Mariano Jabonero: “No estaría aquí si no confiara en una revolución educativa pública en América Latina”

El secretario general de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) pide mayor inversión pública y privada y lamenta que la educación sea muy secundaria en el debate político actual

Mariano Jabonero, secretario general de la OEI, fotografiado en su sede de Madrid.Claudio Álvarez

Hay trabajos en los que para no tirar la toalla hay que ser muy creyente en lo que se hace. Por ejemplo, liderar en este mundo convulso un organismo iberoamericano enfocado en la educación, la cultura y la ciencia. Mariano Jabonero (Madrid, 71 años) mantiene intacta esa fe a pesar de los obstáculos a los que se enfrenta cada día. La educación, dice el secretario general de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), es hoy en día un tema sobre el que se habla y se debate mucho, pero en el que se invierte poco. La pandemia, con consecuencias educativas devastadoras en los países de América Latina, hundió las partidas públicas que no se han recuperado.

Antes de quedarse de brazos cruzadas, este licenciado en Filosofía y en Ciencias de la Educación busca involucrar también al sector privado. Para tener efecto, Jabonero, que responde a EL PAÍS por videollamada, huye de los discursos grandilocuentes y los tecnicismos. “El primer problema en la educación en América Latina es la nutrición. Tenemos un millón de niños que va sin comer a la escuela“, dijo hace unos días en un auditorio en Nueva York. Y sostiene: “La realidad nos da un baño que nos quita todo el cinismo posible”.

Pregunta. Desde la pandemia se viven tiempos complicados, ¿se ha relegado la educación como prioridad frente a otros desafíos?

Respuesta. La educación se ha convertido en un hecho más notorio, hay más publicaciones sobre educación, más información pública, más debate. Pero sin embargo sí que se ha notado una caída en la inversión pública. La inversión durante la pandemia fue primero en salud, después en rentas familiares. Tenemos que resignarnos a no ser lo primero, porque lo primero es la vida de la gente. Pero en este momento sigue habiendo una baja inversión. Es una realidad que es un tema que es muy secundario en el debate político.

P. ¿Qué receta utiliza para para conseguir financiación?

R. No depender tanto del papá Estado. Los presupuestos nacionales de educación de los países son lo que son y no van a satisfacer las necesidades. Falta tener el concurso de la banca multilateral, que está haciendo esfuerzos ya. De las fundaciones y entidades privadas. Si vemos las mayores entidades o fundaciones del mundo que están apostando por temas educativos y sociales, la mayoría son anglosajonas. Entre las 20 primeras solo tendríamos a una hispana, La Caixa. Tiene que ser una canasta de aportantes: los Estados miembros, la cooperación, las fundaciones y la banca multilateral.

P. A todo el mundo le gusta hablar de educación, pero se invierte poco. ¿Cómo hace para no convertirse en un cínico?

R. Con muchas fuerzas y mucha voluntad. Lo mejor para no convertirme en un cínico es hablar de la realidad, poner los pies en la tierra. Creo que es el mejor recurso. El otro día en un encuentro propiciado por varios países en Nueva York dije que el primer problema en la educación de América Latina es la nutrición. Tenemos un millón de niños que va sin comer a la escuela. O que se puede estar comprando computadoras, que está muy bien, pero hay escuelas que están soportando temperaturas de 40 grados. ¿Quién imagina poder tener una actividad educativa normal con 40 grados y un 80% de humedad? La realidad nos da un baño que nos quita todo el cinismo posible. Todo el mundo quiere hablar de educación y hablar con términos muy globales y muy maravillosos, pero es que tenemos una realidad que es la que es.

P. Si llegara otra pandemia, ¿la región estaría mejor preparada?

R. Sería horrible. Terrible. [El secretario general de la ONU, António] Guterres dijo que la pandemia había sido una catástrofe generacional para la región. Ojalá no haya otra pandemia porque ya tenemos dos: la corrupción y el narcotráfico, que está afectando muy duramente al mundo educativo.

P. ¿Confía en que en algún momento América Latina viva una revolución educativa pública?

R. No estaría aquí si no confiara en ello. Yo creo que se dará en la medida en que la propia población se vaya apropiando del tema educativo. Hay países en los que la educación era un tema secundario, secuestrado por el gobierno, hasta que en un determinado momento la población se movilizó porque quería más y mejor educación para sus hijos y eso dio resultados. En la medida en que la población de la región reivindique el valor de educación, vamos a avanzar. Hay atisbos de que la preocupación social es mayor, pero me gustaría que fuese aún más, ahí tenemos que hacer de movilizadores.

P. Los objetivos educativos de la Agenda 2030 no se van a cumplir en América Latina. ¿De qué sirve poner objetivos si no se cumplen?

R. Sirve para poner metas, para alinearnos en un trabajo determinado, ponernos a trabajar juntos en unos objetivos. El cumplimiento de los países de América Latina es bajo, pero no más bajo que otros lugares del mundo. Estamos en el 22% de cumplimiento, la media mundial es un 18%. La región está haciendo un esfuerzo. Lo que sí me preocupa es que no hay un ODS [Objetivo de Desarrollo Sostenible] sobre la cultura, es inexplicable. Hay quien cree que no hace falta, con ese cinismo que dice que la cultura es transversal... Mire usted, no, la cultura es fundamental desde un punto de vista ciudadano, ético, económico y político. Y en la OEI no nos vamos a quedar en ese discurso relativista y posmoderno de que la cultura es ahí una cosa líquida.

P. ¿Tiene sentido hablar de Inteligencia Artificial en una región en la que un millón de niños va con hambre a la escuela?

R. No es incompatible. La inteligencia artificial puede aportarnos una dosis de eficacia importante. En casi todos los países región ya se está trabajando en temas de inteligencia artificial. La transformación digital es algo que nos puede hacer salir antes de la pandemia y de forma más eficaz.

P. ¿Existe una brecha educativa entre la población latina migrante en Estados Unidos y el resto?

R. Es una masa de población muy importante, ya son 62 millones, y es un hecho que evoluciona de forma clara y que está superando esa brecha. En algunos ámbitos, sin embarho, es muy fuerte todavía, fundamentalmente en el ámbito académico, científico o en el ámbito de la influencia política. Pero se está avanzando muchísimo y la influencia de la comunidad latina es cada vez mayor en el ámbito cultural y lingüístico.

P. ¿Cómo pueden afectar los resultados de las elecciones de noviembre al ámbito educativo?

R. No tanto como se puede suponer. La población latina es demasiado fuerte en Estados Unidos y las posturas radicales no van a ser, perdón por la expresión, rentables políticamente para nadie.

P. ¿A usted qué le hace mantenerse optimista?

R. Creer que una educación pública gratuita y de calidad para todos es buena. El sistema democrático se ha construido bajo sistemas públicos garantistas y eso no es ninguna fantasía, no es ninguna ilusión. Hay una cierta educación privada que nunca va a ir a las zonas del país en las que no hay clientela, es así de claro. En segundo lugar, la demanda social creciente, que va a generar un vector de presión.

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