En Nicaragua hay una verdad indiscutible: el béisbol es el “deporte rey”. Y otra, hasta hace poco, era que Bayardo Arce –comandante sandinista y exasesor presidencial en asuntos económicos– era uno de sus principales impulsores. Durante años dirigió al Bóer, el equipo más popular y con mayores recursos, y fue uno de los hombres fuertes de la Liga Profesional de Béisbol. Pero en julio pasado “cayó en desgracia”: el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo lo arrestó en medio de la purga interna con la que la copresidenta allana el camino a una sucesión dinástica.
A partir de su detención, el último zarpazo en contra del entorno económico y de confianza de Arce ha sido la cancelación de la Liga Profesional de Nicaragua (LNBP) por parte del Ministerio de Gobernación. En sustitución, se creó otra entidad jurídica, llamada Asociación Profesional de Béisbol Nicaragüense. El régimen le otorgó la dirección a Cristhian Jiménez, un militante leal a la pareja copresidencial, surgido en las filas de la Juventud Sandinista.
Antes de la creación de la nueva entidad deportiva, el 14 de agosto de 2025, agentes de la policía catearon las oficinas de la Liga de Béisbol Profesional de Nicaragua, dirigida por Pancansán Arce, hijo del comandante sandinista histórico “caído en desgracia” por enfrentarse a Murillo. El comandante Arce no es una figura menor en el sandinismo: fue uno de los nueve líderes de la revolución en los ochenta y una figura históricamente cercana a Ortega, a tal punto que fue uno sus hombres claves en los negocios y uno de los artífices de la fracturada relación de “diálogo y consenso” entre el Gobierno y el gran capital.
Desde que Murillo consolidó su poder, la figura de Arce fue eclipsada. En 2007, fue nombrado asesor presidencial y ratificado en el cargo el 16 de agosto de 2024. Llegó a ser uno de los hombres de más confianza del régimen. Sin embargo, como parte de la vieja guardia sandinista, la copresidenta mantenía diferencias con él, lo que lo dejó reducido a un cargo meramente protocolario, sin funciones y dedicado a sus múltiples negocios privados.
Arce ha sido uno de los funcionarios críticos con el creciente poder de Murillo y fue purgado para sacarlo de la ecuación ante una eventual sucesión dinástica, coinciden fuentes sandinistas consultadas por EL PAÍS.
El negocio del béisbol
En octubre de 2024, Arce cedió ante las presiones y entregó el popular equipo del Bóer y lo asumió un personero cercano a la pareja copresidencial. Nicaragua –un país eminentemente beisbolero y cuna de diferentes grandes ligas, como la leyenda Denis Martínez, proscrito por el régimen– tiene dos ligas mayores. Una es el Campeonato Germán Pomares, que trata de incluir a equipos de todos los departamentos y regiones del país, y funciona gracias a una subvención gubernamental, y la Liga Profesional que Arce empujaba.
La Liga Profesional funcionó durante casi dos décadas y con el tiempo se consolidó como un negocio atractivo, hasta tal punto que comenzaron a fichar a jugadores internacionales. Sin embargo, en los últimos años, los hijos de Ortega y Murillo han ganado preponderancia en torno al béisbol profesional. El ejemplo más reciente ocurrió en agosto recién pasado, cuando Maurice Ortega Murillo recibió en Managua a Dusty Baker, legendario entrenador de las Grandes Ligas y de los Gigantes de San Francisco, como nuevo entrenador de la selección nacional de Nicaragua que participará en el Clásico Mundial de Béisbol de 2026. O abanderando a una selección juvenil.
Fuentes cercanas al béisbol y el partido sandinistas coinciden en que el interés de la familia de caudillos es controlar el deporte profesional en el país, como ya sucede con el fútbol, en un afán totalitario de dominar todas las instancias posibles de la sociedad.
No obstante, el periodista deportivo Miguel Mendoza considera que el cambio de nombre de la Liga no representa una novedad en sí mismo, sino una formalidad. “No es que el régimen esté arrebatando el béisbol ahora, ellos ya estaban apoderados desde hace mucho tiempo”, sostiene. Recuerda que fue el propio Arce quien, en 2009, revivió la Liga Profesional tras un año sin patrocinadores, y lo hizo con apoyo directo del Estado, que desembolsaba hasta 250.000 dólares en derechos de televisión para financiar a los equipos. Desde entonces, la dictadura tenía un pie en el diamante.
El verdadero quiebre, explica Mendoza a EL PAÍS, ocurrió en 2017, con la inauguración del nuevo Estadio Nacional Dennis Martínez, cuyo nombre fue cambiado a Soberanía en represalia a las críticas del ex grandes ligas al régimen. Hasta entonces, el Bóer y la Liga controlaban el anterior estadio capitalino: cobraban taquillas, cantinas y vallas sin pagar al Estado. Pero en el nuevo estadio, el negocio pasó a manos de los hijos de Ortega y de Fidel Moreno, mano de derecha de la copresidenta Murillo. Arce protestó públicamente, pero apenas recibió una compensación simbólica de 30.000 dólares. Fue el principio del declive financiero del Bóer, que empezó a perder patrocinadores y protagonismo.
Con el tiempo, Arce fue cediendo espacios: primero perdió el Bóer en el Pomares, luego el control de la Liga Profesional, aunque su hijo Pancansán se mantuvo en la presidencia durante un breve lapso. “Los equipos siempre han estado en manos de figuras vinculadas al régimen”, recuerda Mendoza. La diferencia, concluye, es que esta vez la purga política alcanzó de lleno a Arce. Lo que antes era una convivencia desigual entre el comandante sandinista y la familia presidencial, ahora se resolvió con su prisión política. El béisbol, emblema de identidad nacional, queda así bajo control absoluto de la pareja copresidencial, como otro espacio más donde el régimen despliega su poder en Nicaragua.