El extraño gusano que surgió de las profundidades del Orinoco

La especie representa una “prueba más de las transgresiones y regresiones marinas que sufrieron las regiones del Amazonas”

El biólogo Carlos Lasso durante una recolección de fauna y el gusano de agua dulce que fue descubierto en el río Orinoco.Alessio Romeo-La Venta

El biólogo Carlos A. Lasso dudó mucho al observar aquellos gusanos a través de la lupa. “Teniendo en cuenta el ecosistema del que fueron extraídos resultaba muy extraño que se trataran de poliquetos”, asegura en referencia a esa clase de invertebrados. Durante el confinamiento por la pandemia de covid-19 le mandó la muestra a un experto, pero lo hizo “con mucha precaución, confesándole que, tal vez, solo se trataba de la raíz de una planta, un tallo vegetal, u otro organismo que...

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El biólogo Carlos A. Lasso dudó mucho al observar aquellos gusanos a través de la lupa. “Teniendo en cuenta el ecosistema del que fueron extraídos resultaba muy extraño que se trataran de poliquetos”, asegura en referencia a esa clase de invertebrados. Durante el confinamiento por la pandemia de covid-19 le mandó la muestra a un experto, pero lo hizo “con mucha precaución, confesándole que, tal vez, solo se trataba de la raíz de una planta, un tallo vegetal, u otro organismo que desconocía”. A los pocos meses, el especialista Mario Londoño, de la Universidad colombiana de Antioquia, le confirmó su hallazgo: un gusano de agua dulce en las profundidades del Orinoco, el río que surca el territorio fronterizo entre Venezuela y Colombia y el más caudaloso después de los que recorren el Amazonas y el Congo.

“Lo destacable de la investigación es que esta fauna es generalmente marina. Las especies dulceacuícolas suelen encontrarse en estuarios cerca de la costa, nunca tan lejos. A estos gusanos los encontré en aguas profundas y raudales a 1.000 km de ella”, expone el biólogo. Pertenecientes al grupo de los anélidos, como las lombrices de tierra o las sanguijuelas, los poliquetos constituyen el más numeroso del filo y se encuentran en todas las áreas geográficas del mundo, permaneciendo muchas de sus especies ocultas en los sedimentos del fondo marino. Otra de las curiosidades que llamó la atención del biólogo “es que estos estaban adheridos a esponjas y a las conchas de bivalvos”, parte de la fauna con la que investiga. Eso, según su hipótesis, “apuntaría a alguna relación simbiótica o mutualista con este tipo de animales”.

Desde hace más 12 años, Lasso, madrileño que lleva casi cuatro décadas en el continente latinoamericano, realiza prospecciones para estudiar la biodiversidad de la fauna acuática y los recursos hidrobiológicos en la desembocadura del río Meta en el Orinoco, a los pies del municipio colombiano de Puerto Carreño, capital del departamento de Vichada. “Aprovechamos la época seca, de enero a abril, cuando el nivel del río no supera los 10 metros, para hacer las inmersiones”, explica el investigador del Instituto Humboldt. Este centro con sede en Bogotá se sitúa a una hora y media en avión del paradero donde Lasso ha hallado la nueva especie de gusano, actualmente en proceso de descripción taxonómica.

De acuerdo con Londoño, a quien Lasso primero mandó unas fotografías tomadas con el celular y después una de las muestras que recolectó, el ejemplar hasta ahora desconocido en la comunidad científica pertenecería al género Manayunkia, de la familia Sabellidae. Se trata de “un vector de parásitos en peces como el salmón, lo cual podría tener importancia para la industria de la acuicultura”, continúa el biólogo.

Imagen del gusano hallado en el río Orinoco.Alessio Romeo-La Venta

No obstante, además de su posible importancia para el dicho sector, la relevancia del poliqueto radica en que “podría constituir una prueba más de las transgresiones y regresiones marinas que sufrieron las regiones del Amazonas y el Orinoco”, apunta el investigador.

En busca de especies crípticas

De acuerdo con algunas interpretaciones científicas, una teoría todavía en controversia en el ámbito académico, la historia geológica de algunas regiones hidrográficas de América Latina estuvo atravesada por la existencia de un mar extenso y poco profundo que cubrió el Amazonas y actual Orinoco durante millones de años. Según un estudio publicado en el 2017 en la revista Science Advances, el mar Caribe bañó hasta en dos ocasiones distintas durante el Mioceno los territorios de agua dulce que hoy surcan Venezuela y Colombia, lo que, según esa tesis, explicaría la evolución y distribución de la vida producto de los extremos cambios geológicos.

“Como el Amazonas, el Orinoco, el cual alcanza hasta los 100 metros de profundidad, estuvo sujeto a modificaciones en su ecosistema, lo que provocó que algunas especies se extinguieran y que otras sobrevivieran adaptándose a las nuevas condiciones. Ya existen evidencias de esponjas, medusas o incluso rayas de agua dulce cuyos ancestros de origen marino fueron encontrados en estos ríos”, señala el biólogo. “Otro dato interesante alrededor de estos poliquetos es que pudieron coevolucionar con las esponjas y bivalvos a los que están asociados, un caso muy excepcional en la naturaleza”, prosigue Lasso.

El biólogo Carlos Lasso junto a un colaborador. Alessio Romeo-La Venta

Con más de 1650 de peces descritos hasta ahora, una de las características del ecosistema Orinoco es su asombrosa biodiversidad. Según señala el madrileño, “cada vez que en esta región se lleva una exploración se encuentra algo nuevo. Hallar organismos desconocidos en los ambientes tropicales de América del sur es algo relativamente común. Lo más interesante para mí es encontrar especies crípticas”. Es decir, aquellas que siendo diferentes se han clasificado como una sola. Para encontrar este tipo de fauna, que suele permanecer escondida en lugares insospechados, Lasso va más allá de los métodos de recolección estándar. “Llevo a cabo muestreos nocturnos a grandes profundidades con arrastres de zooplancton, con trampas de luz e inmersiones subacuáticas”, explica el zoólogo, acostumbrado a inspeccionar los hábitats más extraños, a revisar en detalle piedra por piedra, a meter la lupa en el interior de troncos y raíces. “Y en el instituto, junto a la Universidad de Los Andes, llevamos en aguas profundos estudios de ADN ambiental, conocido como metabarcoding”. Esta nueva técnica, que estudia el material genético vagando libremente por los ecosistemas oceánicos y de tantos sistemas acuíferos, resulta un método no invasivo para evaluar la composición, distribución y censo de los organismos en diversos hábitats.

“No obstante, a estos nuevos poliquetos los encontré después de recolectar rocas con el objetivo de buscar esponjas y bivalvos”, cuenta el zoólogo que, junto a otros especialistas de la Universidad de Antioquia, ha formado un grupo para seguir avanzando en el conocimiento del nuevo gusano. “Es un trabajo en equipo y cada uno aprovecha la fortaleza y conocimientos académicos de los que dispone para ir completando toda la información posible acerca de la especie recién descubierta. Yo me estoy encargando de recoger la información ecológica, la otra parte está centrando más en el aspecto genético. Uno de los objetivos de este estudio es hacer análisis moleculares”, anuncia el especialista. “Un hallazgo muy fortuito, como muchos de los avances en la ciencia, ¡son producto de la casualidad”, reconoce Lasso, convencido de que “estos poliquetos todavía pueden darnos muchas sorpresas”.

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