Trump presidente
Un nuevo periodo presidencial de Donald Trump sería fatal, para Colombia y para el mundo
Me pregunto si el mundo está preparado para resistir un nuevo periodo presidencial de Donald Trump, posibilidad muy cercana según las encuestas que lo dan ganador sobrado en las primarias del Partido Republicano y empatado en las presidenciales con el presidente Joe Biden, quien no goza de gran favorabilidad. Algunas personas lo ven —a Biden— “chuchumeco”, muy viejo para un segundo mandato, y a Trump como un individuo que incurre en ilegalidades. ...
Me pregunto si el mundo está preparado para resistir un nuevo periodo presidencial de Donald Trump, posibilidad muy cercana según las encuestas que lo dan ganador sobrado en las primarias del Partido Republicano y empatado en las presidenciales con el presidente Joe Biden, quien no goza de gran favorabilidad. Algunas personas lo ven —a Biden— “chuchumeco”, muy viejo para un segundo mandato, y a Trump como un individuo que incurre en ilegalidades. Para Colombia sería fatal una presidencia de Trump, porque los dos jefes de Estado que coincidieron con él en su Gobierno no tuvieron fortuna. La relación entre los dos países quedó congelada. El resto del mundo, con excepción de Rusia, tampoco se sentiría muy cómodo. Es la primera vez en la historia de los Estados Unidos que un expresidente es reseñado judicialmente por una corte. Aun así, el candidato Trump viene fortaleciéndose a pesar de los cargos que se le imputan, todos muy graves, por conspiración para defraudar a Estados Unidos, conspiración para obstruir un procedimiento oficial y conspiración contra los derechos de los ciudadanos.
Los fiscales del Estado de Georgia presentaron una nueva acusación contra Trump y 18 personas más, relacionada con los esfuerzos para anular su derrota electoral frente a Joe Biden. Ya hay fecha para ser encausados; será el próximo 6 de septiembre, en la corte del condado de Fulton, mucho antes de lo que habían pedido sus abogados. Puede ser de manera virtual. Son cuatro las acusaciones en contra, dos estatales y dos federales.
Los riesgos de una condena con prisión son altas, pero ello no evitaría que resultare elegido y por consiguiente tuviese que gobernar desde la prisión; nadie sabe cómo saldría ese complicado experimento porque no hay ningún antecedente en el mundo. No obstante las dificultades, él —Trump— se ha declarado inocente y su campaña continúa en ascenso. Sus adeptos consideran que todo el proceso en su contra es una persecución política orquestada por los demócratas. Piensan que su candidato de preferencia no hizo nada ilegal. Muy llamativo y revelador fue el resultado del primer debate presidencial republicano del miércoles 23 de agosto en el que participaron ocho aspirantes a la candidatura; Trump no se presentó y resultó ganador absoluto. A la misma hora del encuentro de candidatos ofreció una entrevista con Tucker Carlson y produjo más de 150 millones de visitas en Twitter, mientras el debate en televisión obtuvo un rating de 12,8 millones de personas. La cadena de televisión Fox, organizadora del evento, interpretó el resultado como de gran interés para la opinión norteamericana. Por otra parte, hay un número importante de electores que consideran conveniente que Trump interrumpa su campaña hasta tanto el jurado entregue su veredicto.
Otra inquietud que surge, en caso de que se diera la doble condición de ganador y de condenado, es si como presidente puede perdonarse a sí mismo. Esa pregunta tampoco tiene respuesta. Puede que sí, puede que no. Lo que parece claro es que los delitos estatales no son susceptibles de perdón presidencial. Mientras tanto, el candidato Trump sigue vendiendo camisetas con su efigie de la reseña judicial y ha recogido más de siete millones de dólares.
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Es inexplicable que la oposición al Gobierno se movilice en contra del alza de la gasolina, medida necesaria de salud financiera; es una cirugía económica dolorosa pero indispensable en contra del déficit que se causa por mantener un precio menor a la realidad de su costo, que afecta gravemente las finanzas públicas y a los ciudadanos que no consumen gasolina porque no tienen carro o no lo usan porque son usuarios del transporte público. Es un proceso populista idéntico al que utilizaba la oposición que hoy es gobierno.
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