La noche más larga
Celebro la noche más larga de cada año, la hoguera de San Juan y sus llamas que han de quemar todo lo que descartamos, pero sobre todo celebro la larga noche con la que mi madre llega a los 94 años de todas sus hermosas vidas
Imagino la larga noche de cientos de migrantes como sombras hundiéndose lentamente en la eternidad de mar Mediterráneo y la noche que nació de madrugada en el instante de la implosión donde una quinta de millonarios se esfuman en la oscuridad total del océano Atlántico, un siglo después de que la inmensa nave que pretendían visitar hundida se haya partido en dos… ricos y pobres bogando en la larga noche bajo el infinito ter...
Imagino la larga noche de cientos de migrantes como sombras hundiéndose lentamente en la eternidad de mar Mediterráneo y la noche que nació de madrugada en el instante de la implosión donde una quinta de millonarios se esfuman en la oscuridad total del océano Atlántico, un siglo después de que la inmensa nave que pretendían visitar hundida se haya partido en dos… ricos y pobres bogando en la larga noche bajo el infinito terciopelo de diamantes.
Imagino la noche del joven que hoy mismo llega a las páginas finales de una novela que lo había hecho viajar por el tiempo cada noche durante las pasadas semanas y la noche de insomnio de la mujer que espera algo o a alguien. Imagino la noche de millones de niños que logran dormir alejados de tanta marea y la misma noche de siempre para millones de niñas que no logran dormir el hambre y el odio; la noche interminable del pianista y meretriz, la noche sin lunas del poema anónimo y la medianoche de un tren con retraso.
La noche imaginada en un cuento que se resuelve en un corredor oscuro de una biblioteca decimonónica, evidentemente al filo del alba y la noche palpable en la que se despiden para siempre dos afectos inseparables. Imagina la primera noche del recién nacido y la última noche en la unidad de terapias intensivas, la madrugada del asilo de ancianos y la noche en la única ambulancia del mundo sin emergencia a la vista. La noche de todas las películas para desvelados y la conversación entre sonámbulos a medio mundo de distancia.
Sueño la noche profunda que solo se visita con escafandra para el alma y esa noche, aquella que ya sabes, cuando hablamos hasta el amanecer de estos mismos párrafos a mano y en tinta morada. Sueño la noche en que soñé noches inexistentes con nostalgias inventadas y la primera noche en que tuvimos que dormir sabiendo que alguien ya no habitará el día siguiente.
Celebro la noche más larga de cada año, la hoguera de San Juan y sus llamas que han de quemar todo aquello que descartamos a partir de hoy, pero sobre todo celebro la larga noche con la que mi madre llega a los noventa y cuatro años de todas sus hermosas vidas, salida del bosque de su amnesia para recordar minuciosamente cada nombre y toda cifra como espuma de todas las olas que lentamente la mantienen a flote para felicidad de quienes la aman por haberla visto, conocido o leído en el pliego interminable de la mar inmensa… infinito mar que no deja de llamarse Vida.
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