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El secuestro del ‘Mayo’ Zambada por Los Chapitos pone en entredicho el papel de Estados Unidos en la trama

La admisión de culpabilidad de Joaquín Guzmán López apunta al involucramiento de la DEA en la detención del capo

Ismael El Mayo Zambada era una leyenda viva del crimen organizado en México y también un fantasma. Desde Sinaloa, convirtió a su cartel en un imperio internacional de miles de millones de dólares generados por el tráfico de cocaína, metanfetamina, fentanilo y otras drogas ilícitas. A pesar de contar con una recompensa sobre su cabeza de 15 millones de dólares, se mantuvo prófugo durante más de 50 años, hasta su arresto en julio de 2024. Los motivos de su extraña detención en el aeropuerto de Santa Teresa, en El Paso (Texas), junto a Joaquín Guzmán López —hijo de su exsocio Joaquín El Chapo Guzmán—, fueron motivo de rumores y especulaciones hasta este lunes, cuando este último, al declararse culpable de dos cargos por narcotráfico y crimen organizado en Chicago, en EE UU, admitió haber secuestrado al capo de 77 años cuando lo entregó a las autoridades de ese país. El testimonio de Guzmán López revive varias incógnitas y pone bajo el escrutinio el involucramiento de Estados Unidos en dicha operación. Esto a pesar de que la Casa Blanca ha negado cualquier tipo de participación y en Palacio Nacional, en México, tanto el Gobierno anterior como el actual ha insistido en que es Washington quien debe dar respuestas.

Una captura limpia: sin una bala

En su admisión de culpabilidad, el hijo del Chapo contó a la magistrada cómo secuestró a Zambada. Tras haberlo citado, lo llevó a una habitación donde fue emboscado por varios hombres, quienes lo ataron, le colocaron una bolsa en la cabeza y lo cargaron en una camioneta. De ese modo lo llevaron a una pista de aterrizaje cercana y lo forzaron a subirse a un avión privado. Guzmán López le dio una bebida con sedantes y ambos despegaron abordo de la aeronave. El Mayo nunca había pisado una prisión durante su vida criminal. En el documento, el narco de 39 años reconoce que el Gobierno de Estados Unidos “no solicitó, indujo, sancionó, aprobó ni condonó el secuestro”.

Sin embargo, aunque el Gobierno estadounidense no haya solicitado el secuestro, los agentes de la Administración de Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés) parecen haber estado al tanto del plan. La captura, de la que también participó el Buró Federal de Investigaciones (FBI), fue limpia: no se disparó ni una sola bala. Mike Vigil, exjefe de Operaciones Internacionales de la DEA, dijo, en una entrevista para Insight Crime, que el hermano menor de Guzmán López, Ovidio, ya estaba detenido y negociaba activamente con la Fiscalía General de EE UU. “Fue a través de él que debieron enterarse del secuestro planeado”, afirmó.

Ken Salazar, quien para ese entonces era el embajador de EE UU en México, dijo que el avión había despegado de Sinaloa y no había presentado ningún plan de vuelo. Hizo hincapié en que el piloto no era estadounidense ni tampoco el avión. Sin embargo, de acuerdo con dos fuentes familiarizadas con el caso —a las que cita el New York Times—, ese 25 de julio de 2024 sabían que Zambada estaba en el avión cuando se acercaba a la frontera entre ambos países.

Según el diario Reforma, citando a una fuente del FBI, Guzmán se comunicó con su contacto 15 minutos después de despegar. Le dijo que llevaba al Mayo con él. Cuando la aeronave cruzó el espacio fronterizo entre los dos países, las autoridades estadounidenses ya sabían que se trataba del hijo del Chapo, y no así un intruso o una amenaza terrorista.

Por su parte, los periodistas Ricardo Ravelo y José Luis Montenegro sostienen en su libro, La Cuarta Transformación del crimen organizado, que en el avión en el que viajaron Guzmán López y Zambada solo iba a bordo un piloto que fue proporcionado por el FBI. “El nombre del sujeto solo lo saben los gringos y Joaquín”, expresó una fuente de su investigación.

¿Y dónde está el piloto?

Las dos aprehensiones desataron un torrente de preguntas en México, donde el Gobierno afirmó que no tuvo ningún involucramiento y que no se enteró de lo sucedido hasta que la Embajada de Estados Unidos les notificó con la noticia. En conferencia de prensa, el pasado 29 de julio de 2024, la entonces secretaria de Seguridad, Rosa Icela Rodríguez, compartió un informe enviado por el Gobierno de EE UU. La titular de la cartera de seguridad identificó públicamente al piloto como un ciudadano estadounidense llamado Larry Curtis Parker.

Sin embargo, Parker le aseguró al New York Times no estar relacionado con Guzmán López y Zambada. “Soy un estadounidense pulcro y trabajador”, dijo. Las autoridades federales de ese país tuvieron que confirmaron que, en efecto, Parker no era el piloto.

