Colombia: paraíso para hackers
Pese al llamado de atención de los múltiples ataques previos, los abogados y economistas que nos gobiernan no parecieron comprender la importancia de la tecnología
Cuando algo no se entiende, no se le da importancia. Por ejemplo: si uno no sabe de botánica, poco se va a preocupar si ve unos árboles tristes y parcialmente despojados de sus hojas; si uno no sabe de culinaria, qué más da si en la mesa hay pizza, steak tartare o arroz con huevo; si uno no sabe de tecnologías, puede vivir convencido de que con un teléfono celular, un computador y vivir pegado a Twitter (ahora X) todo el día, basta para estar...
Cuando algo no se entiende, no se le da importancia. Por ejemplo: si uno no sabe de botánica, poco se va a preocupar si ve unos árboles tristes y parcialmente despojados de sus hojas; si uno no sabe de culinaria, qué más da si en la mesa hay pizza, steak tartare o arroz con huevo; si uno no sabe de tecnologías, puede vivir convencido de que con un teléfono celular, un computador y vivir pegado a Twitter (ahora X) todo el día, basta para estar en onda.
No hay otra forma para explicar el horror que hoy enfrenta Colombia por cuenta del gravísimo ataque cibernético que dejó por fuera a un sinnúmero de plataformas digitales de varias entidades del Estado, poniendo en suspenso desde procesos judiciales hasta la atención en salud de millones de colombianos.
A quienes gobiernan no les interesa la tecnología. No la entienden. No les importa. A las decenas de miles de abogados que integran los órganos del Estado y a la otra decena de miles de economistas que trabajan en los despachos oficiales les tiene sin cuidado la seguridad informática. Muchos viven con la idea de que la mayor amenaza contra el mundo digital viene de los virus. Otros lo único que temen es que su información personal, sus secretos más o menos graves, sean revelados.
Somos un país tan poco dado a entender la tecnología como algo que va más allá de una pantalla de computador y de una app de celular que hace casi un año, cuando un ransomware secuestró toda la información del Instituto Nacional de Medicamentos y Alimentos (INVIMA), en vez de tomar medidas para salvaguardar todas las plataformas digitales del Estado colombiano para evitar que esa situación se multiplicase, el gobierno pareció esconderse y el INVIMA casi que dejó que el paso de los días y las semanas difuminara lo que debió ser una alerta mayor.
Vendrían nuevos llamados de atención. Las plataformas del grupo de salud Keralty cayeron en manos de los hackers. De un día para otro la EPS Sánitas y la prepagada Colsánitas perdieron sus historias clínicas, sus agendas de procedimientos y consultas, sus enlaces con los pacientes y todo lo que antes se hacía con un click se transformó en una interminable pesadilla de filas y papel. Luego le tocó el turno a Nutresa, que divulgó haber sido objeto de un ataque de ciberdelincuentes, pero de sus alcances poco se supo. Caracol Radio, Audifarma y otras compañías de gran relevancia fueron cayendo en manos de los hackers, mientras en el Congreso los políticos (en su mayoría abogados y economistas) decían NO a la creación de una agencia de ciberseguridad porque “qué miedo que nos espíen”.
Hace años los abogados y los economistas, que son quienes mandan en el país, decidieron que una empresa llamada IFX Networks iba a ser la responsable de salvaguardar nuestra información digital. Pero esos expertos en contratos y sus intríngulis, ignorantes del entorno digital, parece que nada hablaron de procesos de recuperación de información en caso de hackeo. Parece que no encontraron un proveedor que tuviera las garantías de seguridad más exigentes para proteger la información de los colombianos. Parece que esos encorbatados siguieran pensando que el mundo digital es montar páginas en Geocities o Blogger (recuerdo de los albores de la internet) en vez de estar jugando con los datos personales de todo un país.
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