Mariángel Vargas, la niña que se convirtió en campeona de ajedrez desde un albergue de migrantes
La familia Vargas migró a Estados Unidos desde Colombia en 2022 tras recibir amenazas de muerte. La hija menor, de 12 años, es hoy una de las 100 mejores niñas ajedrecistas del país
Las fichas de Mariángel Vargas se mueven por el tablero de ajedrez sin voluntad propia, tal como ella llegó a Estados Unidos. Creció en Colombia junto a su familia, era una niña aplicada, que disfrutaba estudiando y a la que le gustaba nadar. Una niña normal con una vida normal hasta 2022. Ese año, cuando tenía 10, se vio forzada a emigrar a Estados Unidos junto a sus padres y sus dos hermanos mayores. Llegó a un mundo desconocido y hostil en el que supo e...
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Las fichas de Mariángel Vargas se mueven por el tablero de ajedrez sin voluntad propia, tal como ella llegó a Estados Unidos. Creció en Colombia junto a su familia, era una niña aplicada, que disfrutaba estudiando y a la que le gustaba nadar. Una niña normal con una vida normal hasta 2022. Ese año, cuando tenía 10, se vio forzada a emigrar a Estados Unidos junto a sus padres y sus dos hermanos mayores. Llegó a un mundo desconocido y hostil en el que supo encontrar su sitio en medio de la inestabilidad gracias a un tablero de ajedrez. Dos años después de cruzar a pie la frontera, con 12, Vargas está hoy entre las 100 mejores niñas ajedrecistas en todo Estados Unidos.
El primer contacto con un tablero tuvo lugar en una escuela pública de Manhattan, la PS 11, donde a los pocos meses de llegar a Nueva York tomó su primera clase de ajedrez gracias a Impact Coaching Network (ICN), que promueve programas de ajedrez en centros educativos. La madre de Mariángel, Alexandra Gómez, recuerda no haber reaccionado de forma muy entusiasta cuando la niña le habló del programa de ajedrez por primera vez. “Pensaba que era un pasatiempo, como jugar a las cartas, y tenía miedo de que le robara tiempo para aprender inglés”, cuenta por teléfono.
Pero el ajedrez parece estar hecho a la medida de Mariángel y su carrera desde entonces ha sido meteórica. Un año después de jugar por primera vez, ya ha competido en 65 torneos, convirtiéndose en una de las ajedrecistas más activas de todo el Estado. En la actualidad, ocupa el séptimo puesto de su división en el Estado de Nueva York, se encuentra dentro de las 100 mejores niñas ajedrecistas en todo Estados Unidos y ya ha roto el ranking de 1.200 que establece la Federación de Ajedrez de Estados Unidos (USCF por sus siglas en inglés), consiguiendo una puntuación de 1.257. Es la campeona del Elite Quads y del ICN Citywide Team.
“Para mí el ajedrez es distinto a ninguna otra actividad porque siempre tengo algo que aprender y eso me motiva”, cuenta por teléfono desde Chicago, donde se encuentra compitiendo en un torneo acompañada por su hermana mayor. Entrena, dice, de una a dos horas al día. Su madre lo corrobora añadiendo que el interés de Mariángel llega hasta el punto de que mientras come ve partidas de ajedrez en videos de YouTube para aprender más estrategias.
Las circunstancias que la rodeaban cuando empezó a crecer como jugadora de ajedrez han sido duras, marcadas por la inestabilidad. La familia vivía en Neiva, una ciudad del centro de Colombia a orillas del río Magdalena, en Huila. Su padre, Régulo Francisco Vargas, trabajaba como abogado y, junto a su madre, fundó la ONG ACADESURCOL para ayudar a los campesinos del sur de Colombia desplazados por la guerrilla.
Salir corriendo de Colombia
Cuenta Alexandra Gómez, líder de la organización, que su vocación y la de su marido era meramente ayudar. Utilizaban sus conocimientos legales para asesorar gratuitamente a los campesinos, informándoles de los derechos y subvenciones gubernamentales a los que podían optar para salir adelante. Pero un día, cuando se dirigían a uno de los pueblos para reunirse con los locales, unos motorizados armados detuvieron el coche en el que viajaban. Sabían perfectamente quién era ella, la estaban buscando.
“Me pidieron que me arrodillara y me pusieron una pistola en la cabeza. Me dijeron los nombres de cada uno de mis hijos, mis horarios, lo que hacíamos desde que me despertaba hasta que me acostaba. Lo sabían todo”, cuenta Gómez, que aún se estremece al recordarlo. Tras amenazarla con matar uno a uno a cada miembro de su familia si no dejaba de hacer lo que hacía, los hombres la dejaron ir.
Pasó dos días sin ser capaz de comer ni dormir y sin dejar que ninguno de sus hijos saliera de casa por miedo a que los mataran. Ocho días después decidieron abandonar el país. No tenían dinero para pagar a coyotes, así que volaron hasta México y desde allí decidieron cruzar la frontera caminando. Mariángel, la hoy campeona de ajedrez, fue la que peor lo pasó. Tenía solo diez años y le habían dicho que iban a Disneyland a ver a Mickey Mouse, pero la niña no entendía por qué no iban en avión, por qué tenían que caminar durante seis horas, sin agua. “Al principio no paraba de preguntarnos por qué estábamos haciendo aquello. Las últimas horas ya solo lloraba”, cuenta su madre.
Acabaron en un centro de detención de Texas donde, relata Gómez, los trataron como a criminales. Al principio estuvieron separados hombres de mujeres. Después de semanas, liberaron a Mariángel y a sus padres. Su hermano y su hermana, que eran mayores de edad, permanecieron detenidos un mes más, separados en centros diferentes. Un año y medio después, la familia sigue viviendo en un albergue para inmigrantes cerca de Times Square, a la espera de que les concedan un apartamento donde vivir con privacidad y dignidad.
“La niña está sumamente concentrada, es determinada y diligente. Nunca se cansa de entrenar y nunca pierde una oportunidad de competir”, comenta Russell Makofsky, uno de sus entrenadores, que es además miembro fundador de ICN y también de la The Gift of Chess. Esta ONG tiene el objetivo de donar u millón de juegos de ajedrez a nivel mundial para 2030, con el fin de potenciar las oportunidades de los niños. Gracias a esta organización, que también ayuda a Mariángel a conseguir patrocinadores o mecenas que cubran los costos de sus viajes para jugar torneos en el país, el destino de esta niña inmigrante ha dado un vuelco. “Mi sueño es convertirme en una master internacional o en profesora de ajedrez”, dice.