“A mi hijo lo mataron a golpes”: el Ejército llama accidente a la muerte que los expertos señalan de asesinato

El soldado Jean Carlos Trillos murió en un cuartel en extrañas circunstancias. Los exámenes de medicina legal y los forenses apuntan a que fue a causa de una golpiza

Yaneida Padilla sostiene una foto de su hijo, Jean Carlos Trillos, en su casa en Aguachica (Colombia), el 5 de octubre de 2023.Diego Cuevas

El día que Jean Carlos Trillos murió, tomó sentido para su mamá el tatuaje que él tenía en su hombro izquierdo: una mujer llorando y más abajo, su nombre. “Quizá era yo, porque él siempre decía que he sufrido mucho”, recuerda Yaneida Padilla. La imagen fue para ella una suerte de presagio de lo que ha sido su vida los últimos dos años, desde el 18 de noviembre de 2021. Ese día recibió una llamada en la que un militar le dijo que su hijo había sufrido un grave accidente en el Batallón de Infantería Antonio Ricaurte, en Aguachica (Cesar), donde prestaba servicio militar. Falleció días después. Y...

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El día que Jean Carlos Trillos murió, tomó sentido para su mamá el tatuaje que él tenía en su hombro izquierdo: una mujer llorando y más abajo, su nombre. “Quizá era yo, porque él siempre decía que he sufrido mucho”, recuerda Yaneida Padilla. La imagen fue para ella una suerte de presagio de lo que ha sido su vida los últimos dos años, desde el 18 de noviembre de 2021. Ese día recibió una llamada en la que un militar le dijo que su hijo había sufrido un grave accidente en el Batallón de Infantería Antonio Ricaurte, en Aguachica (Cesar), donde prestaba servicio militar. Falleció días después. Yaneida nunca confió en esa versión de la muerte de su hijo y desde entonces busca probar que a Jean Carlos lo mataron a golpes. Los forenses que han revisado las pruebas respaldan esa conclusión.

Siguiendo una incombustible necesidad de verdad y justicia, hace un año Yaneida tomó lo poco que tenía y, con sus hijas menores, dejó Bucaramanga, donde había hecho su vida los últimos 20 años. Allí todo le recordaba a Jean Carlos. El barrio donde jugó siendo niño y la barbería en la que trabajó mientras podía seguir los pasos de su papá: hacer una carrera militar. Se mudó a Aguachica, muy cerca del Batallón. Trabaja en lo que puede —haciendo empanadas, trabajando por días en tiendas, rebuscándose—, concentrada en probar que su hijo no sufrió un accidente.

Alquiló una pequeña casa en la que faltan paredes para colgar más retratos de su niño. En todas las fotografías a Jean Carlos se le ve sonriente. Así quiere recordarlo su madre, pese a que la imagen de su cuerpo lacerado la persigue. Se tatuó su nombre bajo la clavícula izquierda, en el lado del corazón. No hay día en que en la familia Padilla no se hable de él. Naslyn, de 14 años, y que al inicio se negaba a mudarse, se ha vuelto cómplice de su madre. La adolescente atesora una camiseta con el rostro de su hermano. La usa orgullosa para una entrevista con EL PAÍS, en la que rememora lo último que habló con el joven. “Hermanita, la quiero y la extraño mucho”, le dijo en una llamada por su cumpleaños.

Naslyn, viste una camiseta de su hermano, en Aguachica, el 5 de octubre de 2023. Diego Cuevas

***

Antes de la muerte de Jean Carlos, mientras estaba en cuidados intensivos, el comando de la Quinta Brigada del Ejército, a la que pertenece el batallón, hizo pública su versión de lo ocurrido. “El Ejército Nacional se permite informar que en la base militar del Juncal, ubicada en el municipio de Aguachica, uno de nuestros hombres, Jean Carlos Trillos Padilla, sufrió una caída en actividades propias del servicio, producto de la misma, le generó una contusión en su cabeza”, se lee en un comunicado de prensa del 19 de noviembre de 2021.

Semanas después, el Ejército le hizo llegar a la familia un video. En él, un soldado le habla a la cámara y actúa como si fuera Jean Carlos. Explica que el joven iba trotando, se tropezó con una cuerda a la altura de los hombros y cayó de frente.

