Petro logra un balón de oxígeno tras un inicio de año asfixiante
La aprobación de la reforma a la salud por la Cámara de Representantes señala el final de un bimestre marcado por la llegada de Trump, el congelamiento de sus reformas y las crisis de Gabinete y en el Catatumbo
La aprobación de la reforma a la salud del Gobierno de Gustavo Petro, este jueves, en la plenaria de la Cámara de Representantes, no es solo la primera victoria legislativa del Ejecutivo colombiano en lo que va del año. Es también le prueba de que el frenético inicio de 2025 ―con crisis simultáneas en frentes que van de las relaciones con Estados Unidos al conflicto armado, de inesperadas dificultades legislativas a peleas intestinas― ha quedado atrás. A exactamente 17 meses de que llegue un nuevo presidente a la Casa de Nariño, las aguas regresan a un cauce que en todo caso no es ni ha sido tranquilo.
Desde inicios de 2023, Petro puso la reforma del sistema sanitario en el corazón de su Gobierno. Aunque desde entonces haya agitado otras banderas políticas, desde la embolatada apuesta de pactar la paz en simultánea con todas las organizaciones ilegales en su llamada paz total hasta la reivindicación de la necesidad de reindustrializar la economía colombiana, 2024 se cerró con un traspié inesperado. El Gobierno ha mantenido las mayorías en la Cámara desde sus inicios, y pese a ello, la segunda versión de esta reforma estaba paralizada en su plenaria desde diciembre. El Ejecutivo anunció desde enero que convocaría a sesiones extraordinarias para recuperar el tiempo perdido, pero tardó semanas, las extras se saldaron con pequeños avances y un choque del ministro de Salud con la Corte Constitucional llevó a una nueva parálisis.
Mientras la reforma parecía olvidada, el Gobierno enfrentaba crisis tras crisis. Primero fue la sangrienta arremetida de la guerrilla del ELN en el Catatumbo, región cocalera y fronteriza con Venezuela, que llevó a Petro a declarar un estado de excepción. Pocos días después, el presidente chocó con el recién posesionado Donald Trump por las condiciones en las que Estados Unidos enviaba al país a migrantes rechazados, una puja breve, pero que llevó a Colombia a los titulares de la prensa del mundo y dejó al Gobierno con el pulso acelerado, con un presidente en furia. Luego vino la designación de Armando Benedetti como jefe de Despacho, y las críticas que recibió el presidente por ello en un Consejo de Ministros televisado de forma inédita, que dejaron al desnudo hondas fisuras intestinas y llevó a una crisis del Gabinete. Petro tenía el agua al cuello.
Tras un mes y el cambio de 9 de los 19 ministros ―incluyendo la sonada salida de la vicepresidenta Francia Márquez de su función como cabeza del Ministerio de la Igualdad― ha llegado cierto sosiego el Gobierno. Las salidas, confirmadas este jueves, de Luis Carlos Reses de Comercio o Alexander López de Planeación Nacional, no han agitado el ambiente. Más que un viraje político, Petro ha liderado un recambio de personas. Con Benedetti ahora a cargo del poderoso Ministerio del Interior, ha creado un equipo renovado, más fresco y con menos roces que el anterior. Mantiene a un político tradicional a cargo de la política, fichas de partidos tradicionales en Deporte o TIC, un líder afrocolombiano en Igualdad. No hay una nueva coalición ni un cambio en el discurso frente a un año que el presidente ha indicado que debe ser el de la ejecución de sus promesas. La crisis política no movió el apoyo al Gobierno de forma significativa, según la encuesta Invamer publicada la semana pasada: la aprobación de la gestión de Petro cae el 34% al 32%, dentro el margen de error de 2,5% el estudio, y la desaprobación sube el 60% al 63%. No son los peores resultados de estos dos años y medio, pero tampoco los mejores.
La situación en el Catatumbo también parece ir regresando a una normalidad llena de problemas y dolores, pero que no es la crisis de inicios de año. El presidente lanzó su pacto social por el Catatumbo este jueves, en una visita con varios ministros al municipio más poblado de la región, Tibú. El resto del Gabinete estaba en el Capitolio, acompañando la decisión de la Cámara de Representantes. No hubo alertas de atentados, ataques en las inmediaciones, nada que distinguiera exteriormente ese evento de cualquier otro liderado por el alto Gobierno en algún pueblo de Colombia. Fue otra prueba de que el Gobierno ha ganado oxígeno. Oxígeno que requiere para sacar adelante la reforma a la salud (y su hermano proyecto de reforma laboral) en el más opositor Senado, para lograr acuerdos finales en la paz total, para lidiar con Trump. Para lograr la meta de Petro y sus aliados de conformar un frente amplio que mantenga el poder en las elecciones de 2026.