Entre victorias políticas electorales y fracasos gubernamentales

En distintos lugares del mundo, quienes fueron candidatos victoriosos han pasado a ser gobernantes vituperados. En ese trance están desde Macron en Francia y Olaf Scholz en Alemania, hasta Gustavo Petro en Colombia

Gustavo Petro en Fusagasugá, Colombia, el 11 de mayo de 2022.Guillermo Legaria (Getty Images)

“Un fracaso nunca se improvisa, un fracaso se construye”, Joan Fuster.

Tal parece ser la constante en la vida política nacional e internacional. A las victorias políticas alcanzadas en las urnas siguen los fracasos gubernamentales provocados. Cada vez es más insondable la distancia entre lo dicho por el candidato en campaña y lo hecho por el gobernante en ejercicio. Así las cosas, lo primero que pierde el gana...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

“Un fracaso nunca se improvisa, un fracaso se construye”, Joan Fuster.

Tal parece ser la constante en la vida política nacional e internacional. A las victorias políticas alcanzadas en las urnas siguen los fracasos gubernamentales provocados. Cada vez es más insondable la distancia entre lo dicho por el candidato en campaña y lo hecho por el gobernante en ejercicio. Así las cosas, lo primero que pierde el ganador al empezar a gobernar desde los aposentos estatales –que están muy lejos de ser el “poder”— es la confianza ciudadana. Luego pierde la credibilidad y por último hasta el respeto. Dilapida en cuestión de días o meses su capital político electoral. De candidato victorioso pasa a ser un gobernante vituperado y repudiado. En ese trance están Emmanuel Macron en Francia, Olaf Scholz en Alemania y Gustavo Petro en Colombia, obviamente con diferencias y matices sustanciales.

Entonces el gobernante de turno comprueba, con dramatismo, que su gobernabilidad es devorada por el agujero negro de la incompetencia y/o la corrupción, que combinadas succionan todo e incluso amenazan con devorarlo a él mismo. Es lo que acaba de suceder en Francia, con la renuncia del primer ministro Michel Barnier, destituido por la Asamblea Nacional con 331 votos a favor de la moción de censura. Es lo que le va a suceder al canciller de Alemania, Olaf Scholz, cuando pierda la moción de confianza que votará el Bundestag el próximo 16 de diciembre. Y es lo que le está sucediendo al presidente Petro y el Pacto Histórico.

¿De crisis de gobernabilidad a crisis de legitimidad?

Con la enorme y grave diferencia de encontrarse Petro al frente de un régimen presidencial, cuyo período constitucional termina el 7 de agosto de 2026, lo que amenaza con convertir la actual crisis de gobernabilidad en una incontenible de ingobernabilidad e ilegitimidad, dada la avalancha de corrupción en la UNGRD. Una avalancha que ya arrastró al saliente ministro de Hacienda y Crédito Público, Ricardo Bonilla, al torrente de los desempleados.

Avalancha que agudiza el mismo presidente Petro, al nombrar como su asesor en la Casa de Nariño al inefable Armando Benedetti. Una decisión oficialmente más turbia que el ingreso clandestino del indeseable alias Job[1], por los sótanos de la “Casa de Nari”, durante la presidencia de Álvaro Uribe Vélez. El ingreso de ambos personajes revela la descomposición cacocrática[2] de sus respectivos gobiernos y las semejanzas entre los máximos líderes y antagonistas de la política colombiana, Uribe y Petro, al permitir la presencia en la Casa de Nariño de semejantes personajes. Benedetti, moralmente decadente y Antonio López, Job[3], un peligroso criminal, quien fuera asesor político de “don Berna” –Diego Fernando Murillo- cabeza de la oficina de sicarios de Envigado.

Es inadmisible que el “presidente del cambio” nombre como asesor a Benedetti con un salario de 21 millones de pesos mensuales, sin que conozcamos exactamente sus funciones, más allá de serle leal y pagarle sus servicios por los aportes en el caribe a su triunfante campaña presidencial.

¿Del “Golpe blando” al electoral del 2026?

Con semejante nombramiento, Petro configura el escenario del golpe electoral que se daría en las urnas en el 2026, donde probablemente gane una combinación mediática de la “belleza” con la “fuerza”. Tal parece ser la fórmula que círculos de la extrema derecha preparan con la figura de una supuesta “periodista, periodista”, para la presidencia, y el general (r) Zapateiro, vicepresidencia, con su grito de guerra victorioso: “Ajúa”[4]. Entonces se cumpliría la sentencia del pensador pancatalán Joan Fuster[5]: “Un fracaso nunca se improvisa, un fracaso se construye”, que deberían tener presente el presidente Petro y el Pacto Histórico, dedicándose a recobrar la confianza y la credibilidad ciudadana en este escaso año y medio que les queda.

“Buenos Tiempos”

Si no lo hacen, entonces en 2026 volverán a la Casa de Nariño y serán mayoría en el Congreso los mismos de siempre. Aquellos que, otro catalán, Joan Manuel Serrat, describió perfectamente en su canción “Buenos Tiempos”[6]: “Corren buenos tiempos, buenos tiempos para la bandada de los que se amoldan a todo con tal que no les falte de nada… Tiempos fabulosos para sacar tajada de desastres consentidos y catástrofes provocadas… Tiempos fabulosos para plañideras, charlatanes visionarios y vírgenes milagreras… Corren buenos tiempos, buenos tiempos, preferentemente para los de toda la vida, para los mismos de siempre. Para los mismos de siempre. Siempre. Siempre”.

Esa canción de su álbum Sombras de la China, de 1998, resume el reciente triunfo presidencial de Trump con Elon Musk. También describe nuestra actual y prematura campaña electoral por la presidencia en el 2026, pues ya tenemos más de una “plañidera” y varios “charlatanes visionarios”. Es más, la letra nos habla del presente y avizora lo que nos puede pasar desde el 2026 hasta el 2030: Tiempos fabulosos, fabulosos para sacar tajada de desastres consentidos y catástrofes provocadas”, como la corrupción de la UNGRD, convertida en Unidad Nacional Generadora de Riesgos y Desastres. Por eso estos tiempos no son de cambio y nos dejan petrificados en el actual régimen electofáctico,[7] cuya esencia es la fusión de la gobernabilidad con el clientelismo y la criminalidad, que bien describió Álvaro Gómez Hurtado (Q.E.P.D) en entrevista televisada con Julio Nieto Bernal[8]: el Gobierno hace parte del régimen, pero del Gobierno hace parte el Congreso, naturalmente, hacen parte los periódicos, los grupos económicos, ellos tienen sus vinculaciones visibles e invisibles, de manera que no hay lo que uno busca en la política, uno tiene una oferta, una propuesta, y eso si la propuesta es buena debe tener solidaridades, en cambio lo que nosotros estamos viendo aquí es que no se buscan las solidaridades por convencimiento sino que por interés, se buscan complicidades. Es un sistema de complicidades generales por eso es muy difícil hacer política”. Lo expresó quien conoció las intimidades del régimen y probablemente por eso fue víctima del mismo.

Más información

Archivado En