Vídeo enviado por el Ejército Nacional a los familiares del soldado Jean Carlos Trillos en 2022, meses después de su accidente.Vídeo: Ejército Nacional de Colombia

A Yaneida le pareció una burla. A Ismael Trillos, el papá Jean Carlos y expareja de Yaneida, también. Cuenta que pocas horas antes de que les avisaran sobre el supuesto accidente, su hijo lo llamó y le dijo que un suboficial, el sargento viceprimero Pabón, lo había maltratado. “Me insultó y me pegó calvazos”.

—No le dé papaya. No vaya a responder mal. Cualquier cosa, me llama.

Pasadas las cinco de la tarde, recuerda, recibió una nueva llamada:

—Póngame una recarga urgente (a su celular prepago), que necesito enviarle unos videos.

La comunicación se cortó. Los videos nunca llegaron. Un par de horas después, Ismael recibió otra llamada, la fatídica.

Por su grave estado, Jean Carlos fue internado en el Hospital Universitario de Bucaramanga, donde duró tres días en coma. Yaneida narra que siempre estuvo custodiado por varios militares y que solo ella pudo entrar a verlo. En esas visitas los médicos le advirtieron informalmente que la muerte no era accidental.

En el reporte de Medicina Legal consta la declaración que dio el subdirector médico del hospital, Carlos Ibarra. Afirmó que Jean Carlos ingresó al centro médico “con urgencia vital y en muy malas condiciones. Se evidenció un trauma craneoencefálico y un hematoma a nivel de sistema nervioso central con contusiones a nivel de cuello”.

Yaneida recuerda que en la funeraria le sugirieron lo mismo que en el hospital. Los grandes moretones en el cuello y en el rostro eran tan severos que ni el maquillaje del cadáver logró ocultarlos.

Yaneida posa para un retrato con la foto de su hijo y la bandera que le entregó el ejército.Diego Cuevas

Esos señalamientos, manifiesta Yaneida, respaldaban lo que su intuición ya avizoraba: “Mi corazón de madre me decía que no había sido una caída. Lo detallé todo la primera vez que lo vi en el hospital. Sus manos, sus piernas, sus brazos. En la cara tenía morados por todos lados, menos donde supuestamente debió tener heridas por el golpe. Para mí esa versión nunca tuvo sentido”.

Para Carlos Valdés, médico forense y exdirector nacional de Medicina Legal, tampoco lo tiene. Tras revisar el dictamen oficial de los médicos legistas, asegura que este no concuerda con el video que envió el Ejército a la familia. El golpe que refiere el informe —el trauma craneoencefálico contundente, en la jerga médica— es más potente que el que produce una caída desde su altura. “La herida proviene de una energía más fuerte. Podría ser la que deja un golpe con la culata de un fusil”, explica.

Resalta que todas las contusiones se ubican en el lado izquierdo del cuerpo, como si hubiera caído sobre él, pero que el documento señala también una equimosis en la mejilla derecha, del lado opuesto, que difícilmente ocurriría en una caída que golpee el otro costado. “Una equimosis es básicamente el color morado que se presenta, puede ser, por una cachetada”.

Un diagnóstico semejante hace Juan Mario Tobón, abogado penalista con amplia experiencia en la materia. “Es muy poco probable que una persona corriendo, aun enredándose un cable en el cuello, se caiga y se produzca una lesión de tremenda contundencia. Esa se produce más fácilmente por un golpe con un objeto contundente, como la cacha de un fusil”. Agrega: “La descripción de la caída no explica otras lesiones en la cara y en los dientes, que se explican más por golpes directos a la persona”.

Durante este tiempo, Yaneida se ha visto tan sumida en la tristeza que llegó a contemplar que era más fácil gestionar el dolor asumiendo que sí, que hubo un accidente. Sin embargo, hace alrededor de seis meses recibió un mensaje anónimo en sus redes sociales que reavivó su lucha. En él le decían que a Jean Carlos lo habían matado por grabar a un sargento que se robaba los víveres destinados a la tropa y los vendía fuera del batallón. “En su teléfono tenía pruebas contra el sargento (...). Ya estoy afuera y decidí decirle a usted que eso lo mandaron hacer”, se lee en el mensaje que le reveló que a los espectadores del crimen les dieron dinero para callarlos y que el sargento fue trasladado a otra unidad militar.

Inicialmente el remitente le manifestó varias veces a Yaneida que le daba miedo testificar. Pasaron unas semanas y finalmente se animó aludiendo a que también quería justicia para su lanza, como se les llama a los amigos en el argot militar. Ante un notario de Aguachica dio su versión de los hechos. “Se lo llevaron a una bahía y allá lo cascaron. Hay personas que tienen videos (...). Lo mataron ahí dentro del batallón porque movieron el cuerpo del árbol y lo trajeron hasta la garita”, consta la declaración que EL PAÍS conoció. “Yo quiero que se sepa la verdad. El sargento nos ha amenazado. Hay otros compañeros fuera de mí que podrían hablar, pero tienen miedo”, añadió el testigo, cuya identidad se mantiene en reserva por petición suya, pues manifiesta que ha sufrido seguimientos y amenazas.

