Opinión

Adiós al 2022, el año que en Colombia se escribe con la palabra ‘cambio’

No es solo la elección de Gustavo Petro y Francia Márquez. Desde la importancia del fútbol femenino hasta la despenalización del aborto, varios hechos marcan un año de avances sociales

Gustavo Petro alza el puño durante su ceremonia de juramentación en la Plaza de Bolívar, en Bogotá, el 7 de agosto de 2022.LUISA GONZALEZ (REUTERS)

El 29 de diciembre de 2021, hace un año, el entonces ministro de Salud, Fernando Ruiz, confirmaba el inicio de un cuarto pico de contagios de covid, por la variante ómicron. “El llamado a la gente es a tener moderaciones en las aglomeraciones, al uso del tapabocas y muy especialmente el refuerzo en la vacunación”, explicó, y abrió el debate sobre la posible necesidad de regresar a los confinamientos. Esas discusiones, tan presente...

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El 29 de diciembre de 2021, hace un año, el entonces ministro de Salud, Fernando Ruiz, confirmaba el inicio de un cuarto pico de contagios de covid, por la variante ómicron. “El llamado a la gente es a tener moderaciones en las aglomeraciones, al uso del tapabocas y muy especialmente el refuerzo en la vacunación”, explicó, y abrió el debate sobre la posible necesidad de regresar a los confinamientos. Esas discusiones, tan presentes en 2020 y 2021, desaparecieron este año, en apenas uno de los cambios en la realidad que marcaron el 2022.

El “cambio”, justamente, fue el término que marcó la campaña electoral, especialmente la presidencial. Eso quedó claro con los resultados: a la segunda vuelta pasaron el izquierdista Gustavo Petro, que representaba el cambio de signo político en un país que nunca un presidente avalado por partidos de izquierda; y el millonario empresario Rodolfo Hernández, hasta entonces poco conocido por fuera de su natal Santander y quien representaba una alternativa a la clase política tradicional con un discurso populista con semejanzas con el de Donald Trump.

La apuesta era tan clara que cuando el alcalde de Medellín, Daniel Quintero, quiso lanzar una señal de apoyo a Petro antes de primera vuelta y a pesar de que por su cargo no puede participar en política electoral, usó la frase “el cambio en primera” (la alusión era tan obvia que la Procuraduría suspendió a Quintero por violar esa prohibición). Y es que no es cambio menor que un país azotado por el conflicto interno elija como presidente a un exguerrillero. Más cuando durante dos décadas el rechazo a la guerrilla fue el motor detrás de la fuerza política más grande, la que aún encabeza, menguada pero existente, el expresidente Álvaro Uribe.

Desde la campaña y más tras las elecciones, el hoy presidente y quienes lo rodean hablan del Gobierno del cambio. Un cambio que por ahora se ha representado sobre todo en íconos, como una vicepresidenta afrocolombiana, que viene de una familia pobre, rural y excluida; un embajador afrocolombiano en Washington; o una indígena arhuaca ante la ONU.

También hay cambio en decisiones de política pública: en crear un Ministerio de Igualdad, en hablar de la búsqueda de una paz total cuando el Gobierno de Iván Duque había abandonado la búsqueda de negociaciones con los grupos armados, en apostarle a implementar el Acuerdo con las Farc, en buscar alternativas a la guerra contra las drogas, en lograr un acuerdo con los ganaderos terratenientes para desbloquear con consensos la reforma agraria postergada por décadas.

Pero que el 2022 haya sido el año del cambio es una realidad que va más allá de la política. En asuntos de género y derechos de las mujeres, el impulso viene de varios lados. Por ejemplo, de la Sala Laboral de la Corte Suprema de Justicia, que en una sentencia sobre pensiones reconoció la existencia de las familias poliamorosas. O de la Corte Constitucional, que en febrero emitió la sentencia que permite el aborto libre hasta la semana 24 del embarazo, una reivindicación de años del movimiento feminista. Pero también del tesón y la capacidad de las futbolistas, encabezadas por la selección colombiana sub17 que llevó por primera vez los colores de Colombia a una final de un campeonato mundial, el que se jugó en la India.

Si en la sociedad se vio ese avance, en la economía el cambio llegó por varios lados. Atrás quedaron los efectos de la pandemia, que derrumbó el Producto Interno Bruto en 2020 en un 7% y, por efecto rebote, llevó a una recuperación del 10.7%. Ese factor fue desapareciendo a lo largo de 2022 y lo reemplazaron otros, como la guerra en Ucrania y su impacto global sobre la oferta y los precios de los cereales, los fertilizantes y los hidrocarburos. Eso llevó a que el año que termina el foco haya pasado del crecimiento y el desempleo a la inflación y la tasa de cambio, y que elementos como el precio de la energía o de la gasolina hayan pasado a la primera plana.

Así, 2022 fue un año de cambios políticos, sociales, económicos. Como en cualquier momento de la historia, existen continuidades con el pasado. El Gobierno, por ejemplo, logró mayorías legislativas dando representación política a grupos y partidos políticos así tengan en principio ideologías diversas; las exportaciones de hidrocarburos siguen siendo fundamentales. Pero, para tratarse de tan solo 12 meses, el 2022 sin duda quedó signado por la palabra cambio. Qué tan profundo, qué tan grande qué tan estable sea, eso ya dependerá del año que viene.

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