Colombia se la juega con el Mundial Femenino Sub 20
Bogotá, Cali y Medellín serán las sedes del torneo organizado por la Fifa que contará con las grandes estrellas juveniles del fútbol mundial
Colombia tiene una nueva oportunidad de visibilizar el poder del fútbol practicado por mujeres. Desde el 31 de agosto hasta el 22 de septiembre, el país será sede del Mundial Femenino Sub 20. 24 selecciones de todos los continentes competirán por un trofeo que simboliza el presente y futuro de este deporte gracias a la participación de jóvenes talentos que desde ese escenario no solo buscan transformar sus carreras, sino que representan un cambio en las estructuras del fútbol. Ellas también juegan.
Además de Colombia, clasificado como país anfitrión, los equipos de Argentina, Australia, Austria, Brasil, Camerún, Canadá, Costa Rica, Fiyi, Francia, Alemania, Ghana, Japón, RPD de Corea, República de Corea, México, Marruecos, Países Bajos, Nueva Zelanda, Nigeria, Paraguay, España, Estados Unidos y Venezuela ya están en el país para disputar el torneo. Serán 52 partidos en 23 días de competencia en Bogotá, Cali y Medellín.
Este es el tercer Mundial FIFA del que Colombia es sede. En 2011 recibió la Copa del Mundo Sub 20 masculina y en 2016 la Copa Mundial de Futsal. En 2020, con el apoyo del entonces presidente Iván Duque, la Federación Colombiana de Fútbol se candidatizó como anfitriona del Mundial Femenino de mayores 2023 que -por votación- quedó en manos de Australia y Nueva Zelanda. Tres años más tarde, el 23 de junio de 2023, Colombia fue designada como sede del Mundial Sub 20 que dará inicio en pocos días.
“Le agradezco a la FIFA haber atendido mi solicitud para realizar el mundial femenino sub-20 en Colombia”, escribió el presidente Gustavo Petro en X una vez se conoció la noticia. En la misma publicación, el mandatario adjuntó una carta dirigida al presidente del ente rector del fútbol, Gianni Infantino, en el que se comprometía a garantizar los recursos y gestiones exigidas para la realización del evento.
“Estoy seguro que podemos ofrecer a la FIFA y al mundo del fútbol las mejores condiciones para que nuestras jóvenes futbolistas destellen con sus jugadas, y se genere un impacto social, económico y deportivo en nuestro país con la realización de este importante evento”, expresaba el presidente en la comunicación, con fecha del 9 de mayo de 2023.
Para la elección de las sedes de sus diferentes eventos, la poderosa confederación global solicita compromisos de los países en términos de infraestructura, logística, comunicaciones, conectividad y seguridad -entre otros- que garanticen altos estándares en el desarrollo del evento y un legado tangible para los anfitriones. La gestión posterior, sin embargo, queda en manos de los entes locales.
“Cada vez que se hace un evento deportivo llega el desarrollo, cambia la mentalidad de la gente. Muestra la cara de lo que realmente es Colombia. Este tipo de eventos son fundamentales, más cuando se acaban de perder unos Panamericanos. A veces la gente no dimensiona lo que es organizar un Mundial. Organizar un Mundial es un estándar de calidad muy alto”, explica Juan Felipe Mejía, experto en operaciones de eventos deportivos.
Mejía, quien fue parte del Comité Organizador de la Copa Mundo Sub 20 de 2011, es contundente sobre su impacto. “Lo que hoy tenemos en infraestructura en nuestro fútbol colombiano es gracias a ese Mundial. Antes no hablábamos absolutamente nada de planificación logística en los estadios. Los escenarios estaban atrasadísimos”, agrega.
Proyecciones e inversión para el Mundial
Otro de los compromisos del Gobierno para la realización del Mundial fue crear unas exenciones de impuestos y tributos aduaneros para el certamen. Efectivamente, quedaron aprobados mediante la Ley 2344 de 2023. El informe de ponencia para el debate de ese proyecto legislativo recogió de manera clara las expectativas de la administración nacional en cuanto al impacto económico y social del evento.
El documento habla de previsiones de llegada de 44.850 turistas, de la estimulación de la economía popular en un 35%, de empoderamientos de mujeres y niñas desde el deporte y de la consolidación del país como sede de eventos deportivos. En cuanto a beneficios económicos para la Nación, plantea ingresos adicionales de entre 67.000 y 85.000 millones de pesos (de 16 a 21 millones de dólares), en parte compensados por un costo fiscal por las exenciones del orden de los 40.000 millones de pesos (unos 19 millones de dólares).
