Rodolfo Hernández quiere volver a ser profeta en Santander

El excandidato presidencial, que en 2022 sorprendió al llegar a la segunda vuelta, es el favorito para la Gobernación de su departamento y busca definir el alcalde de Bucaramanga

El candidato Rodolfo Hernández vota en Bucaramanga, el 29 de mayo de 2022.Mauricio Pinzon (AP)

Un año fue suficiente para que Rodolfo Hernández volviera a competir electoralmente. Esta vez será en su tierra, en donde se siente más cómodo. Luego de perder en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales y renunciar a su curul de senador tras apenas dos meses en el cargo, el septuagenario ingeniero se niega a perder relevancia entre sus coterráneos y es candidato a la Gobernación de Santander...

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Un año fue suficiente para que Rodolfo Hernández volviera a competir electoralmente. Esta vez será en su tierra, en donde se siente más cómodo. Luego de perder en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales y renunciar a su curul de senador tras apenas dos meses en el cargo, el septuagenario ingeniero se niega a perder relevancia entre sus coterráneos y es candidato a la Gobernación de Santander. Su visibilidad contrasta con el poco tiempo que lleva en política electoral: en 2015 se postuló como candidato a la Alcaldía de Bucaramanga y ganó, a pesar de que las encuestas lo situaban en los últimos lugares. Con esta nueva aspiración busca revalidar su poderío, que parece mermado si se le compara con el pasado reciente, cuando las investigaciones en su contra no habían avanzado y su discurso anticorrupción estaba menos trillado. No deja de ser, en todo caso, un candidato visible y con buenas posibilidades.

Las características de la campaña de Hernández demuestran lo contradictoria que es su figura. Buena parte de los 10,6 millones de colombianos que lo apoyaron en la segunda vuelta lo hicieron porque deseaban impedir el triunfo de la izquierda, y ahora todo indica que el Pacto Histórico, la coalición del presidente Gustavo Petro, se le adherirá. Esa eventual alianza puede costarle la victoria en un departamento en el que la izquierda no ha sido fuerte, sobre todo unido a la sanción que le impuso la Procuraduría por el caso de corrupción conocido como Vitalogic, en el que está involucrado junto con su hijo Luis Carlos. Se trata de una inhabilidad de 14 años para desempeñarse en el sector público que está suspendida, a la espera de ser evaluada en una segunda instancia, razón por la que puede aspirar a la Gobernación. Eso no solo afecta tanto su imagen sino que puede disuadir a los votantes, pues si gana y la decisión se confirma, tendría que apartarse del cargo.

La puja por la Gobernación

Hernández dejó la Alcaldía de Bucaramanga en 2019 con índices de aprobación sin precedentes del 84%, según la firma encuestadora Guarumo. Refrendó su popularidad en las presidenciales, cuando en primera y segunda vuelta abarcó más del 65% de los votos en el departamento y ganó con suficiencia en 85 de los 87 municipios (Petro solo lo derrotó en Barrancabermeja y Puerto Wilches). Pero una cosa es el fervor regionalista por tener un presidente propio y otra el reencauche político en Santander, con rivales locales, la sanción de la Procuraduría, la renuncia al Senado y el apoyo del petrismo.

Enfrenta un grupo de contendores variado, aunque ninguno tan conocido como él. Los titanes electorales del departamento, la familia Aguilar, que suma dos exgobernadores y al actual, Mauricio Aguilar, no tendrán candidato propio. Sin embargo, algunos de sus miembros han manifestado su apoyo al exalcalde de Floridablanca, el segundo municipio más poblado del departamento, Héctor Mantilla. El abogado de 29 años negó que haya recibido oficialmente estas adhesiones y recalcó que no “es político de nadie”. Aunque tiene relaciones familiares con figuras del Partido Conservador —su tío Jorge Humberto Mantilla fue congresista por esa colectividad; su madrina de matrimonio es la exvicepresidenta Martha Lucía Ramírez—, recibió el aval de La U, Colombia Renaciente, En Marcha y Fuerza de La Paz.

Otro candidato visible es el general retirado del Ejército Juvenal Díaz Mateus, quien se inscribió por firmas y con los avales del conservatismo, los liberales, el uribismo y Cambio Radical. Su hermano Iván fungió como congresista conservador entre 1998 y 2008, cuando el Consejo de Estado le quitó su investidura, y posteriormente fue condenado por la llamada yidispolítica, el escándalo en el que se demostró cómo el Gobierno de Álvaro Uribe ofreció prebendas a legisladores para que aprobaran la reforma constitucional que daba vía libre a la reelección presidencial. El otro hermano del general es Luis Eduardo y ocupa actualmente una curul en la Cámara.

