De “padre de Perú” a “usurpador y asesino”: vuelve al centro de Lima la estatua de Francisco Pizarro

Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, y Rafael López Aliaga, alcalde de la capital peruana, develan el monumento de bronce dedicado al conquistador español que derrotó a los incas

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y el alcalde de Lima, Rafael López Aliaga, develan la estatua de Francisco Pizarro este sábado en Lima.Aldair Mejía (EFE)

—Somos un país que le rinde pleitesía a su conquistador.

—Fue un proceso histórico. Solo están regresándolo al lugar donde pertenece.

—Lima, racista y corrupta, ¿por qué permites todo esto?

—Gracias a él no estamos comiendo solo papa y chuño.

—Es un incentivo a la mentalidad colonial.

— ¡Viva la hispanidad!

—Usurpador y asesino.

—Padre de la peruanidad.

—Ya lo derribarán.

—Si no les gusta ver la estatua, váyanse a vivir a la sierra.

En medio de ese coro de posiciones opuestas e irreconciliables, este sábado la estatua ecuestre de Francisco Pizarro ha vuelto a ser instalada en el Centro Histórico de Lima, en el día central de las celebraciones por el aniversario 490 de la capital peruana. Donado por la viuda del escultor estadounidense Charles Cary Rumsey, el monumento ha provocado los debates más afiebrados desde que fue colocada sobre un pedestal en el frontis de la Basílica Catedral de Lima en 1935.

Han sido el burgomaestre de la ciudad, Rafael López Aliaga, e Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, quienes han develado la estatua de bronce, en el Pasaje Santa Rosa, a unos metros de la Plaza Mayor. “Hoy conmemoramos no solo el nacimiento de una ciudad, sino también el inicio de un encuentro histórico que transformó para siempre el mundo. Pizarro no solo fue un conquistador, sino un hombre visionario que entendió que el Perú sería mestizo o no sería”, sostuvo Díaz Ayuso, criticada en los últimos días por romantizar la pobreza durante una visita a un asentamiento humano en las periferias de Lima.

La escultura, que originalmente medía 6,6 metros de altura y pesaba 5.850 kilos, representa a un Francisco Pizarro cabalgando, con la espada desenvainada, vestido con un traje medieval. En los últimos noventa años ha sido removida en cuatro ocasiones y hasta permaneció durante diecisiete meses en un depósito. En 1952, debido a la resistencia de la Archidiócesis de Lima, fue retirada del atrio la Catedral a un solar aledaño —que sería rebautizado como Plaza Pizarro— por orden del presidente, el general Manuel Odría. En un hecho contradictorio, el monumento fue presentado un 28 de julio de 1952, día en el que se conmemora la Independencia del Perú.

Desde aquellos años comenzó a tejerse una leyenda que permanece hasta la actualidad: que el hombre de bronce encima del caballo no es Francisco Pizarro, sino Hernando Cortés, el conquistador español que venció al imperio azteca. Y que como México no quiso recibirlo fue donado al Perú con engaños. La figura de Pizarro despierta discrepancias, incluso en sus biógrafos. Varios de ellos indican que quien supo derrotar a los incas no fue un criador de cerdos y que no fue un analfabeto durante toda su vida, como se afirma. Lo cierto es que el español, natural de la ciudad extremeña de Trujillo, fundó Lima un 18 de enero de 1535 en las riberas del río Rímac. Y fue bautizada como la ‘Ciudad de los Reyes’.

En los años noventa, un arquitecto llamado Santiago Agurto Calvo impulsó una moción para retirar la estatua ecuestre de la Plaza Pizarro, al costado de Palacio de Gobierno. En un artículo periodístico expuso que era necesario “descabalgar” al líder de la invasión española porque era “lesivo para la peruanidad” y porque su imagen de “conquistador” había sido motivada por “la alienación, egoísmo y plutocratismo de los gobernantes” y la “pasividad, desorientación y acomplejamiento de los gobernados”. Sus deseos se harían realidad recién el 26 de abril de 2003.

Entre gallos y medianoche, el monumento fue removido por disposición del alcalde de Lima, Luis Castañeda Lossio, quien justificó su medida mediante una carta. “La conquista significó para los pueblos indígenas un etnocidio. No hubo un encuentro ni diálogo de culturas, sino una imposición y persecución de nuestros pueblos ancestrales de costa, andes y amazonía […] Siempre nos pareció de pésimo gusto y culturalmente erróneo que nuestras autoridades políticas hayan conservado en lugar privilegiado un símbolo que rinde culto al conquistador, lo cual ha proyectado durante largo tiempo una carencia de visión y autoestima nacional”, expuso. Curiosamente, Castañeda Lossio fundó el partido político que heredó el actual burgomaestre de Lima, Rafael López Aliaga, quien ha impulsado su retorno al Centro Histórico.

El siguiente destino de la estatua ecuestre fue un depósito, ubicado en el Cercado de Lima, donde se empolvó durante diecisiete meses. Hasta que a fines del 2004 fue reubicada en el Parque La Muralla, cerca de los rieles del tren, sin el pedestal y sin la ubicación estelar de antaño. Dos décadas después, Prolima, el órgano desconcertado de la Municipalidad de Lima que promueve la recuperación del Centro Histórico, ha logrado su retorno, con la venia del alcalde, en el aniversario 490 de la ciudad.

Es importante precisar que existe una réplica de la estatua de Francisco Pizarro, en su tierra, en el Municipio de Trujillo en Extremadura, y otra en Búfalo, en Nueva York. En otro acto que no ha divido aguas se ha repuesto en su lugar original, al lado de Palacio de Gobierno, el monumento en honor a Taulichusco, el último curaca inca del valle de Lima.

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