La quinta transformación

Maldita la gracia que tiene que unos criminales repartan juguetes y asco da comerse una rosca de Reyes que viene de esas manos

Anavel Ávila Castrejón, alcaldesa de Coalcomán, en octubre de 2024.gobierno de Coalcomán

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Tiene algo de los Hermanos Marx eso del segundo piso de la cuarta transformación. Dan ganas de añadir: de la quinta avenida del sexto anillo de Saturno. O algo así. Nombrecitos aparte, siempre es loable que alguien pretenda transformar, que la realidad lo amerita con creces. Mejor un alumnado con becas que sin ellas, mujeres con pensiones, más hospitales, ríos libres de contaminación o trenes de pasajeros. Todo ...

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Tiene algo de los Hermanos Marx eso del segundo piso de la cuarta transformación. Dan ganas de añadir: de la quinta avenida del sexto anillo de Saturno. O algo así. Nombrecitos aparte, siempre es loable que alguien pretenda transformar, que la realidad lo amerita con creces. Mejor un alumnado con becas que sin ellas, mujeres con pensiones, más hospitales, ríos libres de contaminación o trenes de pasajeros. Todo eso está muy bien y sin duda es prioritario. La Cuarta Transformación, como pomposamente se ha denominado el espíritu de cambio que mueve a los gobiernos morenistas mexicanos, tiene una gran tarea por delante, pero convendría no olvidar flecos que parecen menores.

En estos días navideños hemos tenido noticias del crimen organizado en varios momentos y lugares. Noticias festivas del narco, menudo oxímoron, ahora que está tan de moda la palabrita. En Coalcomán (Michoacán) se celebró con fanfarria y en plaza pública una entrega de juguetes patrocinada por el Mencho, el sanguinario capo del Cartel Jalisco Nueva Generación buscado por las autoridades. Después llegó el día de Reyes y el mismo cartel repartió roscas en varias comunidades de Tabasco, “sin compromiso, solo para apoyarlos, para cuidarlos, no para joderlos, ¿sí?”. Y así han ido por distintos Estados “sacando una sonrisa a los niños”. ¿Qué ha ocurrido desde entonces? Poca cosa. Clásicos mensajes de condena y promesas de persecución y justicia.

La alcaldesa de Coalcomán, Anavel Ávila Castrejón, estrechamente relacionada con aquel reparto de juguetes y de quien se dice a gritos que debe su cargo al cartel criminal, recibió el repudio hasta de su partido, Movimiento Ciudadano, y se puso a la Fiscalía a trabajar en el caso. La presidenta Claudia Sheinbaum criticó lo sucedido y los responsables del Gobierno estatal se quejaron de que no daban con el paradero de Ávila Castrejón. No buscaron con mucho ahínco, porque la presidenta municipal se fotografió cortando la rosca de Reyes, y el pasado viernes, un sismo con epicentro en esa localidad, la sacó de su madriguera: tan tranquila estuvo supervisando los desperfectos ocasionados por el temblor. De parecida impunidad gozan los de Tabasco y todos aquellos que reparten sonrisas en nombre de capos criminales, aun cuando está todo grabado en videos y con decenas de testigos.

Por no hacer el cuento largo, hay que decir que no todos los flecos a transformar tienen que ver con el narco. Tenemos a personajes que inventan sindicatos para medrar en política y se hacen diputados. Y un buen día agarran un helicóptero para trasladarse junto con el mismo coordinador de la bancada morenista en el Congreso. (Perkins, que ensillen mi helicóptero de inmediato). Y se monta el escándalo y el escándalo queda en nada. Tenemos a políticos acusados de violación que dejan a regañadientes sus aspiraciones políticas estatales, en Guerrero, por ejemplo, para sentarse en el mismísimo Senado y dedicarse a hacer cine de cualquier clase. Tenemos algún diputado morenistas de Tamaulipas que se queja de la violencia que ejerce una mujer que no quiere acostarse con su marido con la excusa de un dolor de cabeza. (Qué es eso, hombre, con lo fácil que sería decirle la verdad, lo pésimo que es en la cama). Y ahí siguen, con sus posaderas en sillones inmerecidos para vergüenza del país entero. Y tenemos, por último, a líderes de partidos, como el Verde, que gobernaban territorios en los que empresas fantasma desviaban recursos millonarios. Y ahí están, representando a la población en virtud de unos votos y aliados del Gobierno transformador.

¿Quién quiere cambiar todo esto? ¿No se necesita aquí un tercer piso de una quinta transformación? Nada mejor que la política para ilustrar la filosofía que relaciona ética y estética. Si lo bueno es naturalmente bello, la política será el mejor ejemplo para validar este maridaje.

La falta de ética tiene en México a veces una estética peculiar que mueve a la risa, aunque maldita la gracia que tiene que unos asesinos anden repartiendo juguetes y asco da comerse una rosca que viene de esas manos. Se hace todo tan a la luz del día sin que nadie pague por ello que jocosamente se ha dado en llamar México mágico. Pero es hora ya de que los criminales se vean obligados a esconderse; los políticos corruptos y los que lo parecen, a dimitir; los maltratadores a pagar sus culpas; y puestos a pagar, algún empresario bocazas también debería cumplir con los impuestos y dejar de regar sandeces en las redes sociales.

Hay mucho que transformar y no son estas cosas pequeñas, porque es la realidad que abruma a los mexicanos, la que les distancia de la política y les convierte en pesimistas patológicos, con la sonrisa torcida del que no puede con el enemigo ni tiene ganas tampoco de unirse con él. Pónganle el nombre que quieran, pero también hay en México una estética que transformar que no admite más dilaciones. Tómenlo como propósito de nuevo año. Si estos detallitos no cambian, cualquier día alguien se avienta desde el segundo piso de la cuarta transformación.

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