Claudia López: “Lo que toca el presidente Petro lo daña, y eventualmente lo corrompe”

La exalcaldesa de Bogotá explica su renuncia al partido Alianza Verde, critica con dureza al mandatario de Colombia y acusa una estrategia de “sicariato moral” en su contra

La exalcaldesa Claudia López en la Feria Internacional del Libro de Bogotá, el 20 de abril de 2024.ANDRÉS GALEANO

Tan pronto acabó su periodo como alcaldesa de Bogotá, Claudia López (Bogotá, 54 años) se embarcó en este 2024 en un año de reflexión académica en la Universidad de Harvard, en Estados Unidos, pero sigue muy presente en el debate público de Colombia. Todos los observadores dan por descontada su candidatura presidencial en el 2026. La combativa exalcaldesa de la capital renunció esta semana a la Alianza Verde casi al mismo tiempo que...

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Tan pronto acabó su periodo como alcaldesa de Bogotá, Claudia López (Bogotá, 54 años) se embarcó en este 2024 en un año de reflexión académica en la Universidad de Harvard, en Estados Unidos, pero sigue muy presente en el debate público de Colombia. Todos los observadores dan por descontada su candidatura presidencial en el 2026. La combativa exalcaldesa de la capital renunció esta semana a la Alianza Verde casi al mismo tiempo que su mentor, el también exalcalde Antanas Mockus, luego de que varios miembros del partido se vieron salpicados en el escándalo de corrupción que rodea a la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD) en el Gobierno de Gustavo Petro. Explica sus razones en esta entrevista con EL PAÍS que atiende por videollamada desde su cuarto de estudiante en Cambridge, una suerte de buhardilla con libros apilados sobre la mesa, en la que critica con dureza al presidente.

Pregunta. Tanto su carta como la de Antanas Mockus concluyen recordando que los recursos públicos son sagrados. ¿Ese lema ya no representa al Partido Verde?

Respuesta. Desafortunadamente, no. Por eso nos estamos yendo, porque no es un lema, es una convicción y es una práctica que hemos honrado tanto Antanas como yo a lo largo de nuestra vida privada y pública. Antanas lideró la ola verde de 2010 e inspiró a muchas personas, incluyéndome, a meterse al servicio público. Ambos tuvimos la fortuna en diferentes periodos de contar con el voto de confianza de los ciudadanos para estar dentro del verde. Desafortunadamente, con el transcurso de los años una minoría de política tradicional y muy vinculada al petrismo cooptó al partido.

P. ¿Cómo se apoderó de la Alianza Verde esa minoría petrista?

R. La ola verde siempre ha sido mayoría en las calles y en las urnas, y minoría en la estructura interna del partido, que ha estado controlado por sus fundadores. Por Carlos Ramón González [actual director nacional de Inteligencia], a quien yo le reconozco que el petrismo ha sido su vida. Con Gustavo Petro se fueron a la guerrilla e hicieron la paz. El problema es que en estos dos años hemos visto que la mayoría de la bancada, que está preocupada por el rumbo del Gobierno, ha pedido que la dejen declararse en independencia, y ese sector minoritario que controla el partido no los ha dejado. Hoy estamos viendo por qué. Lo que había no era un propósito de acompañar a un Gobierno sino un intercambio pueril y corrupto de puestos, contratos, platas… y eso es inaceptable. Son límites éticos que no podemos permitir que se crucen. Por supuesto, la justicia tendrá que establecer las responsabilidades, pero a nosotros como líderes nos corresponde dar mensajes claros y tomar decisiones contundentes cuando vemos hechos inaceptables.

P. ¿Cuál será ahora la plataforma para su eventual candidatura presidencial en 2026?

R. No estoy preocupada por eso. Eso es lo de menos, lo de más son los principios. A mí lo que me importa es trabajar en las soluciones. Soy la misma ciudadana, la misma hija de una maestra, la misma bogotana hecha a pulso, la misma colombiana estudiosa que siempre se preocupa por el rigor de las soluciones, por encontrar lo que nos une, por estudiar cómo podemos solucionar los problemas de Colombia, cómo aprender de nuestra propia experiencia y de la de otros. Me vine aquí a estudiar, aprender, conversar con gente de todo el mundo sobre los grandes desafíos de nuestro tiempo. Pensar en las soluciones y actuar colectivamente desde la ciudadanía ha sido mi manera de ejercer la vida pública y académica. En eso voy a seguir. La mecánica política no me preocupa en lo más mínimo.

