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Ciudad Juárez convive con la presión de los aranceles y las deportaciones masivas de Estados Unidos

La narrativa contra la migración de Trump ha marcado la dinámica de la frontera pese a que las cifras de retornados han caído y el campamento instalado opera por debajo de su capacidad

A México le ha tocado lidiar en el último año con las amenazas que llegan de Estados Unidos en temas arancelarios y deportaciones masivas, se hayan cumplido o no, o lo hayan hecho parcialmente. Buena parte de la presión ha recaído en el norte del país, a donde llegan las personas retornadas y en donde las maquiladoras son las primeras en padecer los aranceles.

Frente a este escenario, la presidenta Claudia Sheinbaum, ha mantenido una postura de diálogo, evitando el conflicto Donald Trump, sin dejar de aferrarse a la vez a su postura de respeto a la soberanía y a los derechos humanos de los mexicanos en Estados Unidos. En ocho meses no se ha reunido personalmente con el presidente norteamericano, pero ha sorteado sus amenazas y su relación es mejor que la de sus otros socios más grandes, Canadá y China, con quienes se han roto lazos políticos importantes.

Las repatriaciones de migrantes

Antes de que Donald Trump tomará posesión como presidente de Estados Unidos, el gobierno de México ya se preparaba para lo que parecía sería una crisis de deportaciones. En distintos puntos de la frontera norte, montó campamentos para recibir a los connacionales retornados.

Uno de los más grandes y el primero en estar listo fue el de Ciudad Juárez, una mega estructura de tiendas con capacidad para albergar a 2.500 personas. Pero que hasta ahora ha llegado a atender a lo sumo a 100 personas en un día, de acuerdo con la delegada del Bienestar Mayra Chávez, coordinadora de este espacio.

“Sí hay una tendencia al alza, pero es pequeña. No se puede hablar de repatriación masiva. Se ha podido manejar en todo momento. No es para nada una emergencia migratoria y qué bueno que no lo es”, dijo en entrevista la delegada de Chihuahua.

A pesar de que el campamento -parte de la estrategia “México te abraza”- resultó excesivo para la atención de mexicanos retornados, el esfuerzo se mantendrá ante la incertidumbre que genera el discurso del presidente Trump en temas migratorios.

“Se va a mantener (el campamento), la presidenta así lo ha sostenido porque no tenemos la certeza de cómo se va a manejar el presidente del vecino país”, dijo Chávez.

El 25 de septiembre la presidenta dio a conocer que desde el 20 de enero en que tomó posesión Trump han sido repatriados 108.813 mexicanos. En total, durante 2024, fueron repatriados 206.233 mexicanos, de acuerdo con los datos de la Unidad de Política, Migratoria, Registro e Identidad de Personas, de la Secretaría de Gobernación, con base en información registrada en los puntos oficiales de repatriación del Instituto Nacional de Migración.

La política migratoria de Trump ha logrado, por lo menos en la parte discursiva, contener e inhibir el flujo migrante de sur a norte casi por completo. Los albergues que, antes de su llegada, lucían al máximo o sobrepasados de su capacidad, hoy están prácticamente vacíos, con una ocupación por debajo del 10 por ciento en promedio.

El peso de los aranceles

El capítulo de la guerra comercial con sus países vecinos lo inició Trump el sábado 1 de febrero, cuando firmó una orden ejecutiva que imponía un 25% de aranceles a las importaciones hacia Estados Unidos por parte de México y Canadá. México, sobre todo en la parte norte, tiene cientos de empresas maquiladoras que envían materiales o productos finalizados a Estados Unidos, desde partes de autos, hasta insumos médicos, pasando por textiles o alimentos.

La justificación del presidente estadounidense aludió al tráfico de personas y de drogas, principalmente de fentanilo. Ese mismo día la presidenta respondió a través de un comunicado:

“Rechazamos categóricamente la calumnia que hace la Casa Blanca al Gobierno de México de tener alianzas con organizaciones criminales, así como cualquier intención injerencista en nuestro territorio…No es con la imposición de los aranceles como se resuelven los problemas, sino hablando y dialogando como lo hicimos en estas últimas semanas con su Departamento de Estado”, enfatizó Sheinbaum.

Desde entonces Estados Unidos echó atrás la medida y aunque ha impuesto plazos, justo ahora corre el reloj en uno de 90 días que termina en noviembre, no se han implementado de nuevo estas tarifas al menos en esta cantidad ni a los productos que entran dentro del Tratado México-Estados Unidos-Canadá (TMEC).

En lo que sí cedió la presidenta fue el envío de agentes de la Guardia Nacional y de la Secretaría de la Defensa Nacional para fortalecer la vigilancia a lo largo de la frontera norte de México con la intención de disminuir el tráfico de drogas y de personas hacia Estados Unidos.

“México no quiere confrontación. Partimos de la colaboración entre países vecinos. México no solo no quiere que el fentanilo llegue a Estados Unidos, sino a ninguna parte”, dijo la presidenta, enfatizando en su discurso de respeto a la soberanía, un alegato que ha tenido que repetir en varias ocasiones para que atraviese más allá de la frontera norte.

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