Una gran coalición con las bases liberales: la nueva apuesta de Petro
El nombramiento del exsenador Luis Fernando Velasco como ministro de Interior es una de las muestras del intento de mantener buenas relaciones con los miembros del partido tradicional que se reivindican como socialdemócratas
“La unión del liberalismo y el progresismo son la llave de una victoria histórica para cambiar a Colombia por la Vida”, escribió el entonces candidato presidencial Gustavo Petro en abril de 2022, en plena campaña electoral. El expresidente César Gaviria acababa de anunciar que el Partido Liberal apoyaría al candidato de derecha Federico Gutiérrez, y el hoy presidente publicó un video en el que proponía “que todo el pueblo liberal, n...
“La unión del liberalismo y el progresismo son la llave de una victoria histórica para cambiar a Colombia por la Vida”, escribió el entonces candidato presidencial Gustavo Petro en abril de 2022, en plena campaña electoral. El expresidente César Gaviria acababa de anunciar que el Partido Liberal apoyaría al candidato de derecha Federico Gutiérrez, y el hoy presidente publicó un video en el que proponía “que todo el pueblo liberal, no deje perder este momento histórico, que ese pueblo liberal se junte bajo las banderas de transformar a Colombia”. Esa idea, que el proyecto político del presidente reivindica un ideario que por décadas fue el de la corriente más fuerte del que fue el partido mayoritario durante toda la mitad del siglo XX, está en el trasfondo de la nueva etapa del Gobierno que inauguró la semana pasada con su remezón de Gabinete y su anuncio del fin de la coalición política que sostuvo durante nueve meses.
En los movidos días del cambio de gabinete, Petro mantuvo dos líneas de acción diferentes. Una con sus hasta entonces socios de la derecha, La U y el Partido Conservador, con los que seguían abiertas las conversaciones para lograr su apoyo a la reforma a la salud. No hubo acuerdo y el día D, cuando la comisión séptima de la cámara debía votar la ponencia favorable para que la reforma avanzara en el Congreso, ninguno de los cuatro congresistas de esos partidos votó a favor.
Víctor Manuel Salcedo, de La U, votó en contra. Los tres restantes, dos conservadores y Camilo Ávila de La U, se ausentaron —algo que evitaba sanciones con los jefes de sus partidos y no hundía la reforma. Pero no fue suficiente. Esa misma noche, el presidente anunció el fin de la coalición y al día siguiente, en un remezón del Gabinete, sacó a los ministros de esos dos partidos. Esa movida fue la que, posiblemente, más resonó.
Pero con los liberales la trayectoria fue otra, una que muestra que Petro los ve bajo otra óptica. El presidente peleó de frente con el expresidente César Gaviria, cabeza oficial del partido y quien ya se había apartado de cualquier posibilidad de apoyar la reforma. Petro le endilga ser el padre de las llamadas reformas neoliberales que él —como buena parte de la izquierda— señala como responsables de la desigualdad, la pobreza y buena parte de los problemas sociales del país. Pero el presidente no peleó con el liberalismo, ni necesariamente con todo el partido. De entrada, la reforma se salvó por el voto de la liberal María Eugenia Lopera. Pero, además, alrededor de la reforma se reeditó una reiterada ruptura entre Gaviria y parte de su bancada: 18 de los 33 representantes firmaron una carta pública en la que no solo se quejan de la amenaza del expresidente de sancionar a quienes apoyen a la reforma sino que dicen “el país demanda cambios frente a los cuales la colectividad no puede ser ajena”. Es decir, se acercan políticamente a Petro.
En respuesta, el presidente mantuvo a los dos ministros liberales, Catalina Velasco en Vivienda y Néstor Osuna en Justicia y además designó a Luis Fernando Velasco en la cartera de la política, encargado de sacar adelante las reformas en el Congreso. El caso del nuevo ministro recuerda que la sintonía de varios sectores liberales con Petro no es nueva, pues él mismo renunció a reelegirse por cuarta vez en el Senado en 2022, y en su lugar buscó ser candidato presidencial de su partido y llevar a este a la coalición de izquierda que lideraba Petro.
Aunque Gaviria se negó, a Velasco se sumaron más políticos liberales a la hora de apoyar a Petro y hacerle campaña. Entre ellos, el senador antioqueño Julián Bedoya, jefe político de Lopera y aspirante a la Gobernación de Antioquia-; el entonces senador Guillermo García Realpe, ahora candidato del Pacto Histórico a la Gobernación de Nariño; el exsenador Iván Agudelo, muy cercano al alcalde de Medellín Daniel Quintero; o el representante cordobés Andrés Calle, hermano del candidato a la Gobernación de ese departamento Gabriel Calle.
El giro a la izquierda con el nuevo Gabinete también busca reforzar esa alianza. Con apoyos liberales, las reformas sociales de Petro tendrían los votos suficientes para salir adelante en el Congreso. Con la suma de los votos de izquierda y de las estructuras liberales, candidatos cercanos a Petro pueden ganar en las elecciones de octubre. Y todo eso sin que ninguno de los dos lados deba justificar una alianza que, como la de Petro con los conservadores, tenía poco sustento ideológico.
La dificultad, sin embargo, es que no todos los políticos liberales están en esa sintonía. En la segunda mitad del siglo XX el gran partido, que creció gracias a la rápida urbanización, a la pérdida de influencia de la iglesia católica y a la capacidad de sus dirigentes de cooptar sectores de izquierda moderada, tuvo dos grandes corrientes. Una más a la derecha, aunque reformista, encabezada por los expresidentes Eduardo Santos, Alberto y Carlos Lleras, conocida como llerismo. Gaviria es heredero de ella. Otra más socialdemócrata, heredera de la tradición del presidente Alfonso López Pumarejo y su hijo Alfonso López Michelsen, más cercana a la izquierda. López Michelsen, incluso, lideró un partido disidente, el Movimiento revolucionario liberal.
Esta vena es la que pulsa Petro, que le da sustancia ideológica e histórica a una coalición más cohesionada y que puede rescatar logros de líderes liberales como el asesinado Jorge Eliécer Gaitán o el mismo López Pumarejo, a quienes ha citado en varias circunstancias como antecesores de su proyecto político.
Gaviria, por ahora, tiene el manejo del partido, de sus recursos, y la posibilidad de dar avales, es decir, definir quién puede ser candidato en las elecciones locales de octubre. Ese último poder, que ha sido clave en mantener la unidad liberal en el pasado, parece desgastado: con la explosión de partidos políticos, que han pasado de ser una docena a casi 30, los políticos tienen más opciones. Algunas están bajo el control de políticos tradicionales que hoy están en el petrismo, por lo que hay alternativas al tradicional liberalismo en partidos como Gente en movimiento del ministro de TIC Mauricio Lizcano o La fuerza de la paz, del presidente del Congreso Roy Barreras.
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