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Gregory Bovino, el “tipo duro” de la ofensiva migratoria de Trump

El jefe de la Patrulla Fronteriza ha estado en el centro de una disputa judicial esta semana por sus métodos violentos en los despliegues de agentes en Chicago y Los Ángeles, con los cuales ha reforzado la estima que le tiene el presidente

Patricia Caro

Cuando Donald Trump ganó la presidencia hace poco más de un año, Gregory Bovino estaba listo para aprovechar la oportunidad. Desde su puesto como jefe de la Patrulla Fronteriza en El Centro, que abarca el Valle Imperial del sureste de California, había hecho méritos para ganarse el favor del republicano. Dos semanas antes de la investidura de Trump, el funcionario envió a decenas de agentes cientos de kilómetros al norte, al condado de Kern, en el Valle Central, para realizar detenciones en gasolineras y en la carretera, aterrorizando a la comunidad migrante del corazón agrícola del Estado más poblado del país. Bovino anunció entonces que la operación iba destinada a arrestar delincuentes, pero de 78 detenidos, solo uno tenía antecedentes penales.

El espectáculo ya estaba montado y la imagen de agente implacable contra los indocumentados que quiso mostrar dio sus frutos. Tras casi tres décadas en la Patrulla Fronteriza, Bovino se ha convertido en el rostro uniformado de la ofensiva migratoria de Trump. Hoy la secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, se refiere a él como el comandante general de la Patrulla Fronteriza (CBP, por las siglas en inglés). El funcionario ha liderado las operaciones más agresivas contra los migrantes de la Administración Trump y ha sido el encargado de supervisar el despliegue de fuerzas federales que el Gobierno ha hecho en las ciudades demócratas, primero en Los Ángeles y luego en Chicago.

La brutalidad con la que estos agentes, alentados por su jefe, han llevado a cabo sus operativos y reaccionado a las protestas ciudadanas contra las redadas migratorias en Chicago —desde usar gases lacrimógenos hasta lanzar balas de goma contra los manifestantes pacíficos— ha llegado a los tribunales. La jueza federal Sara Ellis, del Distrito Norte de Illinois, había ordenado el martes que el funcionario se presente ante su tribunal cada día a las 5.45 de la tarde para informar sobre las detenciones que la CBP haya realizado esa jornada, así como cualquier incidente que haya surgido, para comprobar que los agentes están cumpliendo con la ley y manteniéndose dentro de los límites constitucionales. Este miércoles, sin embargo, una corte de apelaciones ha suspendido la orden.

Las comparecencias se iban a llevar a cabo hasta el 5 de noviembre en el marco de una demanda presentada por medios de comunicación y manifestantes que alegan que los agentes han usado una fuerza excesiva durante la Operación Midway Blitz, lanzada a principios de septiembre con el objetivo de hacer detenciones de migrantes en Chicago. Para mediados de octubre, el conteo de detenciones estaba en unos 1.500 para la oficina de Illinois, que también incluye cinco Estados aledaños. Un número muy bajo, teniendo en cuenta el presunto objetivo de 3.000 detenciones de migrantes diarias a nivel federal.

No obstante, el papel de Bovino alentando el uso de la violencia contra los migrantes y manifestantes quedó plasmado en un vídeo en el que él mismo aparece lanzando una botella de gas lacrimógeno contra una multitud, a pesar de que la jueza había prohibido con anterioridad su uso para aplacar las protestas. Mientras sus subordinados cubrían su rostro con mascarillas, él prefirió no hacerlo, potenciando así la imagen que se ha creado de tipo duro que combate el crimen.

“Sospecho que, ahora que sabe dónde estamos y que él entiende lo que espero, no creo que veamos mucho uso de gas lacrimógeno la próxima semana”, dijo Ellis en la audiencia del martes. La magistrada ha exigido también que Bovino presente todos los informes relativos a la actuación de sus agentes desde el 2 de septiembre. Esto ha quedado en el aire tras la última orden del tribunal de apelaciones.

