Petro vuelve a una vieja propuesta de su alcaldía para aliviar la sequía en Bogotá: recolectar las lluvias

El presidente propone al alcalde Carlos Fernando Galán declarar la situación de desastre en la capital por la sequía y financiar sistemas de recolección de lluvias

Un trabajador llena una cubeta con agua recolectada en el barrio Marsella, en Bogotá, durante el racionamiento impuesto por la alcaldía en abril de 2024.Natalia Pedraza Bravo

Ante la sequía en Bogotá, no hay ni una gota que perder, mucho menos las de la lluvia. Este parece ser el nuevo mantra del presidente Gustavo Petro, que ha insistido, en varias ocasiones, a través de su cuenta de X y en eventos públicos, en que la capital debería recolectar el agua lluvia de los últimos aguaceros para reutilizarla en los hogares. El llamado más reciente fue el pasado 4 de octubre, cuando el presidente propuso al alcalde Carlos Fernando Galán decretar la situación de desastre, juntar los presupuestos nacionales y distritales, e “iniciar la contratación de sistemas permanentes de recolección de aguas lluvias para su uso en la limpieza del hogar y otros menesteres que no necesitan del agua potable”. Unas horas después, Galán le respondió, también por X: “Presidente, trabajemos juntos por el agua”. Un tono conciliador atípico en una relación tensa en otros temas como el metro o el ordenamiento territorial.

En menos de una semana, se produjeron los primeros acercamientos. El martes, el alcalde tuvo una reunión con el director de la Unidad Nacional de Gestión de Riesgo (UNGRD), Carlos Carrillo, en la que se habló de la captación de lluvias y otras alternativas. Y el miércoles, hubo un segundo encuentro del alcalde con el presidente, con la ministra de Ambiente, Susana Muhammad, y con representantes del ministerio de Vivienda, la Comisión de Regulación de Agua Potable y la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR). La próxima semana la UNGRD evaluará si hay o no declaratoria de desastre y entre Distrito y Nación prepararán medidas a corto, mediano y largo plazo para enfrentar la crisis. “También hablamos de analizar con los equipos técnicos alternativas de reutilización de aguas lluvias”, reconoció Galán.

El tiempo apremia. El sistema Chingaza, que provee el 70% del agua a la capital, está al 43% de su capacidad y en constante descenso. Hacia la última semana de diciembre o la primera de enero, se espera que Bogotá llegue al ‘Día Cero’, de acuerdo con la gerente de la Empresa de Acueducto de Bogotá, Natasha Avendaño. Esta es la fecha en la que Chingaza llegará al 36% de su capacidad y, por tanto, el momento en que se tomarán medidas más restrictivas. Está previsto que a partir de esa fecha haya dos turnos diarios de racionamiento. Es decir, un hogar ya no tendría turnos cada 10 días, sino cada 5.

En medio de esa cuenta regresiva, han sonado todo tipo de soluciones: desde la ampliación de la capacidad de la planta de tratamiento de Tibitoc para quitar presión a Chingaza, pasando por la exploración de pozos de agua subterránea, hasta la idea de aprovechar el agua lluvia. El interés de Petro por esta última opción no viene de la actual sequía, sino que fue una de sus grandes obsesiones cuando fue alcalde de Bogotá entre 2012 y 2015, aunque no llegó a ejecutarla.

Hace una década, Petro prometió para la ciudad la creación de un Sistema de Drenaje Pluvial. Primero, intentó hacerlo a través de un nuevo Plan de Ordenamiento Territorial –que fue suspendido por el Consejo de Estado–, y luego a través de un decreto. El 25 de noviembre de 2014, cuando anunció la recuperación de esa idea, lo acompañaba un rostro conocido: la actual ministra de Ambiente, Susana Muhamad, que en ese momento se desempeñaba como secretaria de Ambiente. Muhamad explicó entonces que el sistema permitiría que conjuntos residenciales, empresas, entidades públicas y otros espacios de la ciudad tuvieran su propio sistema de almacenamiento de aguas lluvias para que luego fueran reutilizadas. Sin embargo, la propuesta se hundió en la siguiente alcaldía, cuando su sucesor Enrique Peñalosa tumbó el decreto bajo el argumento de que había norma sobre ese tema.

En otras intervenciones, tanto el presidente como la ministra de Ambiente han insistido en la necesidad de descontaminar el río Bogotá y de desestimular la urbanización de la sabana como estrategias a largo plazo para proteger el agua. Hace más de un mes, además, el Ministerio de Ambiente y la Comisión de Regulación de Agua Potable anunciaron nuevos topes de consumo a partir de los cuales se podrán imponer multas por gasto excesivo. Pero la resolución sigue sin ser publicada. Diego Laserna, exconcejal de Bogotá (Alianza Verde), considera que el presidente ha encontrado un espacio para defender uno de los temas que más le interesa: el medioambiente. “El alcalde Galán ha dado muchos tumbos en el manejo de la crisis y le abrió un espacio político al gobierno nacional para opinar e intervenir”, afirma Laserna, que está de acuerdo con la propuesta de las aguas lluvias, aunque la ve con prudencia. “Habrá que ver qué hará el Gobierno nacional para hacerla real”, agrega.

