Buena persona, regular ministro
Álvaro Leyva es un buen tipo, un hombre culto que conoce muy bien a Colombia, pero con el paso de los meses crece la duda sobre si es la persona adecuada para llevar las riendas del Ministerio de Relaciones Exteriores
Álvaro Leyva es un buen tipo, un hombre culto que conoce muy bien a Colombia, pero con el paso de los meses crece la duda sobre si es la persona adecuada para llevar las riendas del Ministerio de Relaciones Exteriores. Basta con echar un vistazo a las últimas dos semanas para descubrir varios episodios en los que el país ha quedado mal o ha estado ‘ad portas’ de un conflicto diplomático por cuenta de episodio...
Álvaro Leyva es un buen tipo, un hombre culto que conoce muy bien a Colombia, pero con el paso de los meses crece la duda sobre si es la persona adecuada para llevar las riendas del Ministerio de Relaciones Exteriores. Basta con echar un vistazo a las últimas dos semanas para descubrir varios episodios en los que el país ha quedado mal o ha estado ‘ad portas’ de un conflicto diplomático por cuenta de episodios protagonizados por el jefe de nuestras relaciones internacionales.
No hay duda de que la convocatoria para la conferencia sobre Venezuela a inicios de esta semana fue un éxito. No es nada fácil conseguir que una veintena de países envíe a altos representantes de sus Gobiernos para dialogar sobre la situación política de una nación sudamericana venida a menos. Pero una cosa es la capacidad de convocatoria y otra muy diferente los resultados de esta.
Los ilustres visitantes que llegaron a Bogotá aterrizaron en el aeropuerto El Dorado sin saber exactamente cómo se iba a desarrollar la cumbre. Entraron a la sede de la Cancillería sin tener una agenda de trabajo. Cada uno leyó un texto preparado para la ocasión con sus perspectivas sobre la situación venezolana, pero como nunca se socializó una agenda con objetivos comunes que llevaran a algún tipo de conclusión, al final no hubo declaración conjunta, que es lo que se acostumbra en estos eventos de la alta diplomacia.
De hecho, según trascendió, antes de que se retiraran los delegados de los países se hizo circular el borrador de una declaración que aspiraba a plantear las conclusiones de la reunión. Sin embargo, ese texto que nadie conocía de antemano no recibió apoyo de los asistentes, quienes prefirieron salir rápidamente del salón hacia sus aviones u hoteles. Al final lo que hubo fue la lectura de una relatoría hecha por Colombia, sin carácter vinculante. Falló la diplomacia. Ganó la improvisación. O, si lo prefieren, hubo fastuosa reunión, pero pobre resultado.
Lo que poco se comentó sobre ese encuentro es que desde el Ministerio invitaron y luego ‘desinvitaron’ a un país vecino, aún no se sabe bajo qué pretexto. El gobierno de Panamá fue convocado a participar, pero luego retiraron la invitación en un hecho que se sumó a las afrentas previas que el canciller Leyva ha tenido con ese país.
La semana pasada, en Estados Unidos, Leyva habló del “departamento de Panamá”, como si se tratase de una herida abierta en nuestra historia. Unas semanas antes, el mismo ministro dejó solos a representantes de Panamá y Estados Unidos cuando hablaban del problema migratorio en la zona del Tapón del Darién, asegurando que ese no es un problema de Colombia.
Entretanto, pocos esfuerzos se han hecho para recomponer la relación de Colombia con el Perú, hasta el punto de que muchos en el Ministerio de Exteriores están descontando los días para que se hable de una ruptura de relaciones entre ambos países.
Leyva en su Instagram se presenta como “Ministro de Relaciones Exteriores y Paz”, cargo rimbombante, pero inexistente en Colombia, aunque tal vez sea un guiño y un anhelo. Tal vez Leyva quiere ser el encargado de la paz. Tal vez lo haría muy bien. Seguro mejor que el comisionado Danilo Rueda quien, por cierto, anda como desaparecido mientras la violencia cunde por doquier.
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