Colombia, un país de oportunidades
Hoy, más que nunca, necesitamos un debate económico informado y respetuoso. Debemos construir sobre lo construido, con evidencia, con diálogo y con visión de país
En momentos de incertidumbre y polarización, tendemos a caer en el pesimismo. El exceso de información (y también de desinformación) nos hace ver un panorama complejo y sin muchas salidas a la vista. Pero no podemos perder la perspectiva: Colombia es un país lleno de oportunidades y de desafíos que son, a su vez, posibilidades para crecer de forma sostenible.
Esto nos llama a hacer una pausa y preguntarnos...
En momentos de incertidumbre y polarización, tendemos a caer en el pesimismo. El exceso de información (y también de desinformación) nos hace ver un panorama complejo y sin muchas salidas a la vista. Pero no podemos perder la perspectiva: Colombia es un país lleno de oportunidades y de desafíos que son, a su vez, posibilidades para crecer de forma sostenible.
Esto nos llama a hacer una pausa y preguntarnos nuevamente cuál es el país que queremos. Con esto en mente, hay que tomar acción frente a los retos que debemos enfrentar, recuperar la confianza y recalcular la ruta hacia una visión que trascienda intereses particulares y se enfoque en generar crecimiento sostenible y bienestar para todos.
Hoy, más que nunca, necesitamos un debate económico informado y respetuoso. Debemos construir sobre lo construido, con evidencia, con diálogo y con visión de país. Por eso señalo algunos elementos que no debemos perder de vista en esta conversación.
Un crecimiento del PIB de 3% no es suficiente para crear más oportunidades y cerrar brechas. Necesitamos una economía más dinámica y diversa. Para ello, es esencial invertir más (hoy la inversión ronda el 17% del PIB) pues la economía hoy está apalancada en el consumo y en el gasto público, una receta que es difícil sostenerse en el tiempo.
Nuestro aparato productivo puede ser más amplio y diverso. En 2024, la creación de empresas disminuyó 2,8% y en el primer semestre de 2025 aumentó 1,9%, según Confecámaras. Hay que crear las condiciones para que todos los negocios tengan cabida: desde la economía popular, los trabajadores independientes y las pymes hasta las grandes empresas, lo cual pasa por tener reglas estables, mayores incentivos, y por supuesto más acceso a financiación, entre otros.
Hay que impulsar el desarrollo de sectores con gran impacto. El que el consumo jalone nuestra economía nos muestra que también hay potencial para impulsar sectores alineados con las dinámicas del mercado y de los consumidores: agro, energía, turismo, infraestructura, construcción, entretenimiento y logística, son algunas de las industrias con potencial para impulsar el tejido productivo, la competitividad del país, la innovación, el empleo y el bienestar de las personas.
Esto es clave además para mejorar la calidad del empleo. Aunque el desempleo cayó a 8,2% en octubre, que según el DANE es uno de los registros más bajos en varios años, la informalidad está por encima del 55% y con ello la inestabilidad laboral y el bajo acceso a la seguridad social. Tenemos que poner sobre la mesa estrategias innovadoras para aumentar la formalidad.
Hay mucho más por hacer, en lo individual y en lo colectivo, desde el sector público y el privado. Pero no podemos seguir desperdiciando oportunidades. Cada día que espera una persona para montar su negocio, un empresario para invertir en su capacidad de producir, un exportador para buscar mercado vale mucho.
En medio del ruido del momento que vivimos, necesitamos que el debate económico vuelva a lo esencial: cómo crecer más, cómo invertir mejor y cómo reducir la desigualdad. No se trata de escoger entre visiones opuestas, sino de construir una agenda mínima de país que encamine la inversión hacia sectores estratégicos y asegure que el crecimiento llegue a más colombianos.
Nada de eso será posible si no construimos confianza: en nuestra democracia, en nuestra economía y en nuestra sociedad. En Colombia las instituciones han demostrado que funcionan, que resisten y que tienen la capacidad de hacer contrapesos y ofrecer ciertas garantías. De ahí la importancia de fortalecerlas, rodearlas y defenderlas. Pese a ello, la confianza entre instituciones, empresas y ciudadanía es hoy un activo escaso.
El futuro del país está en nuestra capacidad para transformar la incertidumbre en acción, en la capacidad de escucharnos, de lograr acuerdos en lo básico y de trabajar para obtener resultados concretos. Pongamos el foco en las ideas que nos movilizan, que nos unen, y que nos invitan a actuar en pro de nuestros grandes sueños. Repensemos a Colombia en grande.