La oposición arranca con el lastre de Uribe

Es minoría en el Congreso, está dividida entre uribistas y no uribistas, y no tiene una cabeza clara

El expresidente de Colombia, Álvaro Uribe.Lina Gasca (AP)
Lina Guerra Triana
Bogotá -

El Congreso lleva 35 días sesionando, 19 de ellos con Gustavo Petro como jefe de la Casa de Nariño, y la oposición no ha engranado aún su trabajo. Con apenas 13 de los 108 votos del Senado y 16 de los 188 de la Cámara, con el lastre de dos expresidentes impopulares, dos tendencias políticas identificadas que no se han articulado y sin una cabeza definida, ha tenido un arranque poco visible frente a un Gobierno que empezó a toda velocidad.

El llamado ...

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El Congreso lleva 35 días sesionando, 19 de ellos con Gustavo Petro como jefe de la Casa de Nariño, y la oposición no ha engranado aún su trabajo. Con apenas 13 de los 108 votos del Senado y 16 de los 188 de la Cámara, con el lastre de dos expresidentes impopulares, dos tendencias políticas identificadas que no se han articulado y sin una cabeza definida, ha tenido un arranque poco visible frente a un Gobierno que empezó a toda velocidad.

El llamado natural a encabezar la oposición en el legislativo era Rodolfo Hernández quien, tras perder la presidencia en segunda vuelta frente a Petro, se posesionó en el Senado gracias a la curul que otorga el Estatuto de la Oposición al segundo candidato más votado para que encabece las huestes contrarias. Pero se declaró en independencia frente al Gobierno.

Hasta ahora solo el Centro Democrático, partido de los expresidentes Álvaro Uribe e Iván Duque y que suma 28 congresistas, y el movimiento afro por el que fue elegido Miguel Polo Polo a la Cámara de Representantes, se han declarado en oposición. Pero el uribismo está muy debilitado. No solo porque ya no tiene la burocracia que depende del presidente y en las elecciones al Congreso del pasado 13 de marzo pasó de tener 51 congresistas a 28, sino porque ni siquiera pudo tener candidato propio en las elecciones presidenciales.

Construido alrededor de Uribe, carga el lastre de la poca favorabilidad del expresidente, que en diciembre llegó a sus mínimos en la Invamer Poll y sigue por debajo del 25%. Uribe parece haber perdido la batalla de la memoria histórica: tras ser el presidente más popular en la historia en los 30 años de encuestas periódicas, su oposición al proceso de paz de Juan Manuel Santos con las FARC deterioró su popularidad. Luego, tanto el proceso penal en la Corte Suprema de Justicia por falsos testigos como la impopularidad de su pupilo Iván Duque como presidente, lo dejaron políticamente muy maltrecho. Y eso no sólo dejó al uribismo sin una cabeza que lo jalone, sino que tiene a la oposición a Petro sin un líder que la unifique.

Cambio Radical, que tiene 30 curules y que, a pesar de ser de derecha ha estado en la orilla opuesta al uribismo por lo menos desde 2009, se tomará el plazo que da la ley hasta el 7 de septiembre para declararse de oposición o en independencia. Pero su jefe natural, Germán Vargas Lleras, ya anunció que votarán contra la reforma tributaria que propuso Petro en su primer día de Gobierno por considerarla lesiva para las personas de más bajos ingresos, para la inversión y para el campo colombiano, entre otras razones.

Según Mauricio Velásquez, profesor de Gobierno de la Universidad de Los Andes, identificar un líder opositor en este momento es una tarea difícil porque “la persona que quedó segundo en la elección presidencial no parece tener la capacidad para liderar a la oposición, es un tiktoker; y el sector tradicional que se opondría a las banderas del petrismo tuvo una crisis interna que afectó al presidente saliente y al caudillo dominante”. Ante esta ausencia de liderazgo claro, es probable que gane visibilidad Vargas Lleras, ex vicepresidente (2014-2017) y 2 veces candidato a la Presidencia (2010 y 2018), ya que puede recoger las banderas de lo que representó el uribismo en sus comienzos (2002-2010) y las agendas de infraestructura y desarrollo del Gobierno de Juan Manuel Santos, al que perteneció. Eso, claro, si finalmente se declara en oposición.

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De esta colectividad, desde el Congreso, se han escuchado sobre todo las voces de los senadores David Luna, quien ha manifestado hacer oposición y no daño, y Carlos Fernando Motoa, quien reprochó la inesperada unión del Centro Democrático con el Pacto Histórico para elegir Contralor. Ambos le han insistido a su partido declararse en oposición y todo apunta que así será. Incluso el presidente del Congreso Roy Barreras, quien hizo parte de Cambio Radical hace más de una década, ya los está tratando como tal: “Es bueno para la democracia que se sumen a la oposición natural del Uribismo y desde el principio marquen su posición ideológica”. En suma, todo apunta a que actuará como bancada opositora a Petro.

