La editorial colombiana Caballito de Acero llega a la Feria del libro de Madrid con una muestra inédita de literatura y deporte

Luis Alejandro Díaz, fundador del sello, cuenta el proceso de publicación de cuentos de fútbol, ciclismo y ajedrez; poemas de billar y novelas de boxeo y atletismo

Luis Alejandro Díaz, fundador de la editorial Caballito de Acero, en Bogotá (Colombia).ANDRÉS GALEANO

La editorial colombiana Caballito de Acero es uno de los pocos proyectos literarios que solo publica ficción de deportes en español. El único, quizás. Nació hace siete años, en 2017, cuando Luis Alejandro Díaz, su fundador, dueño y editor, regresó a Colombia tras terminar un doctorado en filología en España y un curso oficial para ser entrenador de fútbol. Hizo las prácticas para técnico profesional en el Club Esportiu Júpiter, un equipo de tercera división de Barcelona, mientras escribía su tesis doctoral, titulada Literatura y futbol: otros horizontes de la ficción en España e Hispanoamérica. Son las dos pasiones que tengo en la vida: los deportes y los libros, por eso nació la editorial”, dice Díaz (Bogotá, 46 años) en entrevista con EL PAÍS. Hoy, Caballito de Acero ha publicado más de 20 títulos de novela, cuento y poesía, y fue seleccionada para participar en la Feria del Libro de Madrid 2024, que tiene el deporte como tema central. Este año coinciden, por primera vez en mucho tiempo, los juegos olímpicos en París, la Eurocopa en Alemania y la Copa América en Estados Unidos. Los libros de Caballito de Acero estarán disponibles para los lectores gracias al programa Talento a bordo de la aerolínea Iberia, en la zona central del Paseo de Coches del parque El Retiro, desde el 10 hasta el 16 de junio.

“El deporte expone al ser humano a los límites de su propia identidad en cuestión de segundos”, dice Díaz en Bogotá, antes de viajar a Madrid. “Cuando un deportista va a tirar un penalti o se sube al ring o está a punto de dar jaque mate, experimenta en un instante todas las sensaciones que una persona normal puede sentir a lo largo de muchos años de vida”. En ese transcurrir inmediato de la angustia al éxtasis y del éxtasis a la gloria o al fracaso está el material para un poeta o un novelista. “Eso es lo que me gusta publicar”, dice Díaz. Y complementa. “En Caballito de Acero buscamos libros que muestren la condición humana alrededor del deporte”. El sello tiene cuentos de fútbol, ciclismo y ajedrez; novelas de boxeo y atletismo; o poemas sobre billar, entre muchos otros. Díaz está seguro de que el deporte es parte fundamental de la educación de un humano. “Nos muestra un mundo de posibilidades, de ilusión. Hoy en día nada da ilusión, el deporte sí, es una pizca de alegría en un mundo desolado, por eso vale tanto”.

Personas recorren la Feria del Libro en el parque del Retiro, en Madrid, el 1 de junio.Borja Sánchez-Trillo (EFE)

Díaz le metió amor y energía al proyecto. Se dio cuenta de que en Colombia no había nada parecido. Cuenta que cuando entra a una librería le gusta preguntar si hay secciones especializadas de diarios y correspondencias, de novela negra y de deportes. “A veces hay de novela negra, casi nunca de correspondencias y jamás de deporte”. Caballito de Acero fue un gusto que se dio a sí mismo. “Hice los libros que a me gustaría leer”. Parafrasea a Juan Rulfo cuando el mexicano dijo que había escrito sus libros, porque eran los que le hacían falta a su biblioteca. “La editorial tiene los libros que yo quisiera comprar y tener en mi mesa de noche. El único criterio es la calidad literaria, que me emocionen tanto como ver un partido o una carrera”. Con esa lógica, publicó A seis rounds, cuentos de boxeo escritos por Arthur Conan Doyle y Jack London; La Instrumentalina, una novela corta sobre mujeres campesinas y bicicletas, de la gran autora portuguesa Lídia Jorge, traducida por primera vez al español; o El jugador de billar, un libro de poemas del argentino Andrés Neuman: “El autor nos retrata esos momentos decisivos en los que el billarista contempla la soledad de la mesa, la luz del instante y el sonido del paño por donde rueda el juego”, se lee en la reseña.

Los libros más exitosos de la editorial, y los que le han dado reconocimiento en Colombia, han sido los de fútbol. Díaz publicó hace unos años Soy gallina, soy león, un libro de 22 cuentos de fútbol, 11 escritos por autores hinchas de Millonarios y 11 de Independiente Santa Fe, los dos principales equipos de Bogotá. En esa apuesta arriesgada, publicada en formato cara y cruz, participaron algunos de los mejores escritores contemporáneos de la capital. El libro fue disruptivo porque juntó a dos eternos rivales. “La idea era mostrar que el fútbol se puede vivir en paz, en convivencia”, dice Díaz. Tras ese éxito, publicó Soy verdolaga, soy poderoso, un libro en el mismo formato, pero esta vez con hinchas de Atlético Nacional e Independiente Medellín, los dos rivales de la capital antioqueña. Ahora sueña con hacer lo mismo, pero con los grandes clásicos de fútbol del mundo hispano: Boca Juniors y River Plate, en Argentina; América y Chivas, en México, y por qué no Real Madrid y Barcelona, en España.

