Juan Sebastián Quebrada, director de ‘El otro hijo’: “La persona en duelo siente que salir adelante es traicionar al muerto”

El cineasta colombiano refleja en su primer largometraje la historia de su familia tras la muerte de su hermano menor

Juan Sebastián Quebrada, en Bogotá, el 14 de noviembre de 2023.Santiago Mesa

Juan Sebastián Quebrada (Medellín, 36 años) estudiaba cine en Buenos Aires cuando su hermano adolescente, Juan Andrés, murió tras caer de un quinto piso en medio de una fiesta en Bogotá. En ese mayo de 2014, Juan Sebastián estaba en su mejor momento: se encontraba inmerso en el rodaje de su primer cortometraje, después de años de inseguridades. “Yo estaba arriba, con esa fantasía del colombiano que cree que no puede hacer una película y está haciendo una”...

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Juan Sebastián Quebrada (Medellín, 36 años) estudiaba cine en Buenos Aires cuando su hermano adolescente, Juan Andrés, murió tras caer de un quinto piso en medio de una fiesta en Bogotá. En ese mayo de 2014, Juan Sebastián estaba en su mejor momento: se encontraba inmerso en el rodaje de su primer cortometraje, después de años de inseguridades. “Yo estaba arriba, con esa fantasía del colombiano que cree que no puede hacer una película y está haciendo una”, rememora. Casi una década después, el dolor de esos días y los años posteriores ha dado lugar a una versión ficcionalizada en El otro hijo.

La película, el primer largometraje de Quebrada, es uno de los dramas colombianos más exitosos del año y será la candidata del país a los premios Goya de 2024. Narra la historia de Federico y Simón, dos hermanos que se asemejan a Sebastián y Andrés. Las historias se diferencian en que los roles están invertidos: es Simón, el mayor, el que muere en una fiesta. Pero la esencia es la misma. El protagonista no es el hermano fallecido, sino el dolor del que está vivo y ve a sus padres derrumbarse. “Te sentís desamparado”, remarca Quebrada.

El director, criado en Bogotá, explora las diversas formas de llevar adelante un duelo. Señala que Federico y él optaron por la evasión, con el deseo de estudiar en Francia o el trabajo frenético para estrenar Días extraños en Buenos Aires, respectivamente. “Traicionaron” a sus hermanos y los dejaron atrás —por un tiempo, al menos— para poder seguir adelante con sus vidas. Mientras, la madre del personaje y la del director se aferraron al recuerdo de sus hijos fallecidos. “Se ha vuelto común pensar que tenés que guardar un luto eterno para honrar al que se va”, comenta el cineasta.

Juan Sebastián Quebrada, en Bogotá.Santiago Mesa

Pregunta. ¿Cómo era su hermano?

Respuesta. Juan Andrés era la persona más importante en la familia. El menor, la promesa... era el más bonito y el más blanco, en realidad. Por más que suene absurdo, uno en esta sociedad lastimosamente asocia que fuera más blanco con un atributo. Somos de los mismos padres, pero es como que él nació en otra clase social, con él vivimos el ascenso económico y cultural. Cuando falleció, la sensación fue que se había muerto el centro de la familia.

P. La película cuenta cómo es ser el hijo de una madre en duelo. ¿Cómo fue eso en su caso?

R. Querés que tu mamá te proteja... pero ella no puede, porque su dolor es más hijueputa que el tuyo. Te sentís desamparado, lo cual hace que también la desampares. Era angustiante verla cada vez más abajo en los primeros años. Yo sentía que se había muerto el que más le podía doler, que con algún otro hubiera sido menos grave, y que los sobrevivientes no éramos suficiente para reparar un dolor imposible de reparar. Pero también quería proteger a mis papás o, al menos, no joderles la vida.

P. El otro hijo muestra maneras muy diferentes de llevar adelante el duelo. La madre se aferra al recuerdo de su hijo, mientras el protagonista insiste en seguir con su vida...

R. Se ha vuelto común en la sociedad entender que, ante tragedias tan grandes, tenés que guardar un luto eterno para honrar al que se va. Tu sensación más inmediata es que cómo vas a permitirte estar bien en tu vida si se fue alguien tan importante. Yo siento que la mamá de la película intenta guardar una lealtad al dolor que en última instancia es un camino autodestructivo. Por otro lado, está la traición en el personaje de Federico. Él busca evadirse y trata de traicionar a su hermano para seguir viviendo. Es normal y autodestructivo también. Uno quiere hacer su vida... hacer una película, enamorarse, tener hijos.

P. En la película, Federico se acerca a la exnovia de su hermano. ¿Esa es la traición?

R. Es una lectura mía. La muerte del mayor le permite acceder a cosas a las que él no podía antes, llegar a un terreno que siempre soñó. A partir de eso puede estar con la exnovia del hermano, Laura. Y eso es una traición, pero es una traición de vida... una pulsión para salir adelante y sentir el mundo con esperanza.

P. ¿Sintió que traicionó a su hermano?

R. Yo no estuve con la novia de mi hermano, pero la persona en duelo siente que salir adelante es traicionar al muerto.

P. Justo usted estudiaba en Buenos Aires y estaba por estrenar su primer cortometraje cuando murió Juan Andrés. Estaba en su mejor momento...

R. Estaba filmando, eufórico... en una alegría muy hijueputa. Y ahí se muere mi hermano, cuando yo estaba arriba, con esa fantasía del colombiano que cree que no puede hacer una película y está haciendo una. Yo igual seguí adelante... terminé Días extraños y la estrené en el Bafici [el Festival de Cine de Buenos Aires], lo cual fue muy bonito. Y no quería hablar de mi hermano cuando mi madre sacaba el tema. Pero una vez terminó el Bafici empezó la caída a los pozos.