El pasado 12 de agosto de 2024, el presidente Andrés Manuel López Obrador instó a la Fiscalía General de la República (FGR) que sigan presionando a Estados Unidos debido a que recibieron distintas versiones sobre el hecho. “Por ejemplo, no se sabe qué pasó con el piloto. ¿De dónde es?”, cuestionó el mandatario durante su conferencia Mañanera.

El 30 de octubre de 2024, 10 semanas después, el entonces titular de la FGR, Alejandro Gertz Manero, dio a conocer que se solicitó en tres ocasiones, una por conducto de la Interpol y dos por medio de Asistencia Jurídica Internacional, información del piloto que intervino en el vuelo que trasladó a Guzmán López y Zambada. Sin embargo, hasta esa fecha, no habían recibido una respuesta.

A lo largo de las semanas, también trascendió que la aeronave utilizada para trasladar al Mayo presentaba irregularidades, incluyendo una matrícula y serie sobrepuestas y falsas. La FGR descubrió que la matrícula del avión había sido modificada en varias ocasiones. En 2019, la matrícula original tuvo un cambio de registro en Colombia. En 2021, obtuvo otra en Estados Unidos. Sin embargo, la matrícula que se utilizó para el transporte de Zambada era presuntamente falsa. “¿Por qué llegó en un avión clonado [El Mayo]? ¿Por qué no fue detenido el piloto en esas condiciones que no hay un protocolo que nos diga cómo entró?”, fueron algunas preguntas que formuló Gertz el 30 de octubre de 2024.

En febrero pasado, Omar García Harfuch, secretario de Seguridad, dio a conocer sobre la detención de Mauro N, alias El Jando, un piloto civil y operador clave en la estructura de Los Chapitos. A este presunto miembro del Cartel de Sinaloa se le acusó de formar parte del operativo que condujo al secuestro y posterior arresto del Mayo. Sin embargo, en pasado agosto, fue el propio Harfuch quien descartó que el aviador haya tenido participación directa en el mencionado vuelo. “No participó de manera directa en el traslado, es decir, físicamente, pero sí se confirma que es piloto privado y persona de confianza de uno de los líderes del Cartel de Sinaloa, de Iván Archivaldo”, sentenció el secretario de Seguridad.

Mauro N fue trasladado junto a otros 25 miembros de carteles a EE UU como parte de la cooperación en materia de seguridad a la que se ha comprometido el Gobierno mexicano.

La sombra del narco sobre Rocha Moya

La declaración de López Guzmán ante la jueza, en Illinois, ha vuelto a sacar los fantasmas que acechan al gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, a quien se ha acusado de tener vínculos con el narco. Fue el propio Zambada, a través de una carta, quien aseguró que fue traicionado tras ser citado a una reunión con Los Chapitos, con Rocha y el opositor Héctor Cuén, el mismo día en que fue raptado. El objetivo, según la versión del capo, era limar asperezas entre el mandatario y el también ex rector de la principal universidad de Sinaloa. Aunque no mencionó nombres, según el documento de la corte de Illinois, Guzmán López le dijo a Zambada que su presencia era necesaria “para resolver un desacuerdo que tenía con otros”.

El gobernador nunca se apareció, y Cuén fue asesinado en el rancho Huertos del Pedregal, donde El Mayo fue secuestrado. La polémica envolvió a Rocha. El mandatario negó saber de ese encuentro, y dijo que le mintieron al narcotraficante sobre su asistencia, en un acto en el que recibió un espaldarazo por parte de Sheinbaum y López Obrador.

Ravelo y Montenegro van más allá y afirman que la única manera de que López Guzmán obtuviera garantías por parte de EE UU era entregándose y entregándole a alguien grande. “Rocha nunca llegó y eso estaba en el plan [...] porque sabía lo que iba a pasar”, detalla una fuente en el libro.

Según el acuerdo de culpabilidad, Guzmán López coordinó y cometió el secuestro de Zambada con la esperanza de recibir crédito por cooperación del Gobierno de Estados Unidos para él y Ovidio, su hermano. “Estados Unidos no indujo ni condonó el secuestro, y Guzmán López no recibirá ningún crédito de cooperación por ello”, ha aclarado en un comunicado el Departamento de Justicia estadounidense.

Los reclamos a López Obrador y Sheinbaum no faltaron, cuestionándoles cómo López Guzmán fue capaz de secuestrar al Mayo y sacarlo del país sin que ninguna autoridad mexicana se percate. “¿Cómo es posible? ¿Quién gobernaba Sinaloa? ¿Cómo es posible que Rocha haya participado de todo ello? Nos deben una gran explicación, porque todo eso desató la guerra en Sinaloa”, ha dicho Carolina Viggiano, senadora por la oposición. Más de un año después, la confirmación del secuestro de Ismael Zambada ha vuelto a elevar las incertidumbres de esta operación sobre la mesa.

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