La “guerra” entre limpiavidrios y conductores quiebra (aún más) la seguridad en Bucaramanga

La calle se ha vuelto un ‘ring’ de pelea entre grupos de jóvenes que piden monedas por la fuerza y conductores que responden con más violencia

Limpiavidrios y conductores se enfrentan en Bucaramanga.Vídeo: RR SS

Los limpiavidrios se han ganado la mala fama de ser el “terror” de Bucaramanga. La violencia con que algunos grupos de jóvenes acechan a los conductores que se niegan a darles una moneda ha desvelado una grave situación en la ciudad que va más allá de lo escandaloso de las escenas. La ausencia de oportunidades para los más de 70.000 venezolanos que han llegado en los últimos años y que ya son un 6% de los habitantes, ha llevado a muchos a vivir de la calle y ha generado enfrentamientos como los que se han vuelto virales en redes sociales en los últimos días. Jóvenes desesperados por un peso qu...

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Los limpiavidrios se han ganado la mala fama de ser el “terror” de Bucaramanga. La violencia con que algunos grupos de jóvenes acechan a los conductores que se niegan a darles una moneda ha desvelado una grave situación en la ciudad que va más allá de lo escandaloso de las escenas. La ausencia de oportunidades para los más de 70.000 venezolanos que han llegado en los últimos años y que ya son un 6% de los habitantes, ha llevado a muchos a vivir de la calle y ha generado enfrentamientos como los que se han vuelto virales en redes sociales en los últimos días. Jóvenes desesperados por un peso que golpean a palazos vehículos o atacan a cuchillo a los temerarios conductores que se bajan de sus carros para enfrentarlos.

En 2021, la prensa ya registraba cómo la violencia entre los conductores y los jóvenes que pedían monedas había escalado, tanto que las peleas ya no solo eran a puños. En junio de ese año, el conductor de un vehículo le disparó en el abdomen a un limpiavidrios porque se había sentido “acosado”. Dos años después, la situación es igual de dramática. En unas de las imágenes que se han conocido en los últimos días, un conductor arrolla a un joven con su vehículo, en otra un limpiavidrios ataca a los ocupantes de un carro. La violencia desbordada.

El concejal Jaime Andrés Beltrán dice que lo que está viendo el resto del país, con los videos que son ahora noticia, no es nuevo, y es tan grave como se observa en las imágenes. Los ciudadanos están “haciendo justicia por cuenta propia” para enfrentar la violencia que se vive en las calles. “Hace falta autoridad, pero sobre todo un plan para mitigar los efectos de una migración descontrolada. La ausencia de programas sociales ha llevado a que la ciudad se enfrente a serios problemas en materia de seguridad”, opina por teléfono el concejal que ha sido criticado por sus posiciones, para muchos, radicales y revictimizantes contra los migrantes.

A finales de marzo, un hombre casi fue linchado por un grupo de personas que lo retuvo después de que atacara a un taxista. La horda que lo rodeó y lo redujo hasta que llegó la policía se animaba entre sí a someterlo a una “paloterapia”, un término que usan los medios locales para referirse a las palizas a presuntos ladrones por parte de los ciudadanos.

El problema de inseguridad y violencia que vive Bucaramanga ha sido atendido superficialmente, denuncia el concejal Beltrán, que advierte que, mientras no haya una política migratoria, las respuestas gubernamentales serán insuficientes. La Alcaldía, en cabeza de Juan Carlos Cárdenas, ha usado la deportación como respuesta a las críticas de su gestión en materia de seguridad. El secretario del Interior de Bucaramanga, Manuel Vásquez, ha explicado que las expulsiones de venezolanos por cuenta de hechos registrados en la ciudad no busca “estigmatizar”, sino “mantener el orden” en la ciudad.

El discurso de “seguridad” que pone por el “orden” por encima de las razones por las que los jóvenes están en las calles ha llevado a que cierto sector de la ciudadanía exija una respuesta más humana por parte del Gobierno local. La socióloga Paola Bahamón cuestionaba hace unos días en un espacio televisivo la visión que ha impuesto la institucionalidad sobre los “limpiavidrios” en la ciudadanía. “¿Ustedes realmente creen que desapareciendo a la gente pobre que limpia vidrios se va a resolver la situación? Lo que aquí necesitamos es más solidaridad, la cosa no se resuelven atacando al pobre”, cuestionó la socióloga.

En los últimos días, la Policía y agentes de Migración Colombia han hecho operativos para sacar de los semáforos a los grupos que se han enfrentado a los conductores. Pero ya se sabe que volverán cuando pase el escándalo. Mientras los problemas de hambre y pobreza no se resuelvan, la calle seguirá siendo su única fuente de ingresos.

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