Solo Bogotá podría salvar a Petro, otra vez

Arranca una semana clave para medir la temperatura de la izquierda de cara a las regionales. El presidente se vuelca en la capital, el único lugar donde el Pacto Histórico tiene opciones de una victoria

Gustavo Petro junto a su esposa, Verónica Alcocer, en el balcón de la Casa de Nariño, el pasado 1 de mayo.Nathalia Angarita

El día que Gustavo Petro asumió la Presidencia, en agosto pasado, proclamó que “Colombia no es Bogotá” y que trabajaría para que el Estado diga “presente” en cada rincón del país. Una promesa de romper con el centralismo capitalino que pasaba, en parte, por extender la ola de izquierdas que lo llevó al Gobierno hasta las elecciones regionales del próximo 29 de octubre. La idea original era que un Pacto Histórico fuerte -por el que votaron el 50,5% de los ciudadanos en segunda vuelta, hace un año- aquilatara el poder presidencial en las regiones y ciudades para remar los próximos tres años a fa...

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El día que Gustavo Petro asumió la Presidencia, en agosto pasado, proclamó que “Colombia no es Bogotá” y que trabajaría para que el Estado diga “presente” en cada rincón del país. Una promesa de romper con el centralismo capitalino que pasaba, en parte, por extender la ola de izquierdas que lo llevó al Gobierno hasta las elecciones regionales del próximo 29 de octubre. La idea original era que un Pacto Histórico fuerte -por el que votaron el 50,5% de los ciudadanos en segunda vuelta, hace un año- aquilatara el poder presidencial en las regiones y ciudades para remar los próximos tres años a favor del Gobierno. Tener aliados fuera de Bogotá es clave para un presidente necesitado de apoyos, pero la capital se ha convertido en su último salvavidas.

Petro es consciente de que solo una victoria de su candidato en la capital, Gustavo Bolívar, podría salvarlo de un revés electoral demoledor. El Pacto Histórico, una amalgama de partidos y movimientos diversos, no ha logrado alcanzar acuerdos para nombrar candidatos únicos en nueve de las diez ciudades más importantes del país ni tiene opciones en las principales gobernaciones, de ahí que el presidente haya decidido concentrar en Bogotá toda su fuerza para tratar de salvar los muebles. La promesa de descentralizar el país tendrá que esperar al menos unos días.

El presidente ya advirtió en la ONU la semana pasada, en la que se ha convertido en la frase más famosa de su discurso y carne de memes, que su intención era “expandir el virus de la vida por las estrellas del universo”, lo que antes de apuntar tan lejos quiere empezar en su propio país. Este miércoles, hay convocadas marchas en toda Colombia, alentadas y apoyadas sin matices por el Gobierno, con la presencia de ministros en las calles y un discurso del mismo Petro. “Nos movemos por la vida este 27 de septiembre. Nos movemos por los derechos de las gentes, nos movemos por Colombia Potencia mundial de la vida”, anunció el presidente en X -antes Twitter-. Esa marcha “por la vida” y pro Gobierno servirá para medir la temperatura de la izquierda a un mes justo de las elecciones.

Al día siguiente, el presidente que prometía acabar con el centralismo participará con su Gobierno en encuentros con ciudadanos en las localidades capitalinas de Kennedy, Engativá y Suba, en un acto bautizado como Gobierno con el pueblo y que, según Presidencia, tendrá un formato similar al realizado en el departamento de La Guajira hace tres meses. Entonces, el presidente decidió trasladar su gabinete una semana a esta región marcada por los altos índices de pobreza y desnutrición y gobernar desde allí, un proyecto que debía continuar en Arauca, pero al que se impuso a última hora Bogotá, en un traslado sin traslado.

Las reacciones en contra del presidente, aunque habituales, han resurgido con fuerza estos días, entre quienes ven en sus acciones una intención clara de apoyar la candidatura de Bolívar. La Constitución prohíbe hacer proselitismo desde el Gobierno y este niega que esta sea la razón del cambio de planes. El propio Bolívar, que sí ha anunciado que encabezará la marcha en Bogotá del miércoles, ha asegurado que no participará en los actos del jueves y viernes. “Querer prohibirle al presidente que se desplace a donde se tenga que desplazar me parece muy mezquino”, se defiende el candidato, entre las críticas del resto de aspirantes a la Alcaldía, que han respondido airados a lo que consideran una estrategia electoral encubierta.

“Los bogotanos y bogotanas no son idiotas. Si esas reuniones son políticas y las van a usar para impulsar la candidatura de Gustavo Bolívar, se va a notar, y los votantes los van a castigar”, dijo Carlos Fernando Galán, primero en las encuestas. El exdirector de la Policía Nacional, el general en retiro Jorge Luis Vargas, también candidato, llamó a una contra protesta: “Nos quieren meter una bomba en Bogotá. Ya sabemos que de manera descarada los Gustavos [Petro y Bolívar] preparan una toma. Los convoco a que les respondamos con un cacerolazo”.

El día 29 de octubre, además de la capital, Petro se juega parte del desarrollo de sus políticas. Su éxito, ya que su partido no contará con alfiles territoriales, dependerá de los acuerdos que alcance con los nuevos gobernadores y alcaldes, claves en la puesta en marcha del Plan Nacional de Desarrollo aprobado por el Gobierno, eje de su mandato. Una multiplicidad de partidos como no se había visto nunca en Colombia -compiten hasta 36 organizaciones políticas frente a las 17 de 2017- dibujará el poder territorial de la era Petro, como contrapeso o apoyo del Gobierno. Ante la ausencia del Pacto Histórico, el presidente tendrá que emplearse a fondo para tejer alianzas que le permitan que el Estado diga “presente” en cada rincón del país porque, como dijo hace un año, “Colombia no es Bogotá”.

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