El temprano arranque de la campaña por la alcaldía de Bogotá
A 11 meses de ir a las urnas, la campaña ya tiene decenas de aspirantes, la novedad de una segunda vuelta y un pulso político entre la consolidación de la izquierda o el surgimiento de un contrapeso por la derecha
Este domingo el expresidente Álvaro Uribe Vélez llenó titulares al decir que para la alcaldía de Bogotá “votaría por Jorge Enrique Robledo”, el excongresista de izquierda que ha sido uno de sus grandes críticos y opositores. Esa frase muestra que, a casi un año de las votaciones, la campaña por la alcaldía de Bogotá ya empezó. No solo porque el senador Roy Barreras, presidente del Congreso y alfil del presidente Gustavo Petro, haya dicho que un permanente crítico del presidente, Germán Vargas Lleras, “sería un gran alcalde para Bo...
Este domingo el expresidente Álvaro Uribe Vélez llenó titulares al decir que para la alcaldía de Bogotá “votaría por Jorge Enrique Robledo”, el excongresista de izquierda que ha sido uno de sus grandes críticos y opositores. Esa frase muestra que, a casi un año de las votaciones, la campaña por la alcaldía de Bogotá ya empezó. No solo porque el senador Roy Barreras, presidente del Congreso y alfil del presidente Gustavo Petro, haya dicho que un permanente crítico del presidente, Germán Vargas Lleras, “sería un gran alcalde para Bogotá”, sino porque en todos los sectores políticos se empiezan a organizar las fuerzas para conquistar el segundo cargo electo con más poder en Colombia, con la novedad de que en 2023 habrá segunda vuelta. Aunque los aspirantes se cuentan por decenas, ninguno parte como gran favorito. Diferentes sectores políticos se empiezan a organizar, pues esta elección puede definir hasta dónde la izquierda se enfila detrás de Petro, si la centroizquierda o la centroderecha tienen oxígeno, o si la derecha logra unificarse y crear un contrapeso al Gobierno.
Para Carlos Andrés Arias, analista y asesor político, es claro que habrá segunda vuelta porque es difícil que, sin apoyos, cualquiera llegue al umbral del 40% de los votos que requiere el ganador para evitar una segunda vuelta (si obtiene entre el 40% y el 50%, debe además sacarle una ventaja de 10% al segundo). Así lo demuestra la historia: Claudia López ganó la alcaldía en 2019 con 35.26%, Enrique Peñalosa triunfó en 2015 con 33.18%, Gustavo Petro en 2011 con 32.22%. Hay que remontarse a 2007, hace 15 años, cuando el luego condenado Samuel Moreno ganó con el 43.7% de los votos y Enrique Peñalosa le siguió con apenas 28.15%
¿Qué cambió en esos años? Que en la elección de 2007 solo hubo seis candidatos en el tarjetón y apenas tres de ellos superaron el 2% de los votos, mientras que en 2011 hubo nueve candidatos y cinco pasaron el 2%, en 2015 eran siete candidatos y cinco sacaron más del 2%. Y en 2019 solo fueron cuatro candidatos, pero el menos votado (el hoy senador uribista Miguel Uribe Turbay) obtuvo el 13.56% de los votos. Eso muestra que entre más competidores viables haya, más difícil ganar en primera vuelta. Y los incentivos actuales, dice Arias, tienden a que haya más y no menos candidatos.
Por un lado, porque entre las decenas de aspirantes que suenan no hay ningún gran favorito. Por otro, porque con la lógica de una segunda vuelta, puede valer la pena para un aspirante ir hasta las urnas y luego negociar su apoyo entre los dos punteros, así tenga pocos votos. Como apunta el estratega político Augusto Reyes, “si en 2019 López le ganó a Galán por menos de 100 mil votos, un candidato que obtenga 20mil o 509 mil votos tiene mucho margen para negociar entre los punteros”. Eso se suma a que diferentes decisiones judiciales han multiplicado los partidos que pueden avalar candidatos de menos de 10 hace una década a 25 en este momento, crea incentivos para que surjan microempresas electorales con avales a concejo y alcaldía, buscando elegir uno o dos concejales y negociar. Como dice Arias, “todos quieren, pero por ahora no hay apoyos o alianzas claras”.
Aunque no haya convergencias definidas, para para Arias también está claro que es difícil que la derecha más caracterizada gane la alcaldía. “Si acaso alguien disfrazado de centro - derecha”, dice. El estratega Reyes coincide. “Entra perdiendo quien tenga un discurso explícitamente uribista en una ciudad en la que le ha ido mal al uribismo y con la sombra de la desfavorabilidad del gobierno del expresidente Iván Duque”, anota. De nuevo, las cifras lo sustentan. En 2019, antes del golpe que representó el Gobierno Duque, el candidato uribista sacó solo el 13,56% de los votos, y en 2022 el Centro Democrático sacó menos del 12% de los votos a la Cámara.
