Entre la democracia y el acarreo: los sindicatos se posicionan ante las elecciones

Grandes líderes sindicales dan su apoyo a Claudia Sheinbaum en el Día del Trabajo mientras otros más pequeños y de polémica trayectoria hacen su particular campaña

Claudia Sheinbaum con el senador Pedro Haces, líder de la Confederación Autónoma de Trabajadores y Empleados de México (CATEM), en noviembre de 2023.Carlos Santiago (Getty Images)

El pasado político sindical en México es una de las herencias del partido único que más se deja sentir en tiempos democráticos. Como dinosaurios de coraza leñosa, los líderes sindicales se resisten al paso del tiempo y en cada elección van tomando posiciones. Decantarse por un partido u otro, por Claudia Sheinbaum o ...

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El pasado político sindical en México es una de las herencias del partido único que más se deja sentir en tiempos democráticos. Como dinosaurios de coraza leñosa, los líderes sindicales se resisten al paso del tiempo y en cada elección van tomando posiciones. Decantarse por un partido u otro, por Claudia Sheinbaum o Xóchitl Gálvez, entra dentro de la normalidad institucional, otra cosa es tratar de doblegar con malas artes el voto de miles de agremiados, por parte de los jefes sindicales, o sacar tajada política de ello, por parte de los candidatos. A decir de algunos expertos, los jefes siguen correosos en esa línea, pero los ciudadanos, es decir, los afiliados sindicales, quizá ya están en otra onda más democrática. Este 1 de mayo se repitió una de las extrañas tradiciones de México, la que dicta que los líderes de los sindicatos se sienten a comer con el presidente en lugar de organizar una gran marcha en la calle. Al lado del poder, lejos de los trabajadores.

Tres líderes se ubicaron sin ambages al lado de la aspirante morenista a la presidencia, Claudia Sheinbaum, el miércoles antes de franquear las puertas del palacio presidencial para asistir al ágape al que estaban invitados alrededor de 100 representantes de los trabajadores. Lo hizo Alfonso Cepeda Salas, del todopoderoso sindicato de maestros, el SNTE, antaño acostumbrado a poner y quitar presidentes, se jactaban sus jefes, aunque algunos pasaran por la cárcel. Le secundó su colega al frente de la paraestatal petrolera (Pemex), Ricardo Aldana, que no era la primera vez que lo decía: “Ya tenemos candidata, es Claudia”; y completó la terna el abanderado de los electricistas, Martín Esparza. Las cosas han cambiado, aunque el PRI del que provienen todos sigue en liza electoral, ya no es el ganador, ni mucho menos, y ahora las fuerzas obreras se sitúan al lado del sol que más calienta, es decir, Morena.

Una ausencia destacó entre todas, faltó a la foto Carlos Aceves del Olmo, secretario general de la Confederación de Trabajadores de México (CTM). Si no ha cumplido ya los 83 no faltará mucho y lleva al mando de 4,5 millones de afiliados desde 2016 (poco tiempo para las décadas que llevan otros), a lo que hay que sumar un intenso pasado político como diputado. Muchos de estos personajes son o han sido senadores a la par que desempeñaban su cargo en el sindicato, otra de las rarezas de México. Aceves del Olmo se colocó el año pasado al lado de López Obrador en la mesa. Este año no asistió. “Aceves está muerto o cerca de estarlo y eso le impide materialmente asistir”, dice sin ahorrar crudeza Alfonso Bouzas, coordinador del Observatorio Ciudadano de la Reforma Laboral. “Seguro que le hubieran querido llevar y sentarle ahí, pero habrá sido materialmente imposible”, sugiere. “Del Olmo ya no razona, hablan por él”, asegura sin lugar a la duda. Este periódico ha intentado sin éxito recabar la versión del sindicato CTM sobre la ausencia del líder.

Bouzas señala que Aceves del Olmo es la figura priista por excelencia. Entonces, ¿por qué habría querido estar al lado del presidente, de la candidata morenista, pues? “Es que los propios priistas están tomando distancia de Xóchitl Gálvez, la alianza está en busca de segundos o terceros puestos, asumen la pérdida de la presidencia y no hay interés por trabajar en la figura de Gálvez, por lo menos en el PRI”, razona.