En contraste con esos sueños, Díaz dice estar cansado de que no haya dinero suficiente para mantener la editorial. Sabe que un proyecto independiente de literatura no lo va a enriquecer, pero le gustaría que al menos se mantuviera por sí mismo. “La parte financiera es muy intermitente, una montaña rusa. Una feria va bien, y la otra mal; una novedad se vende, la siguiente no”, dice en un relato idéntico al de muchos proyectos editoriales de América Latina, que sobreviven gracias a las inversiones sin retorno de sus dueños. “El libro en Colombia no termina de consolidarse como un objeto comercial, y a veces uno duda, porque se invierte mucho tiempo y dinero. Uno no se lanza a este mundo convencido de que sea buen negocio, sino por amor a la cultura y al arte”.

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Caballito de Acero está parada en un lugar difícil, en medio de dos mundos que parece que se dan la espalda. “La gente que le gustan los libros y la literatura ve el deporte como algo menor; y la gente que hace mucho deporte, ve los libros como algo aburrido”, dice Díaz medio en broma, medio en serio. Su trabajo, al final, es hermanar esos dos universos. “A veces no nos damos cuenta, pero son mundos idénticos. El deportista y el escritor viven de la imaginación. La editorial trata de demostrarle al deportista que puede conocer mejor su disciplina si lee literatura, y al literato que el deporte es uno de los grandes temas de la vida, como la muerte, el amor o la relación con el padre”. En eso coincide Eva Orúe, directora de la Feria de Madrid, en un comunicado de prensa: “El deporte está en los libros porque es esencial en nuestra vida; y esa es la razón por la que inspira tanta literatura. Hay una notable tradición de la narrativa y poesía deportivas”.

Después de muchos años de estudio y de afición, Díaz tiene claro que un deportista solo puede llegar a la élite si ama el dolor y la belleza. “Un ciclista en una etapa de montaña puede perder en promedio 9.000 calorías; un boxeador, en una pelea profesional de diez minutos, puede perder entre tres y cuatro kilos”, dice con seguridad, y añade: “Si usted pierde 3 o 4 kilos en diez minutos, o 9.000 calorías en cinco horas, se muere o se enferma”. Su reflexión es sencilla y con sus datos parece incontrovertible: “Los deportistas de élite superan la barrera del dolor, su cabeza va más allá, son de otra raza, personas superiores. Eso me enloquece, ahí hay literatura”. La belleza estética del deporte también es fundamental, está ahí todo el tiempo. “Ver a Iniesta hacer dos túneles, ver a Messi hacer un sombrero, eso es como pintar, debería estar en un museo. No puede haber algo más hermoso que el cuerpo en ese nivel de perfección”, concluye Díaz.

Ante la pregunta de qué pondría en un museo imaginario de las grandes obras del deporte, Díaz responde emocionado y sin dudarlo: “Un loop del partido Brasil contra Italia en la copa del mundo de España en 1982. Ese Brasil tenía a Sócrates, a Zico, a Falcão, era como tener a Miró, a Dali y a Leonardo en un mismo equipo. En el otro una Italia sin ningún gran talento. Ganó Italia 3-2, eliminó a Brasil y quedó campeón”. Dice que también pondría la primera pelea de Erik, el terrible Morales, contra Manny Pacquiao; el doble adelantamiento del corredor Mika Häkkinen, de McLaren, a Michael Schumacher, de Ferrari, en la Fórmula 1; y las escaladas monumentales del ciclista Marco Pantani en el Tour de Francia. Sin embargo, como todos los fanáticos, tiene un preferido inamovible. “Un deportista que me tiene chiflado: el eslovaco Peter Sagan. Es de otro planeta, es el que yo hubiera querido ser: disfrutar la bicicleta todos los días, toda la vida, es un poeta, un artista”.

Díaz confiesa que los momentos más felices en estos años al frente de Caballito de Acero han sido cuando en alguna feria un niño compra uno de sus libros. “Incluso más que al ver a un autor feliz con su libro, que es un momento hermoso, cuando un niño decide por sí mismo comprar algún ejemplar de Caballito de Acero, se me quiebra el alma de alegría”. Sueña, a largo plazo, en que su editorial patrocine un equipo de fútbol o un carro de Fórmula 1, “eso sería la cúspide”. A corto plazo, le encantaría poder contratar profesionales que vivan de publicar literatura de deportes.

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