Para Reyes, sí podrían tener fuerza candidatos que vengan de la centroderecha que encarnan Vargas Lleras y su partido Cambio Radical, aunque se hayan alejado de él en los últimos años. “Alguien como Carlos Fernando Galán (exsenador de Cambio y ahora miembro del Nuevo Liberalismo, ya alejado de Vargas), Germán Varón (alfil de Vargas y también exsenador de Cambio) o Rodrigo Lara (también exsenador de Cambio, ahora sin partido y con discurso socialdemócrata)”. Arias concuerda, aunque agrega una segunda sombra que podría ser un lastre: “el que transforme un poco el discurso tipo Peñalosa podría ser el caballo de la derecha, pero no se puede parecer mucho al exalcalde o de lo contrario pierde en una segunda vuelta”.
Ellos, u otros candidatos distantes al Gobierno Petro y no uribistas, como el excongresista Miguel Gómez Martínez que podría lanzarse por el conservador Movimiento de Salvación Nacional, podrían tener un empujón: Bogotá suele votar por candidatos opuestos políticamente al del presidente, creando un equilibrio político. Para Reyes, la pregunta es si ese comportamiento histórico se cumple también cuando el presidente es de izquierda. A su juicio, las derecha podrían también tener la ventaja de que la inseguridad es uno de los temas más fuertes en la agenda de la ciudad. Arias agrega que en la agenda están seguridad y movilidad. Justamente, para Reyes la derecha tendría más fuerza si para el momento de las votaciones el Gobierno Petro y la alcaldía de López han perdido más favorabilidad, pues sería un natural desahogo de esos rechazos.
Si eso puede impulsar a la derecha, en la izquierda y la centroizquierda la duda está en la posibilidad de repetir una gran coalición como la que llevó a Petro a la presidencia. Para ala alcaldía, esa posibilidad no es tan clara, en parte por razones históricas: en las elecciones de 2019 el petrismo más duro se quedó con Hollman Morris en lugar de apoyar a López, y si bien en general ha apoyado a la alcaldesa, no es una relación fluida ni fácil. Asuntos como el del meto subterráneo, bandera de Petro a la que se ha puesto Lóepz al argumentar que hay que avanzar con la concesión actual, han creado roces. La alcaldesa ha buscado otros apoyos, tanto en su partido, la Alianza Verde, como en otras figuras, como su exsecretario de Gobierno y hoy aspirante a la alcaldía, Luis Ernesto Gómez, quien nunca ha militado en el petrismo y se presenta más como una figura heredera del liberalismo y de corte socialdemócrata.
Por su lado, en la izquierda que acompaña al presidente hay voces reacias a acercarse a fuerzas que no siempre los han acompañado, como aquellos verdes que para las presidenciales apoyaron en primera vuelta a Sergio Fajardo. Figuras como Morris, el exalcalde de Ibagué Guillermo Alfonso Jaramillo, el senador Gustavo Bolívar u otros congresistas del petrismo muy votados en Bogotá como el presidente de la Cámara David Racero, Inti Asprilla o María José Pizarro, podrían surgir como aspirantes más distantes de López; otros, como el exsenador Antonio Sanguino, hoy secretario general de la Alcaldía, pueden concitar más fácilmente apoyos de los dos lados. La gran pregunta de si habrá una candidatura que agrupe a la coalición amplia que hoy es el petrismo, o si irán separados a primera vuelta. Para Arias, “es claro que sin que esos dos poderes estén de acuerdo el chance será para el otro lado del espectro”.
Hasta ahora, Petro ha mostrado pragmatismo político y amplitud política, como demostró especialmente su designación de José Félix Lafaurie, dirigente del Centro Democrático y cabeza del principal gremio ganadero, como uno de los negociadores del Gobierno con el ELN.
En medio de eso, cabe la posibilidad de que surjan con fuerza candidaturas menos alienadas con la política y que rompan las dinámicas esperables hasta ganar, como ocurrió en el pasado en Bogotá con Antanas Mockus, como ha pasado en la última década en todas las grandes ciudades colombianas y como prevén aspirantes como Juan Daniel Oviedo, el exdirector del DANE que se dio a conocer por su particular forma de hablar, su visibilidad en medios y sus innovaciones estadísticas especialmente para visibilizar asuntos de género. Al final, como recuerda Arias, en un país con partidos políticos poco representativos y en ciudades con una gran cantidad de voto volátil, la decisión puede ser sorpresiva. “El que logre interpretar ese sentimiento de indignación que nos tiene desesperados dará un paso adelante para ganar las coaliciones de la primera vuelta”, dice.
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