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Trumpista, cubano y de 27 años: Bryan Calvo, el alcalde electo que promete cambiar Hialeah

El político será el regidor más joven de Florida. Su municipalidad es la más hispana de Estados Unidos y el corazón cubano del país

Cuando el custodio de la biblioteca John F. Kennedy de la ciudad de Hialeah ve aparecer a la entrada del sitio a un chico alto, de cabello rizado y el rostro extremadamente lozano y serio —casi en un forcejeo para no parecer infantil—, lo mira y pregunta: “¿Bryan Calvo?” El joven le extiende la mano. Aún hay carteles con su imagen en el mítico Palacio de los Jugos de la Calle 49, o clavados en los jardines de las casas de techo bajo y portales, que anuncian un “cambio real para Hialeah”, la segunda ciudad más poblada del condado de Miami-Dade y la municipalidad más hispana de Estados Unidos. El próximo 12 de enero, Calvo se convertirá en el alcalde de esta ciudad. Asumirá el cargo con solo 27 años.

A Calvo le ha tocado ser varias veces el más joven. Es ahora también el alcalde electo más joven del Estado de Florida, y el más joven entre las ciudades de más de 100.000 habitantes en todo el país. Aunque a otro lado del espectro político —porque Calvo, quien dirigirá una alcaldía no partidista, es un declarado seguidor de Donald Trump—, el joven forma parte del mismo espíritu que empujó la victoria del alcalde electo de Nueva York, Zohran Mamdani, de 34 años, o de la alcaldesa electa de Detroit, Mary Sheffield, de 38 años, tras unas votaciones en las que los estadounidenses se mostraron cansados de un establishment tradicional y añoso.

“Hay rechazo a cómo se están haciendo las cosas a nivel nacional”, asegura Calvo. “No hay ninguna certeza de que una generación más joven lo va a hacer mejor, pero sí hay una gran esperanza. Los residentes quieren algo nuevo”.

Para Calvo, su edad es su mejor atributo: “Lo que más me es útil es la juventud”. Otros, sin embargo, ven ahí su Talón de Aquiles. Raúl L. Martínez, quien fue alcalde de Hialeah por 24 años, cree que su mayor reto “es la edad y la inexperiencia, porque Hialeah es diferente a otras ciudades en Estados Unidos”. “El alcalde aquí es administrador, toma las decisiones diarias sobre la policía, los bomberos, la biblioteca… y si no has tenido esa experiencia, es difícil”, sostiene.

Con 23 años, iniciando en la política, Calvo también fue el concejal más joven de la historia de Hialeah, y casi siempre fue el menor de sus clases en el Miami-Dade College. Parece apresurado por querer vivirlo y aprenderlo todo. Además de inglés y español, habla italiano, toca violín, practica la pesca submarina, fue instructor de salsa y tiene hace 10 años una licencia de piloto. “Volar me recuerda que la concentración, la preparación y la responsabilidad son importantes; cualidades que he llevado de la cabina al servicio público y que traeré a Hialeah como alcalde”, ha dicho.

El 16 de octubre, en medio de la campaña, vio morir a su padre, un cubano que llegó al sur de Florida en 1980 en el histórico éxodo del Mariel. Fue un golpe para la familia: para él, que habría querido que su padre lo viera entrar triunfante al Ayuntamiento, y también para su madre, la ecuatoriana Edith Pardo, tras un matrimonio de 44 años. El hijo de una pareja de migrantes —un arrendador de equipos pesados y una costurera de vestidos de novia— se convertirá ahora en una de las máximas figuras políticas del lugar donde nació.

Calvo ha dicho, más de una vez, que es un “producto” de Hialeah. De la cultura ecuatoriana materna asegura que tiene muy poco, así que se define como “cubano”, en una ciudad donde más del 75% de los residentes son de origen cubano. Aunque Calvo dice que no recuerda si alguna vez lo llevaron a Cuba. “A lo mejor cuando estaba pequeño”. En todo caso, ahora mismo no pondría un pie en La Habana. “Mi política es la del exilio histórico, la de no tener vínculos con la isla hasta que algún día sea libre”.

Calvo estudió a las escuelas públicas de Hialeah, jugó al fútbol en el Milander Park, le gusta la comida cubana del restaurante Molina, y su primera lengua fue el español, a la que le añade a cada rato un “so”, “yeah” o “whatever”. Estudió en Harvard con una beca completa, y en 2019 se graduó con una licenciatura en Gobierno. Volvió a Florida y terminó un doctorado en Derecho en la Florida International University.

Pero un año antes vivió una experiencia que lo marcaría. En el verano de 2018, durante la primera Administración de Donald Trump, fue seleccionado para un prestigioso programa de pasantías de la Casa Blanca. De una figura como Trump, dice, aprendió la importancia de establecer un gobierno pequeño, eficiente, que no esté regulando a sus residentes. “Es una de las quejas que más tenemos y es una de las políticas que planeo hacer”.