No es la primera vez que Bovino tiene problemas legales. En 2022, mientras ocupaba la jefatura de la CBP en Nueva Orleans, dos empleados afroamericanos presentaron una demanda contra él alegando discriminación. Ambos eran finalistas para el segundo puesto de mayor rango en ese sector, pero Bovino canceló la vacante y a cambio contrató a un amigo cercano, blanco. El juez rechazó la petición del Departamento de Seguridad Nacional (DHS) de desestimar la demanda, y halló un correo electrónico del amigo contratado que comparaba a Bovino con un general confederado y la oficina de Nueva Orleans con una unidad de soldados negros de la Unión. El juez consideró que había sospecha de “prejuicio racial” en la contratación, pero el DHS llegó a un acuerdo extrajudicial.

Bovino es originario de Carolina del Norte y ha trabajado en la Patrulla Fronteriza por 29 años. Trump le ascendió al pedirle que dirigiera la operación contra la inmigración en Los Ángeles este verano, la cual culminó con miles de arrestos. Durante esos meses, los agentes rompieron ventanas de autos, derribaron una puerta de una casa y patrullaron el Parque MacArthur a caballo, asustando a la población.

Cuando Nick Miroff, periodista de The Atlantic, preguntó al Departamento de Seguridad Nacional por qué Bovino había ascendido desde su oficina en El Centro a su puesto como responsable de las operaciones en California, la respuesta que obtuvo se la dio Tricia McLaughlin, portavoz del DHS: “Porque es un tipo duro (badass)”, dijo.

Bovino ha cultivado esa imagen. Es el único de los jefes de la Patrulla Fronteriza que se muestra armado en su foto de perfil de X, donde aparece con un chaleco antibalas sujetando un rifle M4 de mira telescópica. En el perfil de X del DHS, esa misma foto se ha utilizado para crear un póster que emula a una película de acción, en la que la liga contra el crimen está formada por Trump, Noem, Bovino y el director en funciones del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por las siglas en inglés), Todd Lyons.

Afición a la propaganda

El gusto por la propaganda le viene a Bovino de lejos. En septiembre de 2020, poco después de asumir el mando en El Centro, su equipo de redes sociales publicó un vídeo de ficción que muestra a un migrante colándose en Estados Unidos y asesinando a la primera persona que encuentra. El vídeo tuvo que ser retirado por la polémica que suscitó.

Bovino también quiso cambiar el uso que la CBP hacía de los vídeos para mostrar el lado humano de los agentes por una imagen falsamente glamurosa, al estilo de Hollywood, de personajes duros, inclementes ante el crimen. Para ello se sirvió de trucos típicos de las series donde proliferan los justicieros. En ellos, las cámaras lentas muestran a los agentes de la Patrulla Fronteriza, armados, con poses que quieren reflejar determinación, valentía y dureza en la persecución de los migrantes, con un fondo musical de rock duro.

Pero no todo el aparato audiovisual propagandístico gira en torno a los personajes de dramas policiales. Los videos de Bovino incluyen incursiones en la comedia, como el que emula al clásico Solo en Casa (o Mi Pobre Angelito, en América Latina) para felicitar la Navidad desde su oficina.

Otro vídeo deja entrever el mensaje de que la Patrulla Fronteriza está llevando a cabo una misión santa. Las imágenes de los agentes desplazándose en helicópteros y lanchas rápidas se sucedían mientras sonaba la canción God’s Gonna Cut You Down. El grupo Black Rebel, que interpretaba la canción, lanzó un comunicado en el que dijeron que “es obvio que no respetan la ley de derechos de autor ni los derechos de los artistas más de lo que respetan el habeas corpus ni el debido proceso, por no mencionar la separación entre Iglesia y Estado consagrada en la Constitución de Estados Unidos”. El vídeo fue retirado.

Todo apunta a que el papel de Bovino en la campaña antiinmigración del Gobierno cobre protagonismo con la nueva estrategia de la Administración de sustituir responsables del ICE por agentes de la Patrulla Fronteriza. Sus métodos agresivos son más del gusto de Trump, que ha mostrado su frustración porque no se está cumpliendo la meta de deportar a un millón de migrantes al año.

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Sobre la firma

Patricia Caro
Periodista en Washington, especializada en temas latinos y de inmigración. Forma parte del equipo de la edición de Estados Unidos de EL PAÍS. Fue corresponsal de la Cadena SER en Brasil. Trabajó como redactora de Economía Internacional en el diario Cinco Días.
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