Comeperros y pelagatos

En la delirante espiral de su demencia, el demonio anaranjado no tiene fondo y su desesperación deambula cada vez más hondo en el estercolero de la estupidez

Jorge F. Hernández, 13/09/2024.Jorge F. Hernández

En un alarde de demencia senil, Donald Trump confundió el muy gringo consumo de hot-dogs con la inmensa mentira de que la comunidad haitiana de Springfield, Ohio, se anda comiendo los perros con todo y pelos, los gatos con y sin uñas e incluso los gansos y patitos de los parques públicos. Ha tiempo hubo delirios que aseguraban que el menú de los chinos en Madrid se extraía del estanque del Parque de El Retiro y esa xenofobia se basaba...

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En un alarde de demencia senil, Donald Trump confundió el muy gringo consumo de hot-dogs con la inmensa mentira de que la comunidad haitiana de Springfield, Ohio, se anda comiendo los perros con todo y pelos, los gatos con y sin uñas e incluso los gansos y patitos de los parques públicos. Ha tiempo hubo delirios que aseguraban que el menú de los chinos en Madrid se extraía del estanque del Parque de El Retiro y esa xenofobia se basaba en el credo à la Torrente y lo de Trump se apuntala fielmente en “haberlo visto en la Televisión”. Si a esas nos vamos, yo vi no pocos episodios de El chavo del 8 en la pantalla chica y no busco dormir en un barril.

En la delirante espiral de su demencia, el demonio anaranjado no tiene fondo y su desesperación deambula cada vez más hondo en el estercolero de la estupidez, secundado por el desquiciado y pusilánime patiño que eligió como candidato a la vicepresidencia imposible. En esa circunstancia la mesura e inteligencia de una mujer admirable lo va destazando mentira a mentira con solo responderle con la razón en la saliva, contener las ganas de insultarlo y poner en evidencia inapelable el racismo, machismo, fascismo y autoritarismo de la improvisación que ondea bajo el simulacro amarillo de su cabellera nefasta.

En un mismo día el supuesto senado de la otrora República Mexicana no se quedó atrás en el vodevil de Norteamérica y ofreció una desquiciada danza de pelagatos, chapulines y saltmbanquis. El espectador quedó expuesto a la mirada hipnótica de un cocainómano pederasta ahora reverenciado inexplicablemente por la confusa obesidad de una feminista ventajista y demás demagogos que celebran emocionadamente el clima o la onda de lograr los votos para una reforma forzada sin importar el supuesto sustento de su aprobación y aquí entra el gran fauno de la falibiidad: la inadmisible justificación de que el fin merece todos los medios en la aceptación ejecutiva de que no tiene importancia alguna si el voto que se necesitaba para una caprichosa reforma provenga de un cochupo y transa con delincuentes, que hacerse eco de la voz de un capo narcotraficante preso avala el empeño de minimizar la violencia entre cárteles del crimen organizado (por demás vistos como nebulosa amarillista de la prensa que le es ajena) o el bello retruécano de justificar el asesinato del poder judicial de la federación en aras de abatir el nepotismo el mismo día en que anuncio la incorporación de mi hijo a las filas del partido ahora hegemónico con el que habré de extender mi flora y fauna pa´lo que dure el siglo o sigilo cobijado por un inmenso manto color verde olivo.

A nombre de todos los perros que mantienen el precio de equilibrio, sazón y debidas bacterias en casi todos los puestos de tacos de suadero lejos de Ohio y en nombre de los gatitos que a menudo se entregan engañosamente como liebres y por todas las garzas, gansos y patitos que se degustan con Fanta de naranja (pa´que sepan à la orange) propongo que Trump y su Vance sean expuestos a una degustación suculenta y obigatoria de mexicanísimos insectos varios y que en el balcón del Palacio Nacional de México se incorporen al tradicional Grito de Independencia los nombres de los traidores, los apodos de los nuevos improvisados y el silencio contundente de los más de 200.000 muertos que son más que cifra con la que termina el primer sexenio lamentable de tanto pelagato mexicano.

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