Mientras se define si es así, si Vargas tendrá esa vocería y si se extenderá al uribismo, hay coincidencias entre miembros de los dos partidos. Las senadoras Paloma Valencia y María Fernanda Cabal y los senadores Miguel Uribe y David Luna aseguran que harán oposición pensando en el bienestar del país, rechazando lo que consideren perjudicial y apoyando lo que funcione; y que también defenderán las libertades y las instituciones desde el Congreso.

En todo caso, el Centro Democrático ya tiene una estrategia. Busca repetir su éxito como oposición de Juan Manuel Santos entre 2014 y 2018, cuando recuperaron el poder con Duque. Dicen que van a “representar las voces de quienes se sienten inconformes con algunas ideas y poderle comunicar a la ciudadanía qué es lo bueno, qué es lo malo y qué se puede mejorar”, en palabras de la senadora Paloma Valencia, siendo conscientes de que tienen desventaja numérica en el legislativo por lo que es difícil que puedan hundir o modificar las grandes reformas del Gobierno.

Con ese punto de partida, para la senadora Paloma Valencia lo más importante es tener credibilidad ante la opinión pública. “La presión ciudadana es la única que puede lograr un cambio en el Congreso y por eso el Centro Democrático tiene que mejorar en su comunicación, ser mucho más efectivo, pero sobre todo muy preciso, muy argumentado y muy claro en lo que quiere decir”.

Para su colega María Fernanda Cabal, la oposición no podrá evitar la “aplanadora” petrista “que se va a dar en algunas decisiones, sobre todo por la mermelada que va a dar el Gobierno a través de la gestión de Roy Barreras”, pero sí cree que lo importante es mostrarle al país que “somos una bancada capacitada, con altura y que tenemos propuestas mucho mejores que las que aporta o propone este Gobierno.”

Por su parte, el senador Miguel Uribe, otras de las caras más visibles del Centro Democrático, insiste en que si bien la oposición arranca en minoría “a medida que avance el tiempo, que se evidencie el mal gobierno de Petro y se acabe la luna de miel, seremos muchos más. Hoy somos los únicos representantes de los 10 y medio millones de colombianos que no votaron por Petro”.

Para concretar esa estrategia, el Centro Democrático presentó un paquete de reformas populares que coinciden con proyectos radicados por aliados de Gobierno, como reducir salarios y vacaciones de los congresistas. También han logrado aprobar 3 citaciones de control político a miembros del gabinete – las ministras de Minas y de Salud, y el Canciller-, que aún no tienen fecha.

Desde Cambio Radical, el senador Luna afirma representar a la oposición no uribista, “esa que no hará daño y que tendrá al país por encima de los egos y las rencillas políticas”. Ex ministro de Santos y muy cercano a Vargas Lleras, asegura que busca no repetir las posturas de una oposición cerrada. “Gustavo Petro le decía ‘NO’ a todo proyecto que el presidente Duque presentaba, fuera bueno o malo para el país; y lo mismo hizo el presidente Uribe con todo proyecto que Santos presentaba. Así bloquearon muchos programas, proyectos y políticas que pudieron ser una oportunidad del país para avanzar. Yo no represento eso”, aclara.

Para Luna, la estrategia de la oposición debería tener coherencia para defender los principios y valores que representan los partidos; sensatez para pensar y trabajar por Colombia sin egos ni polarización; y luchar por defender las libertades y las instituciones. Lo último como una advertencia frente a manifestaciones de Petro o sus aliados de que sus reformas necesitan más de un período presidencial: “no llevan ni un mes en la presidencia y ya el Gobierno está planteando que cuatro años no les alcanzarán para desarrollar su proyecto político”.

En el trasfondo, antes de pensar en las elecciones legislativas y presidenciales de 2026, están las regionales de octubre de 2023. No se ven fáciles para la oposición. El Centro Democrático fue uno de los grandes derrotados en las elecciones de 2019, tal y como lo admitió en su momento el expresidente Álvaro Uribe, cuando perdió en Antioquia, el Eje Cafetero y Bogotá. Y llegará a las de 2023 más debilitado por su estado actual.

Así lo explica el senador Uribe: el éxito es tener “una propuesta para las próximas elecciones locales y demostrar con hechos concretos la recuperación de las ciudades capitales que hoy están en manos de la improvisación y el populismo.” La senadora Cabal afirma que ya están trabajando en “candidaturas probables para evitar que se perpetúe el progresismo, que es lo mismo que comunismo, en Colombia” y en evitar que las alcaldías de ciudades importantes terminen siendo usadas como escalera para la Presidencia, una crítica no solo al pasado de Petro (exalcalde de Bogotá) sino al posible futuro de la alcaldesa de Bogotá, la verde Claudia López, o del alcalde de Medellín, el independiente Daniel Quintero. Los dos pintan como posibles rivales de la derecha en 2026, a la vez que Cabal tiene aspiraciones presidenciales.

Para llegar a ese momento, ser cabeza de la oposición es una vitrina fundamental, como lo fue para Iván Duque y Gustavo Petro. Esto lo tiene claro, entre otros, la senadora María Fernanda Cabal, quien afirma que ella puede, “en medio de la oscuridad, ser la luz dentro de esta anarquía y destrucción que se va a venir sobre Colombia”.

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