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Rubio impone en México la narrativa de Trump en plena escalada regional

El secretario de Estado normaliza el ataque letal de Estados Unidos a una lancha venezolana en el Caribe mientras celebra la “cooperación histórica” con el Gobierno de Sheinbaum

Marco Rubio en Ciudad de México, el 3 de septiembre.Foto: José Méndez / EFE | Vídeo: AP, Reuters

El Gobierno de Donald Trump puede un día lanzar un misil sobre una lancha procedente de Venezuela y matar a sus 11 tripulantes; y al siguiente, afirmar públicamente desde el corazón del Ejecutivo de México —diana habitual de sus amenazas— que va a haber más ataques de este tipo. Esto mientras su secretario de Estado, Marco Rubio, celebra, con el canciller mexicano al lado, “la cooperación histórica” que han alcanzado con la Administración de Claudia Sheinbaum. Cada uno de estos actos encajan en la narrativa que Trump ha impuesto en la región, reducida a una premisa básica para el mandatario: sea en forma de aranceles o disparos, el bastón de mando lo sigue teniendo él.

Desde su primer día de regreso a la Casa Blanca, Trump decretó designar como organizaciones terroristas a seis cárteles mexicanos y a dos pandillas, la venezolana del Tren de Aragua y la centroamericana de la Mara Salvatrucha. Cuando a principios de agosto, el presidente republicano ordenó a las fuerzas armadas estadounidenses combatir a los carteles de droga en el extranjero, las alarmas sonaron rápido en Venezuela y México. Las dos medidas del presidente apuntalaban el camino a una ilusión vieja del ala dura trumpista: una intervención militar bajo la justificación de luchar contra el narcotráfico.

Esa nueva política exterior de agresiones se cobró el martes sus primeras víctimas mortales. En aguas internacionales del Caribe, una lancha con 11 personas a bordo y presuntamente un cargamento de droga saltaba por los aires después de los disparos directos de Estados Unidos. Ese supuesto cargamento es la única justificación que Trump ha dado para acabar con la vida de los tripulantes, a los que acusa de formar parte del Tren de Aragua. El mandatario tampoco ha buscado ningún sustento legal para el ataque más allá de sus propias órdenes presidenciales: “Eran cantidades masivas de drogas que iban a entrar en nuestro país a matar a un montón de gente, y todo el mundo entiende eso. Ya no lo van a hacer más”, ha dicho este miércoles sin más explicación.

Esa misma estrategia de normalización es la que ha aplicado Marco Rubio desde la Secretaría de Exteriores de México. Como un caballo de Troya, el secretario de Estado sentenciaba sobre el ataque: “Puede pasar de nuevo, mañana o en una semana”. “No son simplemente personas que comenten algún crimen, son organizaciones, son una amenaza directa a la seguridad nacional. (...) Son carteles que están ganando miles de millones de dólares, no les importa perder una carga o dos porque la guardia costera pare un barco. Eso no funciona”, ha explicado Rubio, que justificando el ataque a la embarcación de Venezuela ha descrito a la perfección el modus operandi de cualquier cartel mexicano.

“El presidente de Estados Unidos va a librar una guerra contra las organizaciones narcoterroristas”, ha resumido el número dos de Trump, en un español perfecto con acento cubano, al lado de Juan Ramón de la Fuente. El canciller mexicano ha evitado contestar las preguntas de los periodistas que insistían en el precedente que sentaba en la región la vuelta a esta diplomacia de armas. “La posición de México sobre este tema es muy clara, se sustenta en nuestros principios constitucionales de política exterior, que están muy definidos en el artículo 89 de nuestra Carta Magna, en el respeto al derecho internacional y a las convenciones y tratados internacionales vigentes sobre la materia”, ha dicho sin más De la Fuente, en la tónica marcada por Sheinbaum de no llevar la contraria a Estados Unidos, y mucho menos en público.

La presidenta conjuga su estrategia de no confrontación con la firmeza de que una intervención de las fuerzas armadas vecinas está “descartada absolutamente”. “Estados Unidos no va a venir a México con los militares, no va a haber invasión”, ha remarcado en varias ocasiones. Sheinbaum, que ondea desde el principio la bandera blanca, aprovecha cada ocasión para sacar a relucir su premisa de “cooperación sí, sumisión nunca”. Esta estrategia, acompañada de la entrega de 55 capos del narcotráfico, la militarización de la frontera y los decomisos masivos de fentanilo, le ha funcionado, de momento, para frenar los impulsos de Trump.

El presidente hasta esta misma semana ha seguido insistiendo en que Sheinbaum —que es “hermosa y elegante”— no acepta su ayuda para enfrentar a los carteles, “que dirigen el país”, porque está “asustada”. Bajo esta nueva versión de la manida historia del caballero que salva a la dama, el republicano introduce el mensaje que ha calado en una parte de la oposición política mexicana: el país necesita de la ayuda de EE UU para lidiar con los grupos criminales.

Sin embargo, ese no ha sido el mensaje que han resaltado este miércoles Marco Rubio y Juan Ramón de la Fuente. El alfil de Trump ha llegado a declarar que “jamás en la historia ha habido este nivel de cooperación” entre los dos países, que se realiza “con respeto a la soberanía” y “da resultados concretos”. Así, frente a la lancha venezolana hundida, la otra cara de la misma moneda: “No hay ningún Gobierno que esté cooperando más con nosotros que el Gobierno de México, que el Gobierno de la presidenta de México”.

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