La “primavera democrática” que prometió Bernardo Arévalo aún no florece en Guatemala

La lucha contra la corrupción, principal promesa de campaña del presidente, se ve empañada por la resistencia de sectores del poder judicial y de la Fiscalía

El presidente de Guatemala, Bernardo Arévalo, durante el informe sobre su primer año de gestión.David Toro (EFE)

El presidente de Guatemala, Bernardo Arévalo, cumple esta semana un año en el cargo. Doce meses en los que la lucha contra la corrupción, su principal promesa de campaña, se ha convertido en una carrera de obstáculos. La llegada del mandatario progresista supuso un soplo de aire fresco en un país carcomido por la descomposición de las instituciones, especialmente el sistema judicial. Ese “pacto de corruptos” que dominó la esfera pública sigue en pie y amplios sectores de la ciudadanía demandan a Arévalo una respuesta más contundente.

“En un año no se termina la corrupción. ¿Terminamos con la corrupción? No. Pero estamos luchando contra la corrupción de frente y de manera determinada […]. Y sí, nos sentimos solos a veces porque el Ministerio Público no apoya”, dijo el presidente en referencia a la Fiscalía, uno de los organismos que más resistencia opone a cualquier cambio y sigue tratando de emprender cacerías políticas, durante la conferencia previa a la presentación oficial de su informe de primer año de gestión.

El mandatario agregó que uno de los indicadores para medir esa lucha es el número de denuncias, 216, que la Comisión Nacional contra la Corrupción presentó ante el Ministerio Público (MP) en 2024. Sin embargo, según datos oficiales, siete de esas denuncias fueron archivadas, 17 desestimadas y 24 no fueron atendidas. La Fiscalía sigue a los mandos de Consuelo Porras, una funcionaria que ha sido sancionada por Estados Unidos, Canadá y varios países de la Unión Europea debido a sus intenciones de “socavar la democracia” en el país centroamericano.

Tras ganar las elecciones, Arévalo anunció que pediría a Porras la renuncia y a pesar de los intentos de citarla y solicitarle su dimisión no ha podido removerla de su cargo. Además, Porras está protegida por la ley ya que el Ministerio Público es un ente autónomo, por lo que destituirla no es simple. Al presidente le queda más de un año para lidiar con su antagonista, porque su cargo al frente del Ministerio decae en mayo de 2026.

La evaluación de Arévalo

Analistas y ciudadanos consultados coincidieron, además, en que el bloqueo en el Ministerio de Comunicaciones, Infraestructura y Vivienda (CIV) no permitió avances en la construcción y mejoramiento de carreteras; y cuestionaron la baja ejecución presupuestaria y el desempeño del oficialismo, encarnado por el Movimiento Semilla, en el Congreso. La cartera de Comunicaciones es uno de los 13 ministerios históricamente más señalado de corrupción debido a los negocios ilegales que se pactan para la contratación y el pago de las obras contratadas cada año. Arévalo llegó con el propósito de “limpiar” la entidad, pero los poderes empresariales y políticos allí enquistados no se lo permitieron, al punto de “bloquear” los planes del nuevo gobierno y no permitirle ejecutar todo el presupuesto de esa cartera.

Durante 2024, dos ministros ocuparon el CIV: Jazmín De la Vega, quien fue destituida en mayo por aparentemente no seguir las instrucciones de Arévalo en el pago de la deuda a proveedores, y Felix Alvarado, que renunció en noviembre. Alvarado dijo en una entrevista con el medio local Prensa Libre que en Guatemala la obra pública solo se concreta si hay corrupción. Al día siguiente de esa aseveración, el Ministerio Público allanó su residencia y abrió un caso en su contra por supuesto lavado de dinero.Al inicio de esta semana, Arévalo presentó al tercer y nuevo ministro que dirigirá el CIV, un militar experto, según el gobernante en el tema de caminos.

“Había muchas expectativas que se iba a combatir la corrupción, eso denota de mucha gente que no sabe que la corrupción es una cosa prácticamente enraizada. Creo que hay un poco de decepción porque la gente pensó que iba a haber más dinamismo”, cuestionó Maria del Carmen Aceña, exministra de Educación e investigadora asociada del Centro de Investigaciones Económicas Nacionales (CIEN). Francisco Marroquín pertenece a un sector social que aupó a Arévalo. Estudiante universitario de 21 años, comenta que entre sus principales expectativas estaba que Arévalo mejoraría la infraestructura de carreteras, hospitales y escuelas. Algo en lo que considera debería priorizar el Gobierno este año.

En relación con el Congreso, el Movimiento Semilla no logró formar bancada porque su representación jurídica quedó suspendida, lo que les restó poder político la mayor parte del año. Sin embargo, al final consiguieron la aprobación de leyes que ellos promovieron, un Presupuesto General de la Nación para 2025 acorde con sus requerimientos, aunque en medio de esa sesión, el pasado noviembre, los diputados también aprobaron un incremento de sus salarios del 82% que el oficialismo no pudo frenar.

“Los guatemaltecos están un poco desencantados, aunque le van a dar el beneficio de la duda este año. Pero no quieren ver un Congreso tan corrupto como lo que vimos en la aprobación del presupuesto y de la guinda del pastel cuando se aumentaron el salario”, indica Aceña. El analista político y columnista Renzo Rosal es menos duro con Arévalo y le da un siete de 10 de calificación en su primer año. “Nunca habíamos tenido la experiencia en el país de tener un conjunto de actores, tanto públicos como no públicos, orientados a embestir al Gobierno y sacarlo de la jugada. Este Gobierno entró con enemigos, enemigos abiertos, evidentes que se mantienen hasta el día de hoy y que intentaron deponer esa segunda vuelta electoral y la toma de posesión”, explica.

Según Rosal, los detractores continúan con la idea de sacar de la jugada al presidente y eso le da el tono “especial” al Gobierno porque tiene a los enemigos en el interior. También enfatizó que Guatemala ha recuperado la imagen a nivel internacional que quizás no es incorruptible, pero es “sano y distante a las evidentes muestras de impunidad” que tuvieron los Gobiernos anteriores.

Sofía Poladura, 21 años, estudiante del último año de Relaciones Internacionales, opina que Arévalo tuvo un año bastante difícil y un poquito desordenado. Algo comprensible, considera, por las barreras políticas y económicas que tuvo. “Considero que hay cosas que él no podía hacer, pero también hay cosas que si debió hacer y se mantuvo tibio”, señala.

Los retos

El presidente adelantó el lunes pasado que entre sus prioridades para este año están las obras de infraestructura, puntualmente las carreteras del país y disminuir los precios de la canasta básica.

Sin embargo, los analistas también le piden resultados en la lucha contra la desnutrición pues en 2024 murieron 83 niños y niñas menores de cinco años por desnutrición aguda, 29 más que el año anterior. Otra solicitud de sociedad civil es que Arévalo logre detener la persecución judicial que el Ministerio Público y las Cortes tienen contra de periodistas, defensores de derechos humanos y activistas porque, aunque son entes autónomos al Ejecutivo los guatemaltecos esperan más del presidente en este tema.

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