Un diálogo artístico entre los desaparecidos de México y los presos políticos de Cuba

Una instalación en Ciudad de México puso a conversar a tres artistas mexicanos que trabajan con el tema de la ausencia con la obra del cubano Luis Manuel Otero Alcántara, preso político en la isla

Instalación en el Museo del Chopo de tres artistas mexicanos en diálogo con la obra de Luis Manuel Otero Alcántara, preso político en Cuba.Michelle palacios

¿Cómo se sostiene la ausencia? ¿Cómo se reclama el derecho a existir? ¿Cómo permanece en el tiempo un desaparecido, un preso político o una víctima de la violencia? Son preguntas que se hace y nos devuelve Habeas Corpus (que dispongas de tu cuerpo para mostrarlo), una instalación performativa que acogió a finales del mes pasado el Museo Universitario del Chopo, de la Ciudad de México, en el marco de la primera edición del Festival En Zona.

Lukas Avendaño (La caja invisible) ha puesto su obra en función de encontrar y sepultar a Bruno, su hermano que estuvo desaparecido más de dos años hasta que lo encontraron muerto. Fabiola Rayas (La Isla de los deseos), quien trabaja con familias que buscan a sus desaparecidos, hoy también exige ver a un amigo del que no tiene noticias. Lía García (Defender la alegría) pide justicia para las mujeres víctimas de transfeminicidios. Los tres artistas mexicanos dialogan en este performance colectivo con la obra del cubano Luis Manuel Otero Alcántara (Retrato al carbón del gato de Schrödinger), quien cuenta los días que transcurren en una prisión de máxima seguridad en Cuba desde que fuera detenido en las protestas masivas de julio de 2021.

Habeas Corpus, nombre de la obra y del recurso que por años han usado artistas, amigos y colegas de Otero Alcántara para asegurar su protección en manos de la policía política, extrae el contexto insular cubano y lo sitúa en México, y más que en México en la región. “Hace tiempo que algunas personas, entre ellas la artista Tania Bruguera, insisten en visibilizar la no excepcionalidad de Cuba”, asegura Ileana Diéguez, curadora de la muestra junto a Claudia Genlui y a la propia Bruguera. “La insularidad mítica a la que se asocia Cuba ha sido utilizada como un paradigma utópico. Es imprescindible seguir trabajando en el desmontaje de semejante mentira. Es necesario poner en diálogo la realidad cubana con las realidades de violaciones a la vida y a los derechos humanos en general que suceden en Latinoamérica”.

EL PAÍS conversa con Diéguez sobre la exposición, que pretende enviar un mensaje a Otero Alcánta, a los presos políticos y de conciencia y a las personas desaparecidas en América Latina.

Pregunta. ¿Habeas Corpus es una herramienta más de protección a Otero? ¿A su arte? ¿A Cuba misma?

Respuesta. Habeas Corpus (que dispongas de tu cuerpo para mostrarlo) fue una instalación procesual performativa. Destaco su carácter procesual performativo, que no es lo mismo que una exposición que se ofrece como algo terminado y dispuesto a la contemplación. Partimos del principio de sostener la ausencia, para lo cual era decisivo la participación de las personas en las acciones y performances que integraron la instalación. Sólo era posible como una acción colectiva. Partíamos de la necesidad primera de disponer del cuerpo que somos. Como reflexionó Hannah Arendt, ser en el mundo implica aparecer públicamente, tener un lugar en la esfera social. Habeas Corpus fue sobre todo una demanda por el derecho a existir, a aparecer y manifestarse públicamente. Un conjuro contra el encarcelamiento, la represión y la muerte en Cuba. Un llamado por el respeto a la vida, a la constatación de la existencia. En ese sentido, consideramos que la frase que mejor expresaba nuestro anhelo era precisamente la de Habeas Corpus, la figura jurídica históricamente utilizada como un amparo de la libertad. La negación de la protección a la libertad que representa esa figura es precisamente el punto de partida para todas las violaciones en Cuba como en todos los sistemas autoritarios, dictatoriales y totalitarios que han existido y existen en Latinoamérica.

La escritora Iliana Diéguez.Michelle palacios

P. ¿Por qué un diálogo con artistas mexicanos? ¿En qué punto confluyen sus obras y en qué punto también hablan de realidades diferentes?

R. Habeas Corpus, como proyecto a partir de la situación actual y la obra del artista y preso político cubano Luis Manuel Otero, se concibió en México, quiero decir que se concibió en una realidad atravesada por la violencia y los procesos necropolíticos que han producido hoy más de 100.000 desaparecidos, pero que viene de un proceso marcado por asesinatos y encarcelamientos políticos. Desde esa condición situada nos interesa trabajar siempre. Y consideramos que la potencia de este ejercicio estaba en apelar a la acción colectiva y solidaria de artistas mexicanos que viven y trabajan desde la violencia, con un artista cubano cercado por la violencia de Estado. Cada uno de estos artistas mexicanos es reconocido por la incidencia de sus acciones en el ámbito de los derechos humanos, sus prácticas son realizadas en ese espacio agónico. Me atrevo a decir que son artivistas ampliamente reconocidos por trabajar con y no sobre las personas que encarnan el dolor y las consecuencias de la violencia. Ellos mismos crean atravesados por ese dolor.