Está convencido de que su estancia en Washington fue un punto a su favor en el camino hacia la alcaldía de Hialeah. Durante su campaña, aparecieron flyers con la imagen de Calvo junto al mandatario, que decían: “Apoyado y reconocido por el presidente Trump”. Un mensaje que resonó en un Estado donde el republicano se llevó el 56% de los votos en 2024. Aunque el Partido Republicano del condado Miami-Dade comunicó que no “respaldó” a ningún candidato a alcalde de Hialeah, Calvo insiste en que lo ha “apoyado y reconocido”.

Una alternativa contra el establishment

Con su traje azul claro, Calvo camina entre las estanterías de la biblioteca John F. Kennedy y agarra algún libro de la sección de leyes. De su volumen favorito, Toda la política es local —del expresidente de la Cámara de Representantes de EE UU Tip O’Neill— ha aprendido a esculpir al político que es. “No se puede menospreciar que en todo el ámbito político no hay nada más poderoso que mirar a un votante a los ojos y decirle: confía en mí”.

Por eso Calvo, dice, se enfocó durante su campaña en tocar puertas. Se le vio hablando con las señoras maquilladas y elegantísimas de Hialeah, o visitando a Félix Rodríguez, encargado de la operación de localizar y asesinar al Che Guevara. Con su plataforma “Hialeah First”, prometió ser una alternativa al exalcalde Esteban Bovo, quien renunció en abril pasado. Aseguró que rebajaría los impuestos y las tarifas del agua, mejoraría el deprimido transporte público y trabajaría en eliminar los impuestos sobre la propiedad para las personas mayores de 65 años.

También se comprometió a investigar compañías como Cubamax, que ofrece servicios de viajes y envíos de remesas a Cuba — algo que el secretario de Estado, el cubanoamericano Marco Rubio, también nacido en Miami, prometió encarar desde sus inicios en el cargo en la Administración Trump. “Tenemos muchas quejas de que están lavando dinero no solo de la dictadura cubana, sino de la de Venezuela o Nicaragua. Lo que he dicho es que hay que investigar estas cosas, hay personal dentro de la policía con el entrenamiento para hacerlo y mi compromiso es crear un grupo de trabajo que ataque estos problemas”, sostiene Calvo.

Según Julio E. Ligorria, asesor político de su campaña, esta fue distinta porque “se basó en honestidad, cercanía”. “Mientras otros apostaban por la propaganda, ataques personales y los mecanismos tradicionales del establishment, la campaña apostó por lo que la gente pedía: transparencia”. También resalta que Calvo ganó “sin depender de maquinarias políticas, sin apadrinamientos, sin contratos, sin favores”. El mayor reto, afirma, fue el de “romper con un sistema que llevaba años intentando controlar todo, desde la narrativa hasta los propios empleados de la ciudad. Clavo no viene del mismo círculo político que ha gobernado la ciudad por décadas”.

Calvo obtuvo más del 52,9 % de los votos, por delante del excomisionado Jesús Tundidor (21%) y de la alcaldesa interina Jacqueline García-Roves (19%). “Esta victoria pertenece a todas las familias que han trabajado duro y se han negado a renunciar a esta ciudad”, dijo en su discurso tras su triunfo. Y no se olvidó de recordarle a sus seguidores: “Hialeah no será un refugio para los intereses del castrismo ni para quienes se han beneficiado del sistema represivo cubano”.

En una ciudad con más del 94% de su población de origen latino, con una gran comunidad cubana que también está siendo afectada por la agenda migratoria dictada por la Casa Blanca, Calvo dice que no se interpondrá a lo que ordene el presidente Trump porque la política de inmigración es una facultad federal.

“Yo no soy congresista, no soy presidente, y esas son las ramas que deciden la política migratoria de nuestro país”, dice. “Nosotros tenemos acuerdos firmados con las agencias federales. Si ellos piden que asistamos en una operación, estamos bajo acuerdo legal y de contrato para hacer ese tipo de ayuda. Eso no quiere decir que como alcalde yo haría algo por arriba de lo que ya está establecido por el Gobierno federal. Yo no ordenaría que la policía haga una redada, pero si hay una redada que la inicia el Gobierno federal, ellos pueden llamar a la policía de Hialeah para que asista”.

De momento, las cosas ya han comenzado a complicarse para Calvo. Tras su victoria, la alcaldesa interina prohibió a los empleados del Ayuntamiento cualquier tipo de contacto con el alcalde electo, para no facilitarle la información necesaria para la transición. Otros no creen en que pueda cumplir todo lo que ha prometido.

Pero el joven sigue confiando en sí mismo. “Si le preguntaras a alguien hace un año si un muchacho de 27 años podía ganar la alcaldía de la segunda ciudad más poderosa de Miami-Dade, probablemente te dirían que era imposible”, apunta. “Ningún residente espera que yo pueda hacer 100% de todo lo que se habló, pero simplemente si pudiera hacer una parte es un cambio radical en esta ciudad, porque no hemos visto ninguno en los últimos años”.

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