P. Toda su carrera como política fue en el Verde, ¿ya no cree en los partidos?

R. No, lo contrario. Me vinculé a un partido porque creo que el caudillismo no soluciona nada, destruye más de lo que construye. Creo en las instituciones, y ciertamente los partidos políticos son una institución para canalizar la representación de la sociedad, sus posiciones y soluciones. Siempre he hecho parte de plataformas de acción colectiva. Cuando decidí lanzarme a la política me vinculé con la ola verde, que fue por unos años nuestra casa y la dejamos con dolor. Esto no es ni mucho menos una noticia que estemos celebrando. Es doloroso reconocer que un partido que representó la ilusión de la educación, de la lucha contra la corrupción, haya terminado cooptado por una minoría de política tradicional y petrista para deshonrar el voto de confianza de la ciudadanía.

P. Muchos la acusan de oportunismo político.

R. Los contradictores políticos siempre estarán ahí. Si me hubiera quedado en el partido habrían dicho que estaba cohonestando con la corrupción, si me voy entonces dicen que es oportunismo. Ese lodazal es desafortunadamente inevitable en política, pero no es mi preocupación, ni me voy a dedicar a esa controversia. A lo que hay que dedicarse es a las soluciones de Colombia. Terminé la Alcaldía y quería tener un año de descanso, de reflexión. Desafortunadamente los hechos no lo permiten. El debate colombiano se volvió esperar a ver qué grandilocuencia se inventa el presidente en Twitter [ahora X] cada día. A mí me duele mucho que una enorme ilusión de cambio en los colombianos haya terminado en esto. Mi impresión es que el presidente decidió dar por terminado su propio Gobierno. Que dijo ‘esto de gobernar salió mal, voy a volver a lo que sé hacer, que es política y polarización’. Y está dedicado a eso. Todo el mundo está en la trampa de la campaña política del presidente, y no de las soluciones. Esa dinámica va a dejar a Colombia maltrecha.

P. En la bancada verde aún hay varios representantes de los sectores más centristas, mockusianos y afines a la ola verde del 2010. Entre ellos, su esposa, Angélica Lozano. ¿A los verdes no les queda otro camino que la escisión?

R. La escisión o la renuncia, no hay más caminos. Quienes están en el partido y no han renunciado todavía no lo están dejando de hacer por falta de valentía ni de convencimiento, sino porque tienen una responsabilidad. Los eligieron para cumplir un mandato, son representantes a la Cámara o concejales o senadores, no pueden dejar sus cargos tirados.

P. Usted votó al presidente Petro y dijo creer en el cambio que él representaba. ¿En qué momento se arrepintió de haberlo respaldado?

R. Con los hechos. Una cosa son las promesas y otra las realizaciones. Yo en el 2018 y en el 2022 voté en primera vuelta por Sergio Fajardo, porque creo que es un hombre decente y honorable. Ha cometido errores, no ha sabido interpretar las necesidades del país y liderar su propia propuesta, pero Sergio es un hombre decente. En ambas elecciones, en segunda vuelta voté por Gustavo, con muchas prevenciones, sabiendo que corría riesgos. Creo que los ciudadanos tienen derecho al voto en blanco, sin duda; los liderazgos, no. Es justamente cuando hay incertidumbre y riesgos cuando se necesitan liderazgos. Millones de colombianos corrimos ese riesgo. Qué frustración para todos los colombianos, quienes votaron por Rodolfo Hernández y quienes votamos por Gustavo. No tuvimos buenas opciones y eso también debería ameritarnos una reflexión a todos. ¿Cómo es que Colombia quedó atrapada en la segunda vuelta del 2022 entre dos opciones caudillistas, populistas, arropadas en banderas de cambio que ambas terminaron incursas en corrupción? Hay que evitar que la democracia termine en eso.

P. En 2018 anunció junto a Mockus su respaldo a Petro para la segunda vuelta. Exhibieron entonces 12 mandamientos escritos en piedra. El segundo decía “no convocaré a una Asamblea Nacional Constituyente”. ¿Qué piensa ahora cuando escucha al presidente invocar un nuevo proceso constituyente?