Bouzas, y otros expertos consultados, opinan que el sindicalismo no ha entendido la reforma laboral llevada a cabo en este sexenio, “son líderes de la vieja escuela que no se percatan de que el movimiento organizado ya no representa nada de la clase obrera. Prefieren organizar su lugar en el poder antes que representar a los trabajadores, que en su inmensa mayoría están desarticulados. Los líderes no entienden que serlo no es una profesión. Y los partidos tienen la misma estructura y conformación, cada miembro relevante de un partido, antes de eso, es él mismo, se componen en función de las personas, no del partido”, explica Bouzas. De modo que su conclusión es lapidaria: “Para que cambien los partidos tienen que cambiar los políticos”, si es que no son los mismos.

En semanas pasadas se ha visto a los candidatos con líderes sindicales, un matrimonio que puede ser legítimo, pero que en tiempo electoral deja un regusto rancio en México, acostumbrado como está el país, todavía en alguna medida, a los acarreos de trabajadores para jalear a los políticos, animar a los candidatos o votar condicionados por unos miserables pesos que les son necesarios o por amenazas laborales. Porque los sindicatos en México son harina de otro costal. Algunos líderes tienen procesos penales, otros pasaron por la cárcel, repartieron fajos de billetes a pleno sol, por no hablar de quienes tenían yates, aviones u obras de arte en casa, más asociados a las mafias del poder político que a ninguna representación de los derechos de los trabajadores. En medios de comunicación han sido polémicas, por ejemplo, las imágenes del candidato panista por la Ciudad de México, Santiago Taboada, con gentes del sindicato Libertad, cuyo jefe, Hugo Bello, está en prisión por extorsiones, amenazas, etcétera. También se fotografió Taboada con la familia del priista Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre, el gran capo de las basuras en la Ciudad de México, en prisión también por delitos de prostitución forzada, entre otras acusaciones. Espera sentencia. Son jefes sindicales acostumbrados a mover a sus agremiados, que se cuentan por miles, y convertirlos en votos forzados. Y Mucha metralla electoral.

“Yo creo que la mayoría de los trabajadores ya son librepensadores, y dudo de que los sindicatos, las cámaras [patronales], la Iglesia o el deporte sean ya correas de transmisión del ejercicio del poder”, sostiene sin embargo Bouza, también investigador de Estudios del Trabajo de la UNAM. “Hoy en día no creo que nadie pueda decir ya que tiene el voto campesino, o el voto electricista o el de los maestros. A lo que hay que sumar toda una población joven que es escéptica y hasta refractaria de la política, que podría dar alguna sorpresa”, añade el investigador. Se refiere a la menor influencia que las antiguas mañas político sindicales tienen ya entre la ciudadanía y menos entre los jóvenes. La sorpresa que señala Bouza es que, aun ganando Sheinbaum, dice, la distancia con Gálvez será “más ajustada de lo que se espera”, opina. “El abstencionismo será el ganador”.

En el Palacio Nacional, el 1 de mayo, Andrés Manuel López Obrador, destacó aspectos laborales de su sexenio, como el incremento del salario mínimo, la eliminación de la subcontratación o las vacaciones. El presidente ha hecho gala en este periodo de no intervenir desde el poder político en la vida de los sindicatos y de respetar los clásicos derechos, como el de manifestación o huelga. En México hay 70 millones de trabajadores, 37 de ellos en la informalidad, según datos oficiales. A efectos electorales, ellos y sus familias suponen el 80% de la población de México.

En estas elecciones volverá a hablarse de acarreados, esas personas a las que montan en autobuses para asistir a los mítines o las llevan a votar y a demostrar que lo hicieron por el partido obligado. Pero ya los sindicatos están perdiendo poder de manipulación sobre sus agremiados, a medida que el país va coronando cotas de democracia, aunque los líderes sindicales se resistan a abandonar su poder al lado del poder.

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