La FIFA ha aprobado cuatro estadios para el Mundial, que debieron ser adecuados en su gramilla, camerinos, tribunas y zonas VIP. Para ello, el Instituto Distrital de Recreación y Deporte (IDRD) de Bogotá invirtió 9.398 millones de pesos en El Campín y Techo, y 904 millones en escenarios alternos. En Cali, la Alcaldía estimó su inversión en el Pascual Guerrero, logística y otros gastos en 4.300 millones de pesos. Y en Medellín, el Instituto de Deportes y Recreación (Inder) destinó 5.500 millones de pesos a las mejoras del Atanasio Girardot. Además, el Ministerio del Deporte ha destinado 6.995 millones de pesos para gastos en transporte, alojamiento, alimentación, logística, servicios, insumos, tecnología, suministros de salud, implementos deportivos e indumentaria en el marco del campeonato.
Esos más de seis millones de dólares de dineros públicos deberían dejar efectos positivos de mediano plazo, explica a EL PAÍS la ministra del Deporte, Luz Cristina López. “Primero, renovaremos nuestra buena imagen como país organizador de grandes eventos deportivos internacionales (…). También será un impulso para nuestras mujeres futbolistas. Esperemos que este mundial marque una nueva etapa en el fútbol femenino colombiano y que no solo la Federación, sino los aficionados, entiendan que nuestras deportistas necesitan más acompañamiento en las tribunas y más gestión para atraer a la empresa privada y hacer que el torneo local sea sostenible”, expresa.
Fútbol y mujeres en Colombia
Desde hace más de 75 años las mujeres practican fútbol en Colombia. Con más historia que relato mediático, durante mucho tiempo autogestionaron los espacios para disfrutar el deporte más popular del mundo. Solo en 1991 la Difutbol organizó una competencia nacional y en 1998 se inauguró la selección en un torneo internacional, el Sudamericano de Mar del Plata.
26 años después, ese panorama se ha transformado. No podía ser de otra manera. Mucha pasión, aguante, denuncias y sobre todo talento se han impuesto para generar un entorno que permite la visibilización de futbolistas que son grandes estrellas mundiales. Las mujeres llenan estadios.
Íconos del fútbol como Alex Morgan, Alexandra Popp, Marta, Megan Rapinoe o Asisat Oshoala brillaron en torneos juveniles de la Fifa. En este Mundial, una de las grandes protagonistas es la colombiana Linda Caicedo. Con 19 años, juega en el Real Madrid, anotó el mejor gol de la Copa Mundo 2023, disputó los Olímpicos y va por su segunda participación en un Sub 20.
Las candidatas al título son Colombia, España como campeona vigente, Japón (que ganó en 2018) y Alemania y Estados Unidos, cada una con tres títulos de la categoría. En el escalón siguiente están Francia y Brasil, equipos con talento diferencial.
Los torneos juveniles tienen una mística especial. Más allá de la competencia, está en juego la formación de los jugadores y jugadoras, no solo para hacerlos mejores futbolistas sino para prepararlos para la vida. Hablamos de chicos y chicas que en muchas oportunidades vienen de contextos de carencias y necesitan estar listos para un sistema que no necesariamente garantiza que llegarán al profesionalismo.
“Ir a un Mundial de fútbol en cualquier categoría es una experiencia brutal, pero es en estos mundiales juveniles en los que se da la oportunidad a muchas mujeres, que no han salido de su país, de vivir una experiencia que va más allá del deporte. Compartir con sus compañeras, con personas locales, vivir otra cultura, probar comida diferente. Esto hace que el mundial se convierta en algo irrepetible o que, por el contrario, les abra las puertas a vivir otras experiencias. Las invita a soñar en grande y decir, ‘si ya llegué hasta aquí, puedo convertirme en jugadora profesional, viajar a otro país, conocer más cosas”, explica Natalia Gaitán, jugadora de Santa Fe y excapitana de la Selección Colombia.
La primera participación de Colombia en un Mundial femenino fue justamente en el Sub 20 de Alemania, en 2010. Un logro que se ha refrendado con las clasificaciones a las Copas del Mundo de mayores de Canadá 2015 y Australia y Nueva Zelanda 2023, así como a los Olímpicos de Río y París. El oro Panamericano de 2019 y el subcampeonato en la Copa América 2022 prueban el potencial de estos equipos en competencias internacionales, pero a nivel local queda mucho por avanzar.
“Hay dos mundos del fútbol femenino en nuestro país. Uno es el de la Selección, donde las cosas han mejorado, donde el apoyo ha aumentado (…). Otro es el de la liga, que si bien se ha mantenido no ha terminado de asentarse. Sigue la incógnita de qué va a pasar, cómo va a ser, quién va a participar, cuánto va a durar. Eso genera mucho estrés para las jugadoras, para los clubes, para la Dimayor. Falta ese foco para que termine de elevarse”, explica Natalia Gaitán.
El Mundial Sub 20 que inicia este 31 de agosto representa un nuevo escalón para el desarrollo y reconocimiento del fútbol practicado por mujeres en el país. La atención de los medios, así como la posibilidad de que los aficionados vivan el torneo, potencia el poder de representación de las jugadoras en la cancha, el poder de que niños y niñas se sientan inspirados. Sin embargo, el reto continúa hasta que este impulso se traslade a la liga profesional.
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