Petro trata de dejar atrás la inestabilidad y opta por un cambio tranquilo de Gabinete
El presidente y Laura Sarabia, su ‘número dos’, reestructuran poco a poco el Gabinete con el que encararán la segunda parte del mandato
Gustavo Petro, con las manos entrelazadas, sereno, sentado en un sofá y ante el micrófono de una radio, dijo hace más de un mes algo que tensionó su consejo de ministros: planeaba hacer una remodelación de Gobierno, era la hora de que algunos se fueran y llegaran otros con más energía. Sentía, así lo dijo, que unos cuantos ministros habían intentado colaborar con su causa, que no es otra que la del cambio, pero no habían logrado el cometido. Al día siguiente, por los pasillos de los edificios ministeriales se veían caras de preocupación, cuando no directamente de temor. El trabajo de muchos asesores, abogados, jefes de prensa, depende del ministro en turno. Cada uno llega con su propio equipo. Se sucedieron semanas de tensión y crispación. En cualquier momento, podía sonar un teléfono y al otro lado de la línea encontrarse Laura Sarabia, la número dos de Petro, anunciando el despido.
Por experiencias anteriores, muchos esperaban que el presidente se pusiera delante de un atril en una sala de la Casa de Nariño y recitara los ministros salientes y los entrantes. De golpe, de un momento a otro. Ese día podía ser un lunes, después de la reunión semanal con sus ministros, pero, y por qué no, un martes, o un miércoles, incluso un jueves o un viernes. Nadie podía saber. Los periodistas también vivían con esta inquietud y llamaban aquí y allá para enterarse de algo. Ese momento no ha llegado, aunque no por eso se ha paralizado la remodelación de Gobierno. Según fuentes cercanas al presidente, se ha optado por un cambio tranquilo y medido, alejado de las prisas y las situaciones de shock. En Palacio, repleto en este tiempo por rumores y traiciones, se busca ahora tranquilidad cerca del ecuador del mandato.
Las salidas de los ministros se han producido de a poco, dejando espacios de varios días entre cada destitución. El presidente los ha anunciado en Twitter y después se han hecho los comunicados oficiales que han sido distribuidos. Se ha vivido una crisis a la vez y se ha dejado salir antes de entrar. El trabajo no se ha acumulado de golpe y se ha vivido una gran crisis. Petro realiza ahora mismo una transición tranquila en un Gobierno que ha tendido a la agitación. Ha hecho cambios en Justicia, Interior, Transporte y Agricultura, y otros medios dan por hecho que habrá otro nombre en Vivienda.
El Gabinete queda conformado por 10 mujeres y nueve hombres. Saben de sobra que su puesto no está asegurado. Desde que llegó al poder, ha nombrado a 39 ministros. Carteras clave como la de Interior, la encargada de negociar con congresistas y tejer alianzas con otros partidos, ya ha tenido tres nombres. Ahora ha llegado a este puesto Juan Fernando Cristo, un político de consenso proveniente del entorno de Juan Manuel Santos que sirve de pegamento con los sectores más centristas de la izquierda. Cristo, sin embargo, no ocultó que tiene la tarea de impulsar una Asamblea Constituyente, aunque se tratará de llegar a ella a través de un acuerdo nacional. Sobre este entendimiento con otras fuerzas versó el discurso del primer Petro, el recién llegado al poder. Ahora lo retoma con el añadido que esa concertación es la guía para cumplir lo que desea, una reforma de la Constitución que se firmó en 1991. De todos modos, el asunto no queda nada claro. En ocasiones el presidente explica de lo que pretende hacer sin mucha claridad, lo que aumenta la confusión.
En cualquier caso, el hecho de nombrar a Cristo en ese cargo tan relevante tiene algo de declaración de intenciones. Santos ya ha hecho un vídeo en el que reitera que no es necesaria la Asamblea Constituyente para conseguir lo que quiere Petro, como implementar el acuerdo de paz de 2016, entre otros asuntos. Eso no quita que Cristo suavice la cara más guerrera de Petro, que meses atrás hablaba de ejecutar los cambios por la vía “popular”, con lo ambiguo que eso resulta. Pareciera que Cristo viene a dotar de método, estructura y hoja de ruta a esa pretensión presidencial. Casa con este enfoque más pausado de la ejecución de Gobierno: entra un ministro, sale otro. Uno a la vez. Nada de grandes anuncios, tsunamis que pongan a temblar al Ejecutivo al completo. Petro tiene la sensación de que queda mucho por hacer y que estos serán los ministros con los que se la juegue de aquí al final. Esto suena arriesgado después de los continuos movimientos ministeriales y está por verse, pero la intención es esa: buscar la estabilidad. Petro y Sarabia quieren imponerla en Casa de Nariño.
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