Benedetti le pide protección a la Fiscalía por amenazas “de personas muy poderosas”
El político ha deslizado tras su destitución como embajador en Venezuela que la campaña de Petro, que él dirigió, obtuvo financiación irregular
Armando Benedetti ha asegurado que sus invectivas contra el presidente Gustavo Petro y la que hasta hace poco era su número dos, Laura Sarabia, fueron producto de la rabia y el trago. Sin embargo, sus palabras han generado un terremoto político en Colombia cuyas dimensiones por ahora no son fáciles de calcular. Él se siente intimidado desde entonces y le acaba de solicitar a la Fiscalía que lo proteja a él ...
Armando Benedetti ha asegurado que sus invectivas contra el presidente Gustavo Petro y la que hasta hace poco era su número dos, Laura Sarabia, fueron producto de la rabia y el trago. Sin embargo, sus palabras han generado un terremoto político en Colombia cuyas dimensiones por ahora no son fáciles de calcular. Él se siente intimidado desde entonces y le acaba de solicitar a la Fiscalía que lo proteja a él y a su familia por las amenazas que está recibiendo de manera directa e indirecta “de personas muy poderosas”. “Las amenazas son muy serias, me las han hecho en persona”, le ha dicho Benedetti a este periódico.
El exembajador en Venezuela fue apartado de su cargo por conspirar contra Sarabia, la mano derecha de Petro. La destitución no le sentó nada bien y dio dos entrevistas en las que insinuaba que la campaña de Petro, de la que fue jefe, estuvo inflada por dinero irregular. Deslizó que tanto él como el presidente tienen un problema con la cocaína. En unos audios de WhatsApp que se dieron a conocer va aún más lejos y llega a decir que si hablase acabarían todos presos. La Fiscalía se ha hecho cargo del caso.
Benedetti se había mantenido en silencio 36 horas, desde que justificara sus bravatas por el alcohol y el rencor que sintió al verse desplazado políticamente. Él y Sarabia, que entonces era su subordinada, formaron el núcleo duro de la campaña de la izquierda y estuvieron detrás de todas las grandes adhesiones y movilizaciones que a la larga llevaron a Petro a la Presidencia. Benedetti pensaba ser nombrado ministro u otro cargo cercano a Petro, pero fue enviado a Venezuela como embajador porque le perseguían varias causas judiciales que podían perjudicar al Gobierno. Benedetti se lo tomó como un destierro. Sarabia, en cambio, se quedó junto a Petro, literalmente en el despacho de al lado.
Esa diferencia de trato carcomió durante meses al embajador, que casi un año después trató de regresar a Bogotá a un puesto relevante. Entonces, según él, Petro y Sarabia le hicieron luz de gas y lo abandonaron a su suerte. Se cree que él fue quien filtró a la revista Semana que la niñera de Sarabia había sido sometida al polígrafo por ser sospechosa de haber robado un maletín con dinero de su jefa. Benedetti esparció aún más la sospecha en Twitter, dudando de la procedencia de ese dinero y dejando caer que Sarabia pinchaba teléfonos. La Fiscalía fue a comprobar si eso era así y descubrió que la niñera había tenido el teléfono intervenido durante la investigación por el robo. Fue el principio del fin de Sarabia, a la que acusan de abuso de poder, y también del de Benedetti, por tramar en la sombra.
Ella se fue de forma discreta, agradeciendo el apoyo a Petro durante estos meses, pero él se ha ido levantando un manto de sospecha sobre el presidente. Sus palabras han provocado la mayor crisis de Gobierno en estos diez meses. La oposición ha aprovechado para pedir la destitución del presidente y una investigación profunda de lo sucedido. El fiscal, Francisco Barbosa, ha abierto unas indagaciones y, de forma desproporcionada, ha calificado este como el peor caso de derechos humanos en Colombia. Barbosa, desde su cargo, hace una oposición evidente al presidente.
Benedetti dice tener pruebas de esas amenazas que le han llevado a pedir protección. El político fue retratado este miércoles con una chaqueta de cuero, una gorra negra y una maleta en una puerta de embarque del aeropuerto de Bogotá. Algunos periodistas difundieron que se marchaba por sentir amenazada su vida, pero él lo negó, dijo viajar a Europa por un asunto familiar. En unos días estará de regreso. A la vuelta le espera el embrollo político que él ha ayudado a crear.
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