P. ¿Cómo pasó de la evasión a querer hacer una película sobre lo que vivió?

R. Todo el último año en Argentina estuve como en un paréntesis. Me di cuenta cuando volví tras terminar Días extraños y comencé con La casa del árbol. Fue ahí que empecé a hacer el duelo y que me dieron ganas de comenzar a escribir. En La casa del árbol pensé en qué maricas estaba haciendo, en qué me importaba esta gente [de ese cortometraje]. Por alguna razón sabía que lo de mi hermano era el tema que realmente me interesaba.

P. El protagonista de El otro hijo es muy duro con su madre en una escena. ¿Qué le dijeron sus padres cuando les contó de la película?

R. Ellos miraban el proyecto sin saber mucho, un poco con esa idea de que “de aquí a que la haga...”. Me veían ahí, año tras año... supongo que para ellos era una etapa más del duelo, pensarían que esa era mi manera para lidiar. Obviamente, el miedo empezó cuando El otro hijo se volvió una realidad. Pero han respetado mucho el proceso, nunca intervinieron.

P. ¿Y cuando la vieron?

R. Tuve la suerte de que la vieran en el Festival de San Sebastián, en septiembre. En esos espacios no importa tanto lo que vos pensás, sino lo que pasa alrededor con las emociones y la reacción de los demás.

P. El otro hijo insinúa que Simón pudo haberse suicidado. ¿Por qué se optó por no llegar a una conclusión al respecto?

R. Una vez leí algo que hablaba de alguien que murió en un accidente de carro, pero que en realidad se quería matar. Me pareció muy lindo porque el narrador decía que esta persona permitió a cada uno construir su propio relato para que sea más fácil lidiar con la vida. Yo creo en eso, que hay muertes de las que cada persona de la familia puede tener un relato diferente. La muerte puede no ser algo tan cerrado, se murió y punto... es un relato que está en completo movimiento y puede cambiar entre persona y persona. Por eso me interesaba que no fuera tan clausurado y que cada personaje lo pudiera interpretar de manera diferente.

Juan Sebastián Quebrada, el 14 de noviembre de 2023.Santiago Mesa

P. ¿Y cuál es el relato que construyó usted sobre la muerte de su hermano?

R. La idea del accidente me causó mucho pánico porque genera un caos que le quita el sentido al mundo. Es muy duro porque se pierde un orden, una lógica. La idea del suicidio, por otro lado, me aterraba porque sentía que necesitaba entender las razones que lo llevaron a esa decisión para yo salvar mi vida. Por una simple razón: para que a mí no me pasara... porque somos de la misma sangre, somos hijos de lo mismo. El tema es que, en realidad, uno no sabe el porqué. Yo nunca voy a sentir un absoluto porque mi hermano se llevó las respuestas.

P. ¿Cree que el suicidio aún es tabú en Colombia?

R. Hay un juicio. Algo se ensucia, es la evidencia de un problema que no se puede ocultar. Al final también se niega porque una persona que se suicida evidentemente tenía un problema y se empieza a pensar en culpas. Los colegios, por ejemplo, sienten que puede afectar su imagen.

P. ¿Cuáles fueron las dificultades de llevar su historia al cine?

R. El desafío es que el cine intimista, el que vuelca la mirada hacia dentro, no es fácil de financiar en Colombia. Pero al mismo tiempo hay algo muy lindo que me dijo Franco Lolli, uno de los productores: eso nos fuerza a que tengamos que llegar a un nivel de guion tan bueno y trabajado que la gente nos tenga que dar la plata, no pueda decirnos que no. Tenemos que escribir más y trabajar más si queremos hacer un cine intimista.

P. La película llama la atención, entre otras cosas, porque se enfoca en una familia de clase acomodada en Bogotá y no en el conflicto armado, como muchas de las películas exitosas en el país. ¿Por qué es difícil el cine intimista en Colombia?

R. A nuestro cine todavía lo legitima Europa, lo que triunfa en festivales allá. Y es casi como que los europeos nos han negado el espacio para explorar nuestra psique, el terreno de nuestra mente. Lo que esperan de una película nuestra es que sea “muy colombiana” y eso implica que narre problemas sociales más amplios... que sea sobre nuestro vecino que es un traqueto [traficante de drogas] o que refleje la violencia del conflicto armado. Para algo más íntimo prefieren su cine... algo como un drama de Philippe Garrel.

P. ¿Pero los problemas sociales no impactan también en la psique?

R. Sí. Y hay películas en las que lo externo, como un secuestro, puede dar lugar a una consecuencia interna... pero lo personal nunca es el punto de partida. Por eso no se espera un drama burgués, por ejemplo. Es distinto a Europa, Argentina o Brasil. Ellos no necesitan de un secuestro para narrar un problema interno.

P. Debe ser frustrante para alguien que basa sus trabajos en experiencias muy personales.

R. Me pasó cuando hice Días extraños... un festival me dijo que la historia de amor era muy buena, pero que no había explorado el contexto de los problemas migratorios que enfrentaban los personajes por ser colombianos en Argentina. Y yo digo: ¿Qué pasa si no quiero explorar eso? ¿Qué pasa si no quiero hacer sociología o narrar temas que no conozco en profundidad? Por otro lado, son vainas que pueden fortalecerlo a uno. Te fuerzan a trabajar más los guiones y madurar los personajes para que puedan competir directamente con el cine intimista de los europeos.

Las personas con conductas suicidas y sus familiares pueden llamar a estos números habilitados en diferentes regiones de Colombia.

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