Una justicia lejana

“No voy a descansar hasta saber quién hizo esto”, reitera Yaneida, empecinada. Ha recolectado pruebas por su cuenta y busca así empujar los procesos judiciales que inició recién falleció su hijo y que a hoy, no muestran mayores avances. Miguel Navarro, abogado particular de la familia Trillos, interpuso una denuncia penal por homicidio doloso (asesinato premeditado) contra varios militares de la base, incluyendo el sargento Pabón. También presentó una demanda administrativa para que el Estado repare a los padres de Jean Carlos por los daños y perjuicios que han sufrido.

Navarro explica que la denuncia penal no ha progresado porque “el fiscal a cargo del caso alega que no suele estar en Barrancabermeja (Santander), adonde trasladaron el caso, y su asistente tiene mucho trabajo”. El retraso es tal que órdenes emitidas por la Fiscalía en 2022, varias de ellas tan esenciales como son los interrogatorios a compañeros y superiores de Jean Carlos, o incluso la revisión de su celular, todavía no se han realizado. Solo en el proceso administrativo hay escasos adelantos. El pasado 18 de octubre se llevó a cabo una de las primeras audiencias dentro del caso, en la que entrevistaron al comandante del batallón.

Además de esos dos procesos, cuando se da una muerte en una unidad militar, se inicia una investigación disciplinaria interna. Al respecto, la Dirección de Comunicaciones Estratégicas del Ejército le respondió a EL PAÍS que el batallón hizo indagaciones en la base y que “después de surtidas las etapas procesales, para el día 16 de junio de 2022, se ordenó el archivo de las diligencias”.

Una foto de Jean Carlo de niño en Aguachica, Cesar (Colombia) el 5 de octubre del 2023. Diego Cuevas

Ana María Rodríguez, directora de la Comisión Colombiana de Juristas y quien tiene experiencia en asesinatos en las Fuerzas Militares, señala que, tras dos años el proceso penal, debería encontrarse más avanzado. “Con la información que hemos conocido consideramos, que al menos ya debería haber una imputación en el proceso penal. Desafortunadamente hay pruebas que no se han pedido o practicado que permitirían establecer con mayor claridad la eventual participación de militares en los hechos”, sostiene.

Aunque la justicia parece inalcanzable, la tenacidad de Yaneida ha logrado cambios. A su batalla se sumó su mamá, la abuela de Jean Carlos y quien lo crió algunos años, María del Carmen Felizzola. Vive en Bucaramanga y hace equipo con su hija para insistir ante los operadores de justicia. Pese a que por salud le cuesta caminar grandes distancias, se las arregla. A veces en muletas, y sin mucho conocimiento en derecho, visita regularmente al abogado que las representa y lo llena de preguntas: “¿Qué ha pasado? ¿Qué han dicho? ¿Por qué no sabemos nada? ¿Cuánto tiempo más?”, lo cuestiona.

La mayoría de veces ha salido de la oficina frustrada. Pero ha convertido esa actividad en una excusa para visitar semanalmente la tumba de Brayitan, como lo llamaban de cariño. Es una rutina casi religiosa: compra una corona de flores frente al cementerio, camina entre cientos de sepulcros, limpia la lápida, pone los arreglos y, casi siempre, se ahoga en lágrimas mientras palpa el nombre inscrito en mármol.

—Me mataron a mi nieto y nadie dice nada. Cada vez que pienso en él, lloro como el primer día.

Las dos mujeres dicen que necesitan la verdad para tramitar un duelo, que sienten inconcluso. Se declaran dispuestas a todo por alcanzarla. Cuando sus conocidos les preguntan si les da temor enfrentarse al Ejército, Yaneida responde tajante: ”Cuando mi hijo murió, perdí el miedo”. Su mamá, con el mismo temple, la complementa: “El Estado debe responder porque él estaba sirviéndole a la patria”. Yaneida duerme poco y llora mucho, pero para sus hijos es un ejemplo de fortaleza. “Nadie puede con mi mamá”, opina Naslyn, que la impulsa a seguir. La valentía se ha contagiado al resto de la familia.

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