P. ¿Cómo los artistas mexicanos llegan a la obra de Otero Alcántara?

R. Habeas Corpus fue la respuesta a una convocatoria amistosa realizada de manera directa y personal. Algunos de estos artistas, como Fabiola Rayas, vivieron y estudiaron en Cuba y están al tanto de lo que allí sucede, implicándose en acciones de denuncia y visibilización. Cada uno de ellos encontró los modos de involucrarse desde sus propias prácticas. Esa era la idea: conectar situaciones en territorios afectados por distintas violencias. Considero que hubo un piso en común: la oposición a cualquier forma de violencia de Estado, la implicación afectiva y la práctica solidaria en la defensa de la vida y de los derechos humanos en cualquier parte del mundo. Pienso que también actuó el gesto humanista y la conmoción ante lo que sucede en Cuba y especialmente ante la situación internacionalmente conocida de Luis Manuel Otero Alcántara. Nunca hicimos preguntas racionales, no pedimos razones, conversamos y de inmediato estábamos pensando en lo que haríamos. Creo poder decir que todo sucedió gracias a la emergencia de una comunidad afectiva que hizo visible su politicidad. Ese espacio afectivo fue y es muy importante para seguir imaginando la posibilidad de insistir en el desmontaje del silencio, o de lo que prefiero llamar la performatividad del silencio de todas y todos los que siguen callando ante lo que sucede en Cuba, especialmente de una parte de la llamada izquierda.

P.¿Cuán involucrado estuvo Otero en el proceso de esta exposición desde una cárcel cubana?

R. Toda la comunicación con Luis Manuel Otero y su obra fue realizada a través de Claudia Genlui, quien además de ser curadora y representante de su obra también fue parte del equipo curatorial de Habeas Corpus. Con ella conversamos sobre qué obras estarían y cómo. Claudia nos proporcionó el acceso a los archivos y nos comentaba sobre el sentir de Luis y el impacto que tenía en él lo que estaba sucediendo. En el proceso de trabajo para la instalación, Claudia nos comunicó que habían conversado sobre el gesto de sostener la ausencia. En esos días, Luis creó una pieza que nombró Ausencia, realizada a propósito de la entrega del premio Rafto de Derechos Humanos, otorgado por la Fundación Rafto en Noruega en septiembre de 2024. Esa pieza la incluimos en Habeas Corpus. Estaba integrada por un audio enviado por Luis Manuel que fue elaborado como instalación sonora. La integraban también un conjunto de postales donde aparecía la palabra “ausencia” en distintas lenguas, prioritariamente no hegemónicas y de pueblos originarios de México, y por una pizarra donde las personas escribieron “ausencia” en la lengua que cada una elegía. Hemos sabido que para Luis ha sido importante lo que ha ocurrido, ratificando esa idea por él expresada de que sólo el arte lo salva.

P. ¿Cómo ha podido Otero Alcántara ser tan creativo y sacar su arte de una prisión en Cuba? ¿Hasta qué punto las autoridades se lo han permitido?

R. Para Luis Manuel fue posible sacar algunos dibujos de la cárcel a través de otras personas. Cuando estuvo re(de)tenido en el Hospital Calixto García, y después durante un primer tiempo en la prisión de Guanajuay, vimos publicados algunos de sus dibujos. A partir de marzo de 2022, fue imposible sacar físicamente alguna obra. Tengo entendido que el dibujo de Retrato al carbón del gato de Schrödinger fue de las últimas materialidades que logró sacar de la prisión. Pero la obra de Luis sí ha logrado trascender los muros carcelarios. Sus ideas han logrado salir de prisión para ser materializadas por la colaboración de las curadoras Claudia Genlui y Yanelis Núñez. De esa manera se concretó el calendario que da cuenta de cada día de su vida como prisionero desde el 11 de julio de 2021.

Intervención en la obra de Luis Manuel Otero Alcántara en el Museo del Chopo.Iliana Diéguez

P. ¿Es esta exposición un modo de justicia artística y política? ¿Vuelve menos invisible a un artista como Luis, o lo hace más libre?

R. Se supone que la justicia poética es un recurso restaurativo asentado en la idea de premiar el bien y castigar el mal. En la literatura su reconocimiento está asociado a la inspiración de un comportamiento moral y al potencial subversivo del acto de imaginación. Creo más en el poder del deseo, en los actos de conjuro, en aquellas acciones que aún podemos realizar o intentar. La justicia no depende de nosotros, es una institución inalcanzable. En México, las familias que buscan a sus seres queridos desaparecidos han dicho que buscan la verdad, no la justicia porque ya no creen en ella. Pienso en Habeas Corpus como un conjuro por la libertad de Luis Manuel Otero y de las personas que viven y sufren en Cuba.



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