Residentes de La Calera, en Bogotá, hacen fila para recolectar agua durante la sequía de abril de 2024. Fernando Vergara (AP)

Bogotá no cuenta con un programa público masivo para la captación de aguas lluvias y su reciclaje para uso doméstico. Sin embargo, la ciudad ha avanzado en la gestión y recolección de aguas lluvias a pequeña escala. Por ejemplo, la ciudad cuenta desde 2014 con el programa Ecobarrios para intervenir zonas de la ciudad e invertir en proyectos de uso eficiente del agua, ahorro de energía, manejo de residuos, entre otros. A la fecha, hay cinco ecobarrios y el objetivo es que en la alcaldía Galán se creen 17 más. El de la La Perseverancia, por ejemplo, ya cuenta con un sistema de recolección de lluvias que se usa para regar jardines y cubiertas verdes.

En la zona rural de Bogotá, la Corporación Autónoma Regional (CAR) Cundinamarca implementa el programa Lluvia para la Vida, que entrega kits de recolección que consisten en un tanque plástico de 1.000 litros, canales, bajantes y los accesorios de instalación. Desde que el programa empezó en 2015 y hasta la fecha, la CAR ha entregado 64.126 kits en 104 municipios de Cundinamarca, Boyacá y Bogotá. El agua que recogen las familias se recicla para ser usado en limpieza del hogar y/o en actividades agrícolas, como el riego de huertas caseras o en los abrevaderos de animales.

Pero, de cara a la actual crisis hídrica, valdría la pena aprovechar el agua lluvia en la zona urbana, de acuerdo con los expertos. Diego Restrepo, consultor en recursos hídricos, reconoce que en Bogotá no se aprovecha, ni el Distrito ha tenido una apuesta fuerte por ello. “Esta crisis es una oportunidad para cambiar el chip. Es pertinente recoger agua lluvia para disminuir la presión en el sistema Chingaza”, afirma Restrepo, “hay que abrir los ojos, usamos agua potable para todo; cuando el riego de jardines o la lavada de fachada o de vehículos podríamos hacerlo con agua lluvia”. Restrepo, también consultor en desarrollo sostenible y cambio climático, explica que sería beneficioso por los ciclos húmedos que tiene la ciudad y los que tiene Chingaza. “Nuestro régimen hidrológico tiene dos picos de precipitaciones: uno en abril-mayo, y otro en octubre-noviembre. En Chingaza, es en junio-julio-agosto. Es decir, cuando aquí llueve más, allá lo hace menos”, indica el experto, por lo que ve una oportunidad para disponer de otra fuente de agua cuando Chingaza no está recibiendo precipitaciones.

“En mi conjunto, por ejemplo, vamos a implementarlo. Recogeremos agua lluvia de la cubierta del edificio y la llevaremos por tuberías hasta cuatro tanques en el sótano. Costaría unos 10 millones de pesos [2.400 dólares] y en una semana lluviosa podríamos recolectar hasta 10 metros cúbicos”, detalla Restrepo y explica que ese recurso se utilizará para la limpieza del edificio, de vehículos y para riego de jardines en los días más secos. En Bogotá, instituciones educativas, centros comerciales y empresas también lo implementan. Y, a través del nuevo Plan de Ordenamiento Territorial de Bogotá se dan incentivos a los constructores de nuevas edificaciones que apliquen técnicas de ecourbanismo para reducir el consumo de agua potable.

Pero implementar la instalación de sistemas de recolección de lluvia en hogares ya construidos requeriría de otro impulso. El concejal Laserna considera que sería un cambio cultural lento y que requeriría de incentivos para que los ciudadanos se animen a instalar los kits de captación en sus casas.

Sin embargo, hay quienes lo han intentado. En la Ciudad de México, que ha sido dura y constantemente golpeada por la sequía, la captación de agua lluvia es una de las alternativas para quitar presión a otras fuentes principales como los acuíferos y los embalses. Desde 2009, la empresa Isla Urbana vende e instala sistemas de recolección –y algunos de purificación– en zonas de la capital mexicana donde no hay acceso al agua potable. El kit ‘Capta la Lluvia’, por ejemplo, incluye los elementos de captación, un tanque de almacenamiento de 1.100 litros y los filtros para purificar el agua cuesta 20.400 pesos mexicanos (unos 1.000 dólares). El kit ‘Tlaloc Urbano’, más sencillo, flexible y sin tanque de almacenamiento, cuesta 9.850 pesos mexicanos (500 dólares).

Para las familias más pobres que no podían costear los kits, hay alianzas con fundaciones y ONG. A la fecha, han instalado 43.100 sistemas. A la iniciativa se unió la Secretaría de Ambiente de la Ciudad de México, durante el gobierno de la entonces jefa de gobierno de la capital y hoy presidenta Claudia Sheinbaum, que lanzó en 2022 el programa “Cosecha Lluvia” con el que pretendía instalar 100.000 captadores. Aunque la estrategia es un referente, asociaciones ciudadanas como Pixcatl han alertado de que no todos los sistemas han tenido seguimiento y mantenimiento.

Si en Bogotá este sistema operase, los ciudadanos podrían sacar provecho de los aguaceros. Por ejemplo, el 29 de septiembre, la estación hidrometeorológica instalada en el colegio Manuel Elkín Patarroyo, en el centro de Bogotá, marcó un acumulado de 18,5 milímetros de agua lluvia. Es decir, ese día, cayeron 18,5 litros de agua por metro cuadrado en esa zona. Si alguien hubiese instalado un recolector en un área de un metro cuadrado, hubiese conseguido 18,5 litros durante la jornada. Si eso se hubiese reutilizado en un hogar, habría servido para descargar el inodoro del baño unas tres veces, en lugar de usar agua potable, que escasea cada vez más.

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