Más cerca de sectores progresistas aparece el diputado verde Ferley Sierra, quien obtuvo también el aval de Dignidad y Compromiso y es un visible crítico del gobernador Aguilar. Con menos visibilidad, de momento, avanzan las campañas de Julián Silva, un joven abogado de la Universidad de Los Andes que ha hecho política de la mano de Sergio Fajardo y es candidato del Nuevo Liberalismo; Luis Mauricio Quiñonez, quien aspira por Independientes; Juan Torres, ingeniero metalúrgico avalado por el Partido Ecologista; y José Domingo Cortés, de Nueva Fuerza Democrática.

La Alcaldía también está disputada

El papel de Hernández en la carrera por la Alcaldía refrenda su impredecibilidad. Hace cuatro años apoyó abiertamente a Juan Carlos Cárdenas para reemplazarlo y a los pocos meses se convirtió en uno de sus más grandes opositores, acusándolo de corrupto. Ahora la candidata que avaló su partido, la Liga de Gobernantes Anticorrupción, es Consuelo Ordóñez, con quien cruzó fuertes acusaciones en el pasado.

“Ella (Ordóñez) se la pasa diciendo que soy un inepto y ha usado su poder en la Procuraduría para criticar lo que tiene y no tiene que hacer el alcalde”, declaró Hernández en los micrófonos de Blu Radio en 2017. Afirmó que la animadversión se debía a que, como alcalde, había dejado de contratar a una intermediaria de seguros que gerenciaba el esposo de Ordóñez. Seis años más tarde, según confirmó Ordóñez a EL PAÍS, el ingeniero decidió apoyarla con el único compromiso de que ella “se comprometiera a no robar”, sin siquiera un acuerdo programático. Ordóñez es economista, fue gerente de la Empresa de Aseo de Bucaramanga, secretaria de Planeación de Santander durante el mandato de Horacio Serpa y es la única mujer que aspira a la Alcaldía.

Enfrenta al hijo de su antiguo jefe, Horacio José Serpa, la apuesta del Partido Liberal para recuperar la Alcaldía que manejó hasta 2015, cuando Rodolfo Hernández fue elegido. Aunque Serpa hijo nació en Barrancabermeja hace 41 años, su trayectoria se ha dado fuera del departamento, lo que despierta recriminaciones en los más regionalistas. Se desempeñó como concejal de Bogotá entre 2012 y 2017, cuando dimitió para aspirar al Senado, donde estuvo entre 2018 y 2022. Su principal carta de presentación es también su mayor crítica: su padre, quien fue parlamentario, ministro, candidato a la Presidencia en 1998, 2002 y 2006, y gobernador de Santander.

Los otros dos candidatos con mayor visibilidad son los exconcejales Carlos Parra y Jaime Beltrán. El primero es cercano a la senadora verde Angélica Lozano y a la alcaldesa de Bogotá, Claudia López. El abogado de la Universidad del Rosario llegó al Concejo tras ser el más votado en 2019, inicialmente apoyó al alcalde, pero finalmente se hizo un nombre gracias a su rol como opositor. El segundo, quien con 40.067 votos ocupó el segundo lugar en las votaciones a alcalde en 2019, es pastor y político cristiano, y está en el Concejo desde 2012. Sin una postura determinada en el espectro ideológico, tiene la capacidad de tender puentes con distintos sectores. Su mayor debilidad por ahora es que su partido, el cristiano Colombia Justa Libres, enfrenta una pelea jurídica que podría invalidar todos sus avales.

Entre los otros 13 aspirantes están Manuel Parada, quien obtuvo el espaldarazo de Creemos, el movimiento de Federico Gutiérrez; Jaime Calderón, médico y antiguo columnista de Vanguardia, por el Pacto Histórico; y Jorge Figueroa, exsecretario de Desarrollo Social de Bucaramanga, avalado por el Partido Demócrata Colombiano. Todos ellos tienen algo que decir sobre Rodolfo Hernández. Sea en favor o en contra de él, nadie es indiferente al fenómeno político que personificó y que aún puede dictar la pauta de cómo se vota en Santander. Las elecciones regionales serán un medidor de eso, un referendo sobre si el ingeniero sigue siendo profeta, por lo menos en su tierra.

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