Juan José Zúñiga, el general que odia a Evo Morales y dice escuchar la voz de Dios
El militar golpista, encumbrado por el presidente Luis Arce, mantenía un enconado enfrentamiento con el que fuera mandatario de 2006 a 2019
Hace apenas siete meses, el general boliviano Juan José Zúñiga Macías les sugería a los “antipatria” que “no pierdan su tiempo golpeando los cuarteles militares” en busca de apoyos para derrocar al Gobierno. Fue en noviembre pasado, cuando afirmaba que “el pueblo le dio al Ejército el mandato de que Luis Arce es el presidente y capitán general de las Fuerzas Armadas; y el Ejército va a dar fiel cumplimiento al mandato del pueblo, porque la voz del pueblo es la voz de Dios”. Este miércoles, el nombre de Zúñiga tuvo la triste notoriedad de ser repetido en Bolivia, en Latinoamérica y gran parte del mundo, justamente por no haber respetado ese mandato: fue el general que lideró un intento de golpe de Estado contra Arce. Terminó destituido y detenido.
Zúñiga había sido nombrado por el propio Arce comandante del Ejército en noviembre de 2022 y había sido ratificado en el cargo en enero pasado, cuando el presidente hizo un cambio de las autoridades militares. Su encumbramiento y el respaldo posterior fueron interpretados por los analistas locales como un premio a su lealtad. Los cuestionamientos contra Zúñiga, oriundo del municipio potosino de Uncía, señalaban que carecía de los méritos militares necesarios para encabezar el Ejército y recordaban que, en el orden de calificaciones de su promoción, la de 1990, había ocupado el puesto 48 entre 65 oficiales.
Cuando fue nombrado por Arce al frente del Ejército, ya era evidente el enfrentamiento de Zúñiga con el expresidente Evo Morales y, de alguna manera, su nombramiento ponía en primer plano las diferencias entre Arce y Morales. Pocas semanas antes de ser designado, Morales había acusado a Zúñiga, entonces jefe del Estado Mayor, de integrar un grupo denominado Pachajcho desde donde, aseguró, se instrumentaba un “plan negro” para espiarlo y perseguirlo, en connivencia con funcionarios del Gobierno.
“Hay que cuidarse del grupo Pachajcho, organizado desde el jefe del Estado Mayor del Ejército. Miembros militares que están detrás de Evo, detrás de los dirigentes, persecución permanente. Cualquier momento este grupo Pachajcho del Ejército va a montar pruebas, quiero adelantarles, alertar al pueblo”, había expresado Morales en octubre de 2022. De acuerdo con la prensa boliviana, Zúñiga es un experto en inteligencia militar y conoce de cerca a los movimientos sociales y a sus líderes.
Sus detractores recordaban también, según tuvo amplia difusión en medios locales, que en 2013 Zúñiga había sido acusado por el desfalco de 2,7 millones de bolivianos (unos 365.000 euros) destinados al pago de bonos gubernamentales cuando era comandante del Regimiento Max Toledo. En Bolivia, el Ejército entrega directamente bonos destinados a personas mayores y estudiantes escolares en los lugares más apartados del país. En enero de 2014, junto a una docena de militares, Zúñiga tuvo que cumplir siete días de arresto por aquellas irregularidades. En su defensa, alegaría que la sanción se debió a un sumario interno, no a un proceso por delitos, que lo encontró responsable de no haber controlado correctamente a sus subordinados.
La tensión entre Morales y Zúñiga había crecido en las últimas semanas hasta estallar este lunes. Morales acusó al militar de estar a cargo de un plan para eliminarlo físicamente, junto a sus allegados más próximos. El ahora destituido comandante del Ejército respondió en una entrevista por televisión que Morales “no puede volver a ser más presidente de este país” —en alusión a las elecciones de 2025 y la inhabilitación del exmandatario dictada por el Tribunal Constitucional Plurinacional— y que “las Fuerzas Armadas tienen la misión de hacer cumplir la Constitución”. Y agregó: “Nosotros somos un brazo armado del pueblo, un brazo armado de la Patria”.
La réplica de Morales no se demoró: dijo que ese “tipo de amenazas nunca se dieron en democracia” y que si no eran desautorizadas por el Gobierno y las autoridades militares “se comprobará que lo que en verdad están autorizando es un autogolpe”.
Explicado el enfrentamiento, y tras las reacciones de rechazo a los dichos de Zúñiga, Arce resolvió destituirlo como comandante del Ejército, pero no lo reemplazó de inmediato por otro militar. Zúñiga se declaró aún al mando del Ejército y su paso siguiente ha sido encabezar un asalto militar al Palacio Quemado, tras ocupar la Plaza Murillo, en el centro de La Paz. El presidente lo enfrentó en la puerta de la sede de Gobierno, pero la asonada se prolongó varias horas, durante las cuales Zúñiga amenazó con hacer cambiar el Gabinete gubernamental y con exigir la liberación de “presos políticos” civiles y militares.
Arce ha tomado ya juramento al nuevo jefe del Ejército, José Sánchez Vázquez, quien ordenó el retiro de las tropas movilizadas, y Zúñiga abandonó la plaza en la misma tanqueta en que había llegado. Luego, el Gobierno dictó la orden de arresto por la que el militar fue finalmente detenido. Para complicar aún más las cosas, antes de ser arrestado, Zúñiga acusó a Arce de haber orquestado el levantamiento militar para realzar su imagen.
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