R. Al que se le ocurrió la idea de las tablas y los 12 mandamientos fue a Mockus, con su creatividad infinita. Y sí, ese fue un evento público en el 2018, pero era evidente que seguía siendo lo mínimo que pedíamos en el 2022 –cuando estaba de alcaldesa y no tuve ninguna participación–. Uno por uno los ha incumplido. Uno por uno los ha deshonrado. Pienso que el presidente miente sin ningún pudor, no honra la palabra. Eso genera desconfianza y temor, obviamente. ¿Cómo confiar en un líder que miente, que dice una cosa y hace otra? Imposible. Cruza límites éticos de manera inaceptable. Todos los días, con sorpresa, uno se entera de una cosa más grave que la anterior. Creo que cuando el presidente dice que se va en el 2026, de verdad se va, no tiene ningún chance de cambiar la Constitución y quedarse. Entonces todo es una narrativa. Que frustración. No solamente la mentira, el engaño, el manoseo asqueroso de la ilusión de cambio de millones de colombianos, sino el desgobierno. El desdén por gobernar, por solucionar.

P. Ha hecho carrera entre algunos observadores la idea de que la gestión de Petro va a provocar que el péndulo político regrese con fuerza a la derecha, o incluso a la ultraderecha, con un Bukele o un Milei. ¿Teme que eso ocurra?

R. Puede pasar. Yo lo que creo es que para efectos prácticos ya tuvimos dos populistas, de ahí venimos. Esa fue la segunda vuelta del 2022, dos opciones súper populistas. Colombia ya pasó por ahí, y estamos viendo los sinsabores. Cuando hay malos gobiernos democráticos, el populismo siempre es una alternativa. Es un riesgo de las democracias en todo el mundo.

P. ¿Es Vicky Dávila, la directora de revista Semana a la que usted etiquetó de “candidata”, la carta tapada de la derecha?

R. El tiempo lo dirá.

P. ¿A qué atribuye la insistencia de Dávila en relacionarla con las interceptaciones entre un ciudadano colombiano y otro chino en Casanare, en las que supuestamente hablan de coimas en los contratos del metro de Bogotá?

R. El montaje de Vicky Dávila ya fue desmentido en la Corte Suprema y en la Fiscalía tanto por el ciudadano colombiano como por el ciudadano chino en octubre del año pasado. Ambos negaron todo lo dicho por la revista. Era algo tan manipulado y burdo como relacionarme con irregularidades de una licitación y contrato del metro que hizo la Alcaldía anterior y con los que obviamente no tuve nada que ver. La Corte ya escuchó a Angélica Lozano y a mí me escucharán el 16 de mayo, con lo cual todo el montaje y la difamación quedará en evidencia. Insisten en replicar la supuesta noticia porque lo que les importa es el daño reputacional y moral. Porque saben que la mentira queda, que todos mis contradictores políticos la usarán y que, como parece información periodística, todos los medios la difunden, así que en efecto combinado es una amplificación monumental de la difamación y el daño. Es una estrategia deliberada de sicariato moral para promover intereses económicos y políticos del Grupo Semana, del uribismo y de Vicky Dávila, disfrazados de supuesto periodismo.

P. Hace menos de un semestre dejó la Alcaldía de Bogotá. ¿El presidente Petro está atentando contra la autonomía territorial de Bogotá, como acaba de advertir el alcalde Carlos Fernando Galán?

R. Sí, sí lo está haciendo. Es un atentado para la democracia, otra violación a la Constitución, otro abuso de poder. El presidente no ejecuta el presupuesto de las entidades de su propio Gobierno y se mete a usurpar las funciones de los alcaldes. Lo que toca el presidente Petro lo daña, y eventualmente lo corrompe. Pero, además, y lo digo con afecto y respeto y gratitud por el alcalde Galán, pero también por todos los alcaldes, de no ser por la gestión que están haciendo los alcaldes y gobernadores en sus territorios, Colombia estaría mucho peor, mucho más descuadernada de lo que está por cuenta de que el presidente no gobierna, solo tuitea y hace campaña, política y polarización. Volvió al lugar donde él se siente cómodo, pero ese lugar no le soluciona nada a Colombia. Ya que no hace, por lo menos déjelos hacer.

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